miércoles, 23 de septiembre de 2009

163.- RIDERS-09 EN GRANADA

Tres días después de que acabase esta reunión me pongo a contarla. Ya me hubiera gustado hacerlo antes, pero es que el jaleo de la válvula persiste hasta mucho después de haberla soltado, ya que hay que hacer una crónica, mandarla, que las fotos queden bien... un poco rollo, la verdad, sobre todo cuando ya lo había contado aquí, pero así son las cosas... si uno se compromete hay que hacerlo. Para la próxima me lo pensaré antes de comprometerme a nada.
Bueno, vamos a dejarnos de preámbulos y de historias y vamos a lo que vamos: la Riders, que este año volvía a celebrarse en Granada, con lo que los que hemos estado en alguna ocasión anterior ya nos sabíamos que es lo que nos íbamos a encontrar, y a pesar de que ya dije el año pasado que no iba a volver, al final nos hemos animado y nos hemos acercado.
El viaje hasta Granada lo empezamos junto con Miguel, que iba acompañado por Elisa y que, en contra de su costumbre, iba pisando huevos, de modo que lo adelanté, lo que aprovechó para esconderse en una gasolinera en Estepa, de forma que ya no nos vimos hasta que llegamos a Sierra Nevada.
Lo primero que hicimos fue ir al hotel a dejar el equipaje, y después, tras perdernos un poco porque Granada está totalmente indecente de obras, subimos a Sierra Nevada. Ya habíamos hablado antes por teléfono con Silverio, que nos había indicado dónde tenían aparcadas las motos, de forma que no hubo excesiva complicación para encontrarnos, y al poco de subir a la estación de esquí, ya estábamos todos juntos: MrTwinflat, Silverio y Alfonso, y esperando a los dos Jose Ignacio y a Jose María, que habían salido de Málaga un poco más tarde.
Lo primero que hicimos fue ir a saludar a Varito al box de Maxboxer. También andaba por allí BinGS, que por lo visto estuvo todo el fin de semana bastante atareado para aprenderse los dejes idiomáticos andaluces.

En el Box de Maxboxer, estuvimos admirando las motos de Varito y la de BinGS:

En el stand de enfrente estaba la R80ST de Luisuco, a la que le hicimos también un par de fotos, y en la que estuvimos estudiando el disco sobredimensionado de la rueda delantera y su impacto sobre la población autóctona de políticos sinvergüenzas.

Después de saludar nos fuimos a la inscripción, recogimos la mochilita y nos fuimos, huyendo del tío del micrófono, a lo más alto de la estación de esquí a tomar una cerveza.

Allí fueron llegando los demás componentes de la avanzadilla de clásicas, y nos reunimos: Silverio

MrTwinflat

los gemelos (algún día los distinguiré)

Maricruz

Joeseph

Jose Ignacio (Conde) y su hijo, Nacho, el fotógrafo perseguidor, Jose (hijo de Joeseph y Tote -Mª José- que en esa familia tienen una gran imaginación para los nombres) que aparece detrás con cara de dieciseisañero despistado,

Jose Ignacio (Vecino Misterioso)

Estefanía,

Eugenia,

Alfonso

y, finalmente Elisa y Miguel, que ya habían llegado tras perderse en Estepa.

Se nos planteó la duda de si comernos la paella que estaban preparando junto al tio del micrófono (mala afonía le dé, que diría el gitano de la copla...)

o, como hicimos el año pasado, subir al albergue, antigua y original estación de esquí. Lógicamente se impuso el paseo en moto, y es que estos chiquillos parece que no se cansan de montar. Y allá que nos fuimos hasta la Hoya de la Mora, a 2500 metros de altitud. Ni que decir tiene que estas motos llaman la atención por donde pasan, sobre todo si van seis o siete todas seguiditas... y a nosotros que no nos gusta presumir de motos...
Total, que llegamos allá arribota, que son dos kilómetros y medio por encima del nivel del mar, ordenamos las motos para favorecer a los visitantes la correspondiente caída de baba, y lo digo en serio, que no fueron uno ni dos, sino unos cuantos, y de varias nacionalidades, los que por allí se asomaron y dejaron sus correspondientes charquitos de baba delante de las abuelas.

Allí arriba, para comer existen varias opciones, todas basadas en bocadillos, pero no están nada malos, y a un buen precio.

De todas formas, hubo quien se llevó el bocadillo desde casa, y tenía tan buena pinta que confundía a los visitantes, que veían a Estefanía comerse aquel pedazo de bocadillo, entraban al albergue, pedían uno y al ver que no era lo mismo, hasta pedían el libro de reclamaciones sintiéndose engañados. Y es que el bocata de Estefanía tenía una pinta...
Tras un rato de mesa y sobremesa

Joeseph decidió que había llegado el momento de realizar el relevo de la válvula, y que aquel era un sitio estupendo para ello, pero cuando fue a buscar la caja se dio cuenta de que las llaves de su moto habían desaparecido, y es que eso de dejárselas puestas...

Finalmente aparecieron en su sitio ¡qué cosas! y empezó la ceremonia de la entrega de la válvula: montarnos en las motos e irnos un poco más adelante, justo donde está el cartel indicador de los 2500 metros. Allí aparcamos las motos en fila en el arcén, con evidente riesgo, como nos demostró la de Alfonso, de irse al suelo por dejarla apoyada en la pata lateral sin tener la precaución de dejar metida una marcha.

Lo del gorrito en la entrega parece que se ha institucionalizado.

Aquí, Silverio recibe la válvula de manos de Joeseph.

y ambos se abrazan eufóricos. Obsérvese el pasotismo del personal, que ni siquiera se ha dignado a personarse en la ceremonia... todos allí enfrente haciendo sabe Dios qué.

Las mujeres también se fotografían con la válvula

Acabada la entrega, nos volvimos a la estación de esquí, que había sido invadida por las nubes y estaba empezando a refrescar.

nos metimos en el aparcamiento

y dedicamos el resto de la tarde a las actividades propias de la concentración, pero fundamentalmente, ver motos, como esta caferacer

o las maravillas que tenía Natxo Barral en su stand,

o probarnos alguna de las modernas, como esta K1300GT, que tiene muy buena pinta, incluso podría ser mi moto moderna si se pusiera a tiro.

Finalmente nos renunimos en el stand de Maxboxer para cumplimentar el diario de relevos de la válvula.

Ya empezaba a hacer rasca, así que nos bajamos a Granada siguiendo a Silverio, que iba rascando culatines en las curvas, y que nos acompañó hasta el hotel, donde nos despedimos. Noche en Granada y al día siguiente nos volvimos para Sevilla a paso tranquilo. El año que viene la Riders es en Cuenca. Digo yo que habrá que ir a buscar una mochilita ¿no?

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