jueves, 1 de enero de 2015

363: SINTRA, LISBOA, UN FIN DE SEMANA EN PORTUGAL

Los que me conocen saben lo poco aficionado que soy a las fiestas en general y a las multitudinarias y las obligatorias en particular. Me gusta pasarlo bien, por supuesto, pero cuando quiero y como quiero, sin que nadie me tenga que decir en qué fechas tengo que poner la serotonina a trabajar. Algo de eso me pasa en Navidad, unas fechas que han dejado de tener su sentido original para pasar a ser un caos consumista en el que hay que comer y beber cuanto más mejor y procurar gastarse lo poco que se haya podido ahorrar en el año en el menor tiempo posible. Este año he decidido que no, que estoy hasta el gorro y que me cojo la moto y me voy por ahí. Tampoco se puede ir uno muy lejos, que lo mismo te pillas dos días buenos y al tercero se te mete un borrascón que te deja aislado una semana, así que estuve pensando y me decidí por Portugal, que nos pilla al lado, pero en vez de irnos al Algarve o al Alenteio pensé en ir a la Zona de Lisboa y darles una vuelta a Estoril, Cascais, Sintra y la propia Lisboa. ¿Cuando salir? Pues el día 25 de diciembre parecía un buen día. Casi todo el mundo iba a estar durmiendo la mona y las carreteras nos las iban a dejar para nosotros solos, ademas el hombre del tiempo decía que íbamos a tener un buen fin de semana y le 25 era jueves, así que podíamos hacer un fin de semana largo, algo que no te agobie por las prisas ni te aburra por estar demasiado tiempo en un sitio.
Tras una buena Nochebuena, lo que implica cenar razonablemente y meterse en la cama prontito, nos levantamos descansados y en poco más de lo que se tarda en desayunar y ducharse estábamos en la moto. He vuelto a escoger la Sprint y no por nada, sino porque es la que tenía en Sevilla, que de haber estado la RS nos habríamos ido en ella. La mañana estaba preciosa. No se veía una nube en el cielo y el sol empezaba a calentar aunque la temperatura era bastante baja todavía. Ni gasolina echamos. Le faltaban un par de rayas al indicador de combustible y con eso debería llegar sin problemas al Rosal de la Frontera, donde podríamos repostar antes de entrar en Portugal, ya que allí la gasolina es bastante más cara que aquí.
El primer incidente en Valdeflores, a 60 km de casa. Maricruz está helada. Le ha engañado ese sol tan reluciente y ha pensado que se podría viajar con menos ropa de la que en realidad se necesitaba. Sin problemas. Paramos un momento, abrimos la maleta y buscamos un jersey. Le paso un pañuelo para el cuello y continuamos.




La mala cara que tiene es por el frío que estaba pasando la pobre mía. 
Desde ahí hasta El Rosal de la Frontera sin frío y sin nada que contar salvo que íbamos escuchando música (cada uno la suya) y comentando cosas gracias a los intercomunicadores. Echamos gasolina y nos dimos cuenta de que posiblemente no hubiese sido tan buena idea salir el día 25 porque estaba todo cerrado, pero cuando digo todo es todo, vamos que ni un sitio donde tomar un café. Tampoco era excesivo problema, ya que no llevábamos ni la mitad del camino y nosotros somos de los de comemos cuando lleguemos, o sea, hasta que no lleguemos no se come, ya sean mil o dos mil los kilómetros a hacer.
Seguimos viaje tras llenar el depósito y entramos en Portugal. Las carreteras son algo mas estrechas ahora y las señales de tráfico son algo diferentes, pero nos entendemos bien; no es la primera vez que venimos. Pasamos por Serpa, donde ya estuvimos hace unos años, y poco después por Beja que, según mis cálculos debía estar a mitad de camino de nuestro destino, un pueblecito al lado de Sintra llamado Rio de Mouro.
Un poco mas adelante entramos en la autopista (nueve euracos que cuesta) que nos llevo prácticamente hasta Lisboa, donde cruzamos el punte 25 de abril con más tráfico del que hubiésemos querido, y es que la gente estaba empezando a volver a la vida después de la torrija del dia anterior, y aunque allí era una hora menos, ya se notaba. El puente 25 de abril es el puente colgante mas largo de Europa y mide dos kilómetros y cuarto de longitud. Hay peaje a la entrada a Lisboa pero no a la salida. Se ve que están deseando echar a la gente. Por cierto, que había tanto tráfico que a la salida del puente nos encontramos con tres accidentes de escasa intensidad, pero allí estaban, e incluso nosotros mismos, un poco más adelante, estuvimos a punto de comernos a los de delante en un frenazo brusco. Menos mal que esta moto frena bien y no llegué ni a usar el ABS.
Unos pocos kilómetros más y estábamos en nuestro destino: Rio de Mouro, una especie de pueblo dormitorio situado a 7 km de Sintra y cuya principal virtud es que está en la línea férrea que une Lisboa y Sintra, por lo que tiene una estación de metro moderna y muy concurrida. Es muy tranquilo y su primncipal monumento es la Iglesia Matriz de Rio de Mouro o de Nuestra Señora de Belem, que se construyó como parte de una finca de descanso para los frailes del Monasterio de San Jerónimo.


De todas formas, Rio de Mouro solo nos iba a servir como base de operaciones: un apartamento a buen precio y agradable donde dormir y dejar la moto, y cerca de los destinos que queríamos visitar. Previendo que al ser día de Navidad todo iba a estar cerrado nos habíamos llevado algo de comer y unas cervezas, y gracias a eso pudimos cenar, porque no había abierto nada, pero nada. Bueno, realmente la gasolinera camino de Rinchoa estaba abierta, y allí repostamos y nos tomamos una cerveza de gasolinera que como ya sabéis son las mas malas del mundo.
Al día siguiente nos levantamos temprano y nos fuimos a Sintra, que estaba prácticamente al lado. Teníamos previsto ver al menos el Palacio da Pena (creo que no es de tristeza, sino de peña, pero como cuando los portugueses se separaron de España se dejaron la "ñ" aquí, ahora tienen esos problemas) y la Quinta da Regaleira. Después, si nos sobraba tiempo, cosa que en invierno suele ser difícil por lo cortos que son los días, pensábamos- asomarnos a Estoril y Cascais.
La subida al Palacio da Pena es preciosa: una carreterita muy estrecha, que solo permite el paso de un coche, húmeda, umbría y con muchísimo follaje que serpentea hasta subir a lo alto de la montaña.



Una vez arriba nos dimos cuenta de que habíamos llegado demasiado pronto, así que nos tocó esperar. En ese tiempo nos leímos todas las instrucciones y referencias que existían por la zona. Por supuesto, la moto aparcada en la puerta, donde no llegan los coches.



Desde fuera se veía el Palacio en todo lo alto de los jardines.




En cuanto abrieron las bilheteiras ya estábamos dentro. Se sube al palacio pasando por los frondosos jardines que tienen gran cantidad de especies, constituyendo un rico jardín botánico.


Cada vez está mas cerca el palacio (y cada vez tengo menos resuello).





Y por fin llegamos. El palacio es preciosa una mezcla de estilos. Os pongo unas cuantas fotos para que os hagáis una idea, pero lo suyo es ir a verlo.














Del interior también voy a poner algunas fotos













Pero lo que más impresión me causó, ahora que ando metiéndome en cocinitas, fue eso, la magnifica cocina que tenía el palacio:





Ahí me guiso unos chocos con garbanzos que te quitan el hambre para dos meses.
Las vistas desde el palacio son espectaculares. Desde el Castelo dos Mouros, un poco más abajo,


a la propia Sintra con el mar al fondo y Maricruz en primer plano



o los propios jardines del palacio con neblina.


Y para que se vea que estábamos en Navidad, una con arbolito.


Bajada por los jardines y a la calle, que había muchas cosas que ver todavía, aunque se puede quedar uno todo el día y no se cansa de ver cosas bonitas.





Del Palacio da Pena a la Quinta da Regaleira. Aparcamos en la misma puerta, que para eso llevamos moto.



(no continuará este relato por haber finalizado mi relación contractual con la empresa que me patrocinaba. A partir de ahora el blog seguirá funcionando pero sin patrocinio, a menos que surja alguna nueva empresa patrocinadora. Las puertas están abiertas a la negociación)