lunes, 14 de septiembre de 2009

162.- ENTREGA DE LA VALVULA A LOS MALAGUEÑOS

Por fin llegó el día. Debo confesar, ahora que ha pasado la aventura de la válvula, que cuando me tocó hacer el relevo ya había perdido gran parte del interés que en un principio había creado la idea original. Han existido multitud de retrasos, de forma que lo que debió haber acabado en unos meses lleva ya un par de tacos de almanaque, y aún no ha acabado; además, me vi muy presionado por el foro de clásicas de bmwmotos.com para hacer un relevo que se había retrasado notablemente una o dos etapas antes y que no me apetecía hacer, ni lo más mínimo, por las fechas que corrían (tercera semana de julio) y por el poco aliciente que presentaba el darse un paseo con todo el calorazo únicamente para recoger una caja que muy bien nos la podíamos haber pasado por correo, visto lo ocurrido en el relevo que hicimos en Fregenal de la Sierra. Pero, bueno, se hizo y ahí está. Ahora me tocaba a mí darle la válvula al siguiente relevista: Joeseph.
Este relevo, lógicamente, iba a ser otra cosa, porque los participantes nos conocemos bien, hacemos muchas actividades conjuntas a lo largo del año, estamos en contacto muy a menudo, y, lo que es mas importante, somos amigos y no tenemos que andarnos con excesivas zarandajas para hacer las cosas.
Hechos estos preliminares, empiezo a narrar lo que hicimos ayer, aunque antes, quizás convenga decir que durante las dos últimas semanas estuvimos en contacto Joeseph y yo, planeando un poco por encima dónde, cuándo y quienes íbamos a ir al relevo. Lógicamente, de lo planeado a lo que pasó después, se modificaron un poco las cosas, que para eso están los planes, para desbaratarlos.
Habíamos quedado en un principio en Ronda para, después, hacer una ruta en moto, comer juntos, hacer la entrega oficial de la válvula, etc., pero a Joeseph le habían tocado en un sorteo un par de noches en un hotel cercano a donde vive Jose Ignacio (Conde) la noche antes del evento, de forma que quedamos en que ellos dos, junto a Jose Ignacio (Vecino Misterioso) se irían a Gaucín juntos, y que yo recogería en Ronda a todos los demás, y me los llevaría a Gaucín, donde nos reuniríamos. En resumen, las instrucciones, en plan escueto, eran: a las 10 en Ronda y a las 11 en Gaucín.
Para quedar en Ronda, en principio, desde Sevilla iríamos Miguel (Garou) con Elisa, y yo con Maricruz. De Alcalá de Guadaira saldrían Manolo y Carmen; de Málaga, Bokis, y de Granada Silverio y quizás DavidRC . Al final Miguel (Garou) se cayó de la lista porque su moto estaba algo baja de nivel de aceite (por la parte baja del ojo de buey) y no sabía qué tipo de aceite era el que llevaba, de forma que no podía rellenarlo (!). DavidRC, al final tampoco vino, aunque tampoco estaba seguro desde un principio.
Maricruz y yo salimos temprano (a las 8 de la mañana) en la R100RS a fin de estar pronto en Ronda y que si alguien llegaba antes de tiempo (iluso que es uno) no tuviera que esperar. Llegando a Utrera, mensaje al móvil; Silverio que dice que acaba de salir de Granada y que nos vemos en Gaucín. A las 9,30 estábamos en Ronda; aproveché para darle un repaso a la junta de culatines del lado izquierdo, que había tirado algo de aceite desde el repaso que le hice el último día, y también para enderezar el manillar de la R80ST con una barra ad hoc, que el pobre venía tocado desde que compré la moto.
A eso de las diez y cuarto me llama por teléfono Silverio: que está en una gasolinera a cuatro kilómetros de Ronda. Quince minutos después llega a la guarida. Tras los saludos de rigor le dejo la R80ST que la pruebe. Indudablemente le queda chica, pero es que Silverio es muy grande (por fuera y por dentro). Le parece un juguete, y coincido con él: es un juguete; un precioso juguete. Ya contaré experiencias en ruta en otra entrada. Me ha dejado entusiasmado, pero ya habrá tiempo de comentar eso, que hoy toca válvula.
A las once menos diez, hartos de esperar, y tras haber llamado a Carmen y Manolo sin poder comunicarnos con ellos, decidimos que nos vamos para Gaucín, y que el que no haya venido, tiempo ha tenido. No hemos recorrido ni 300 metros cuando nos cruzamos con Manolo y Carmen en la Ducati, totalmente despendolados. Les levanto la mano para avisarles de que somos nosotros, me saluda en plan motero y sigue despendolado. Este no nos ha conocido. Nos paramos en la cuneta, esperamos a ver si da la vuelta, y nada. Me doy la vuelta yo y me los encuentro a la entrada de la guarida, con los cascos quitados y teléfono en mano. Que no me han conocido, vamos...
Por fin, podemos ponernos en marcha, pero todavía hay que echar gasolina a la Ducati, que como tiene poco depósito va repostando una gasolinera sí, dos no. Apenas empezamos a andar después de repostar, cuando me llama por teléfono Bokis. Que está en Gaucín aburrido, que allí no hay nadie. Que había pasado por Ronda a las diez y cinco y pensando que ya nos habríamos ido para Gaucín, había seguido camino. ¡Esto de la impuntualidad sería conveniente erradicarlo de las costumbres nacionales!
Por fin podemos ponernos en camino. La carretera de Ronda a Gaucín, para el que no lo sepa, es una de las mejores carreteras para moto que se podían inventar: una curva tras otra, con buen piso y paisajes preciosos; una pega, únicamente: que la gente empieza a conocerla y empieza a tener mucho tráfico. Yo voy primero, que para eso me conozco la carretera; me sigue Manolo y cierra Silverio. Al poco rato estamos en Gaucín. Entramos en el pueblo buscando la plaza donde hemos quedado y cuando vamos pasando por el Cuartel de ja Guardia Civil, a menos velocidad que el paso de un paisano cansado, oigo vociferar a Silverio, dirigiéndose a Manolo (la voz de Silverio también es grande): ¡Que llevas el piloto fundido, y la luz de freno también! Menos mal que en ese cuartel no hay destacamento de tráfico, que si no, salen, cuadernillo en mano, a ponerle una receta a Manolo.
Por fin, llegamos a la plaza.

Allí están Bokis, Jose Ignacio (Conde), Jose Ignacio (Vecino Misterioso) y Joeseph. Saludos y corrillos alrededor de las motos. Expectación por la R80ST y por la R100RS del Conde (treinta mil kilómetros solamente; ¡nueva!). Bokis, consciente de que su moto es distinta, la dejó aparte :-Þ

Expectación también por la válvula. A Bokis y especialmente a Joeseph, a quien en estas cosas hay que ponerle un 10 de ilusión y de ganas, se les notaba, y si no, véanse las caras de expectación cuando la caja de la válvula abandonó unos minutos la maleta de Silverio (es de nota también la cara del paisano sentado detrás de ellos, a la izquierda, disfrutando como un niño).

Mientras Manolo se ponía, inútilmente, todo hay que decirlo, a intentar arreglar su piloto (estaba totalmente fundida la bombilla, tanto que hasta había fundido parte de la tulipa y se había quedado soldada en su alojamiento...)

Maricruz se dedicaba a lo suyo: la charla (en primer plano la R80ST y la R100RS de Joeseph).

Un buen rato después, y vista la imposibilidad de arreglar el piloto, aunque por lo menos se había podido desalojar el casquillo de la bombilla de su sitio, que no era poco, pudimos seguir camino, esta vez todos juntos, hacia Gibraltar, lugar donde íbamos a hacer el relevo de la válvula, en un nuevo gesto reivindicativo de la soberanía de la roca.
Pero todavía nos faltaba un incidente para llegar a destino. En La Línea, en el paseo marítimo, Jose Ignacio (el Vecino Misterioso) tuvo un pequeño encuentro con uno de esos cochecitos sin carnet, que en Cádiz llaman, con toda la razón del mundo, "estorbito". A este respecto, sería necesario recordar que en las rotondas, por más que diariamente se haga todo lo contrario, lo estipulado es circular como si de carriles distintos se tratase. Ya hablé algo sobre esto antes, en este mismo blog, y sería interesante que todos le diéramos un repaso al tema. Afortunadamente, todo quedó en un susto, ya que el estorbito no tiene chicha para mover a una BMW, y la defensa de la BMW es capaz de arrancarle medio parachoques al estorbito, como puede verse en la foto de los implicados.

Este incidente también nos quitó un poco de tiempo que se sumó al que ya habíamos perdido por llegar tarde e intentando arreglar el piloto de la Ducati, de forma que hubo que llamar al chiringuito donde íbamos a comer para que retrasasen la preparación del arroz; de hecho creo que llamamos varias veces posponiendo la hora de llegada.
Los demás, mientras los implicados rellenaban los papeles del siniestro, esperábamos en el paseo marítimo, charlando, inspeccionando motos, descubriendo las herramientas originales en la R100RS del Conde...

Resuelto el problema con un parte amistoso (que por poco no lo es, si llega a venir la suegra del que conducía, que era la dueña del estorbito) entramos en Gibraltar y nos fuimos directamente al faro de Punta Europa.

Allí, en la explanada que hay delante de la mezquita, y con riesgo de sufrir un pinchazo, aparcamos las motos, y Joeseph no pudo más con su impaciencia y me obligó a hacer la entrega de la válvula,

pero los demás estaban a lo suyo: Bokis haciendo fotos

al igual que el Vecino Misterioso y Silverio

Maricruz, Carmen, Manolo y Jose Ignacio (Conde) asomándose al acantilado a ver cómo trabajaban los barcos retirando al barco que encalló este invierno y lo puso todo perdido,

y yo jugando con el zoom de la cámara

Por fin, nos reunimos todos y empezamos la ceremonia.

A mi me correspondía hacer la entrega de la válvula y sus correspondientes libros de ruta, en presencia de los escoltas-testigos

y a Joeseph, vestido para la ocasión, le tocaba recibirla (nótese en la tercera foto que casi parece la Rendición de Breda en espejo y sin lanzas).

A pesar del calorazo que hacía, fue un rato muy divertido el que pasamos con la ceremonia, y una vez más, la válvula cambió de manos, siguiendo su camino.
Seguíamos yendo con muchísimo retraso a comer, de forma que nos volvimos a poner en marcha, con alguna que otra parada para hacer una foto,

para echar gasolina, que está algo mas barata que un kilómetro más adelante,

y para acabar de arreglar la falta de tiempo, a la salida de Gibraltar nos cierran la valla porque iba a aterrizar un avión.

De nuevo en marcha, y una nueva parada, apenas un kilómetro más adelante, para hacernos una foto con el Peñón de fondo (y el arroz esperando).

Seguimos en dirección a Estepona y pasamos por la puerta del estadio de la Balona ¡la Balompédica Linense!; nos incorporamos a la carretera y seguimos hasta Manilva, al Puerto de la Duquesa, creo que se llama, donde aparcamos las motos

y donde el personal aprovechó para ponerse el bañador; unos, porque lo traían debajo del pantalón, no tuvieron problemas, pero otros hicieron encajes de bolillos para ponérselo entre dos motos; y el chino mirando desde arriba...
Sobre las cuatro de la tarde llegamos al chiringuito donde íbamos a comer. Algunos aprovecharon para remojarse por fuera antes de comer. Yo, francamente, llevaba deshidratados los higadillos y preferí remojarme por dentro con unas cuantas cervezas, y digo bien, unas cuantas porque eran dedalitos lo que ponían allí. ¡Cómo echaba de menos esos vasos en que te entra la nariz entera y no tienes que beber de medio lado...!

Allí se incorporaron al grupo Cristina y Tote, que se habían quedado en la retaguardia vigilando que el arroz no se les pasase del todo a los del chiringuito

Y entre todos dimos cuenta de una estupenda paella en presencia de la válvula y patrocinada por una conocida marca de refrescos,

que, francamente, a mi me supo a poco, pero es que me podía más la sed que la jambre, y para cuando me harté de líquido, se había acabado el arroz.
La sobremesa estuvo amenizada por Bokis; creo que ya os he dicho que el tío es genial y que cuenta las cosas de otra forma, pero para que os hagáis una idea, ahí os dejo un par de cosillas que le pude grabar cuando me dejó la risa:



Tras los postres, procedimos a la cumplimentación de la hoja de ruta, que por aquello de la caló que hacía, habíamos pospuesto en Gibraltar.

Y una vez acabados completamente el relevo de la válvula, su papeleo y, lo que es más sustancioso, el papeo, el personal decidió darse un bañito en el Mediterráneo, sin guardar la digestión, cosa que yo no consideré por mi consabido reuma que me contraindica la humedad externa.

Todo esto, como se ve un poco mas arriba, quedó plasmado en fotografías que fueron tomadas automáticamente una y por amables voluntarios las otras.
Un par de minutos para despedirnos, que aún nos quedaba volver a Ronda, cambiar de moto y regresar a Sevilla, y de nuevo encima de las motos.
El regreso lo hicimos por la carretera que sube desde San Pedro de Alcántara a Ronda, que, posiblemente, sea una de las mas apreciadas en el mundo motero. Todo fue muy bien, a excepción de lo congestionado del tráfico, hasta que el paisaje empieza a quedarse despoblado, allá por el kilómetro 21, en que las nubes que habíamos estado viendo amenazantes desde abajo dejaron de ser amenazantes para convertirse en una preciosa a la vez que tremenda tormenta con gran aparato eléctrico y mayor carga hídrica.
De todas formas, llegamos a Ronda sin mojarnos tanto como presagiaban los gestos de los que bajaban hacia la costa, que nos advertían de lo que ya veíamos y que, irremediablemente nos iba a alcanzar.
En el camino habíamos comprado un par de bombillas para arreglar el piloto trasero de la Ducati, que no es muy conveniente ir en moto (ni en ningún vehículo, sea el que sea) siendo invisible, y mucho menos tal y como estaba la tarde que se había convertido prematuramente en noche por la tormenta. Aunque no pudimos arreglarlo completamente, sí que, al menos, pudimos dejar encendida la luz de posición.

Arreglado el problema, pudimos volver a ponernos en marcha, pero los siguientes 60 ó 70 km, hasta que dejamos atrás el ojo de la tormenta, que lo estábamos viendo desde que salimos, pero que parecía que se movía a nuestro paso, fueron realmente angustiosos: Manolo no se conocía la carretera, y la visibilidad era nula, de forma que se vio obligado a ir detrás de cada coche que se encontraba. Yo, me conozco cada bache, y eso me permitía adelantar con suma facilidad, pero a los pocos kilómetros, preocupado porque no veía las luces de la Ducati, tenía que pararme y dejar que volvieran a pasarme los coches que había adelantado un rato antes. Los que van en moto saben lo que es ir de noche, lloviendo, detrás de un coche que va despacio, pero no lo suficiente como para adelantarlo con seguridad, tirando agua y barro y que enciende continuamente la luz del freno. Es como un espectáculo de fuegos artificiales en tu visera que solo te deja ver eso, colorines deslumbrantes a diez centímetros de tu cara. Menudo contraste: un rato antes en la playa, muertos de calor, y ahora metidos en un tormentazo de miedo...
Afortunadamente, todo lo malo se acaba, y en los últimos kilómetros hasta nos dio tiempo a secarnos lo que nos habíamos mojado (solo las piernas, en mi caso, que ya se sabe que el carenado RS es otra cosa, aunque vaya en minifalda).
El paseo que nos dimos queda recogido en este mapa:

Entrando en el garaje, recibo un SMS de Silverio diciéndome que ha pasado un taco de frío, que no se ha mojado, y que ya está en Granada.
Y aquí, después de soltar este ladrillazo, dejo de escribir la crónica de la entrega de la válvula a los malagueños. La semana que viene los acompañaré en la Riders, en Granada; lo que no me ha quedado claro es si aprovecharán para hacer el siguiente relevo o no. Allí me enteraré.
Resumen: magnífico día, magnífica gente, magníficas carreteras, y ¡vaya la que nos ha caído!, pero la semana que viene, más.

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