sábado, 14 de enero de 2017

382.- SAN AIRALDO VUELVE DE NUEVO

San Airaldo, santo varón, monje cartujo, empieza a ser conocido no solo en la ciudad en la que fue obispo, Portes, sino también a unos pocos kilómetros más abajo, en Andalucía, donde se celebra su onomástica, que es el día 2 de febrero, con una reunión invernal de motos clásicas BMW, que si no me equivoco, ya va por la séptima edición.
Este año, debido a la aglomeración de fiestas en estos días de salida y entrada de año hemos tenido que posponerla hasta el día 8 de enero, pero finalmente se pudo celebrar y disfrutar.
Para reunirnos los distintos participantes, que acudíamos de distintas provincias (Almería, Granada, Málaga, Córdoba y Sevilla) escogimos la Venta El Madroño, una venta motera a mitad de camino entre San Pedro de Alcántara y Ronda, para después irnos juntos a comer a la Venta de la Cueva del Gato, en Benaoján.
Los Mirlos habíamos quedado para salir a las nueve de la mañana, ya que teníamos preparado un recorrido muy bonito pero muy largo, básicamente el mismo que quisimos hacer el año pasado pero que el tremendo aguacero que sufrimos nos impidió.


Este año parecía, en un principio que íbamos a ir bien de tiempo porque a las nueve menos diez estábamos todos en el Kineba a punto para montarnos en las motos y salir para Utrera a recoger a Manolo y Miki. ¿Todos? No; falta Macartur. Tres minutos mas tarde llamada de teléfono. Se ha quedado tirado enfrente del cuartel de la guardia civil de Montequinto con rotura de la barra que transmite el movimiento de la palanca de cambios al selector de la caja de cambios. Para allá que nos vamos a intentar apañar el roto.
A los pocos minutos, todos alrededor de la moto de Macartur.






La avería es una chorrada. Es ésta barrita que va aquí:


Pero si no tienes la barrita original tienes que intentar suplirla con otra que tenga la suficiente fuerza como para transmitir la fuerza que mueva el selector, que aunque no lo parezca es bastante. Se intentó todo con los materiales que la madre naturaleza nos dejó a la mano sin resultados.


También, aprovechando que Fayco vive al lado de donde estábamos, se intentó soldar la barrita original, y tampoco resultó bien, así que la solución fue mandar a Macartur a su casa en segunda (no sufráis, que estaba cerca) y que se fuese a la Venta de la Cueva del Gato en coche para comer todos juntos. Los demás, casi hora y media más tarde de lo que teníamos pensado, nos pusimos en camino.
Manolo y Miki, por su parte, aburridos de esperar, se fueron hasta la Venta El Palancar, un poco más allá de Montellano, donde nos esperaban, y allí nos encontramos media hora más tarde.



Desde allí, sin incidencias hasta la Venta de El Madroño pero por el camino más corto, que después del tiempo perdido era imposible hacer la ruta prevista y llegar a tiempo (a las 12) a reunirnos con los demás. La carretera estaba buena, aunque el día era bastante frío y en las zonas de umbría había humedad e incluso agua en el suelo, lo que daba un poquito de yuyu a la hora de meterse en las curvas, pero se hizo el camino sin problemas y con disfrute general del curveo, que no en vano es una de las carreteras favoritas para andar en moto.
Una cervecita (sin alcohol, por supuesto) y un ratito de charla, y al poco empezaron a llegar todos los demás.









Nuevamente en camino hasta Ronda y hasta un poco más, hasta la Cueva del Gato, casi a la entrada de Benaoján, donde habíamos quedado para comer.
Yo llegué el último porque había ido de moto-escoba para que no se me quedara nadie atrás, que como sabéis llevamos algunos elementos que no llevan lo del posicionamiento de serie y lo mismo salen por Luanco buscando Almería.
En la Venta nos encontramos con alguno que por diversas circunstancias no había podido ir al curveo, como por ejemplo Matías, FrancisR65, que va a tener que cambiarse el nombre y Macartur, por lo que conté al principio de la entrada.
Unas cervecitas en la puerta aprovechando el solecito, que de verdad que se agradecía, y esperando para comer en la mesa que nos habían preparado para veintidós comensales. No acertamos de milagro, porque fuimos uno más, veintitrés.
por cierto, y ahora que estamos aquí, resuelvo una duda que casi todo el mundo tiene: el que casi no se ve porque lleva ropa de camuflaje es Felipe Pio.




Por cierto, obsérvese como en la última foto el artista aprovecha hábilmente el reflejo de la ventana para retratarse, que el pobre no sale casi nunca.
¿La comida? Pues bastante bien. Había encargado que nos hiciesen un cocido con pringá que, por los comentarios habidos y por cómo el personal se dejaba heridas en las comisuras de los labios con la cuchara, parece ser que fue del agrado general. Ademas nos pusieron algunas fruslerías para ir picando y las bebidas que cada uno quiso, postre, café y hasta alguno se pilló un chupito (pos supuesto de esos ligeros que ni tienen alcohol ni nada, solo colorines).


Charla durante la comida, y aunque en estos casos es casi imposible hablar con todo el mundo, porque somos muchos y el tiempo es poco, pues nos pusimos al día, como por ejemplo en el caso de motos nuevas. Aquí está la de Francis R65, que por eso decía antes que se va a tener que cambiar el nombre.


Si ya brilla no quiero ni pensar cómo va a quedar cuando la pille descuidada y le arree con el pulimento.
Otros siguen con la moto de siempre, pero con un nivel de pilotaje de mucho cuidado, que me fui detrás de Silverio unas cuantas curvas (hasta que me dejó atrás) y lo vi a punto de rozar culatines con la RS en varias ocasiones.


Mientras, la comida transcurría plácidamente. Aquí dejo unas cuantas fotos, incluida la artíctica aprovechando la bola de Navidad.






















Acabada la comida, y con el sol cogiendo el portante por detrás de la sierra, nos hicimos las últimas fotos, que intentamos que fueran de grupo, pero los que habían venido de más lejos ya se habían ido, y no pudimos salir todos, pero ahí queda,.







La vuelta, al estilo mirlo: cada uno por su lado. Hubo quien hizo una ultima estación de penitencia en Utrera, hubo quien se equivocó de camino y hubo quien se fue directo a casa. Lo de siempre, vamos.
Y aquí se acaba la crónica de esta séptima edición de la reunión invernal de San Airaldo. Empezamos a preparar la del año que viene, de la que os adelanto que la comida será en el mismo sitio pero aun no hemos determinado donde vamos a quedar. Ha sido un autentico placer haber compartido un rato con los viejos amigos y haber conocido a los nuevos. Nos vemos el año que viene en San Airaldo y, por supuesto, antes, que todavía tenemos Alfarnate. la Venta del Yoni, etc.