miércoles, 13 de julio de 2011

256.- VIAJE A RONDA CON LA RIEJU 125

Esta sábado me he ido a Ronda en la Rieju 125 de mi hijo. Lo he hecho por varias razones:
  • quería recordar cómo eran aquellos viajes de mi época juvenil a lomos de una Cota y a velocidades increíblemente bajas, y no porque hubiese un Pera detrás de cada curva, sino porque la pobre no andaba más en carretera.
  • quería darle un repaso a la moto de mi hijo, que le estaba haciendo falta, a pesar de que periódicamente le voy haciendo alguna que otra cosa que me trae rota
  • quería que mi hijo probase las BMW, ahora que acaba de cumplir dos años de carnet, por lo que le había propuesto que me acompañase
  • y finalmente, quería ver cómo se desenvolvían en carretera la Rieju y mi hijo
El viaje, para ser el primero que hago con mi hijo de acompañante, que no de paquete, que ya hemos hecho alguno, ha sido accidentado, y nunca mejor empleada la palabra, porque cuando estábamos llegando al cruce de Cuatro Mojones (pal Pera), justo en la curva que hay para incorporarse a la carretera de Jerez a Antequera, nos encontramos un accidente de moto. Yo iba delante con la Rieju y lo primero que vi fue una persona vestida de negro, sin casco, con la cara ensangrentada, de pie en la cuneta, junto a un top case de moto. Toqué el freno y me orillé a la derecha mientras seguía examinando la zona: una moto negra tumbada un poco más allá, junto a un casco y restos de plásticos de moto. Mi hijo pasó y se paró cincuenta metros más adelante con la R80ST. Me fui a buscar al herido, que andaba un poco, bastante, obnubilado. Sangraba por la nariz y tenía varias roturas en el traje de cordura, especialmente en el hombro y rodilla derechos. Sangraba un poco por la muñeca derecha, donde tenía varias excoriaciones. Le pregunté su nombre y hablé con él un poco para ver cómo estaba. El accidente debía haber ocurrido muy pocos minutos antes de que pasáramos nosotros, y esta moto nos pasó unos cinco kilómetros antes, a la altura de Puerto Serrano. El chaval no acababa de centrarse. Se encontraba un poco mareado. Una exploración ligera no mostró fracturas. El casco tenía un fuerte golpe en el lado derecho, en la zona parietotemporal. Tras limpiar un poco la cara y dejarlo sentado, llamamos al 112 que a su vez avisó a la ambulancia y a la Guardia Civil. Después llamamos a la grúa. Los primeros en llegar fueron los guardias civiles, los normales; por cierto, uno de ellos me conocía de mi época de Lebrija, donde había tenido que verlo en alguna ocasión. Pocos minutos después llegó la ambulancia. Hablé con el conductor (se habían ahorrado el médico aprovechando que ya había uno allí), le comenté lo que había apreciado y la conveniencia de estudios radiológicos en el Hospital de Villamartín, así como mantenerlo en observación, y lo metimos en la ambulancia, que se marchó en dirección al hospital. Entonces llegaron los guardias civiles de Tráfico. Estuvimos viendo cómo había sido el accidente: había entrado demasiado abierto, se había ido contra el guardarrail, donde había chocado con el lado derecho de la moto y ahí había perdido la verticalidad, arrastrando unos cincuenta metros y pasando a menos de dos cuartas de unas señales de tráfico. Después rompió un poste kilométrico de los de plástico y acabó en la cuneta, un metro más abajo. La verdad es que tuvo muchísima suerte; un par de cuartas más a la derecha y no lo cuenta. Después de esto llegó la grúa, le dejé mis datos a la Guardia Civil por si necesitaban algo, y proseguimos el viaje a Ronda.
Llegamos una hora y pico más tarde de lo previsto.


Mi hijo, apenas paramos las motos, se montó en la suya, la Rieju, y se fue al supermercado a comprar cosas porque tenía mucha hambre. Debe ser que los pelos dan hambre, porque yo cada día tengo menos (pelos y hambre)
En el tiempo que tardó en volver, que no fue más allá de 15 minutos, le hice válvulas a la R100RS, y es que ya no solo le tengo cogida la mecánica, sino que además casi tengo domesticadas las llaves y las galgas.


 

¡Cada vez que me acuerdo de que una vez (eso sí, solo una) me cobraron 100 euros por una puesta a punto de válvulas...! Hay mucho chorizo suelto por ahí, pero después de todo, quizás tenga que darle las gracias, porque si no llega a ser por él no me habría dedicado con el ahínco con que lo he hecho al mantenimiento de mis motos.
Acabada la R100RS, al menos en lo que precisaba de estar encima de la mesa, la bajamos y subimos la Rieju. Lo primero es lo primero: cambiarle el aceite.


Y después arreglarle el pito, que no funciona desde sabe Dios cuándo. La avería es sencillita; solo tiene roto el cable.


Lo pelo, le pongo un conector con una puntita de estaño y lo coloco en su sitio. Vuelve a funcionar.
Seguidamente un petroleado y un lavado (me parece que es el primero que se lleva en su vida) y vuelve a lucir como nueva.


 

A partir de ahí, todo el trabajo del día fue de lija para las piezas que el último día dejé con piel de naranja. A la hora de comer, como mi hijo no perdona, tuvimos que irnos a Ronda a comer algo. Esta vez le dejé la R100RS y yo me fui en el misil amarillo. A la vuelta cambiamos de moto. Indudablemente, la que más le ha gustado ha sido la R1100S ¡cosas de la juventud! Cuando sea un poco mayor sabrá sacarle el jugo a cada una de ellas.
Aprovechando que la R100RS venía calentita le hice un reglaje de carburadores, primero los equilibré con el Twinmax y después la carburé, con lo que tuve que repetir el Twinmax al ralentí. No aprendo nunca.
Y más lija. Menos mal que no me dedico al karate, porque con nada de entrenamiento debo ser mortal de necesidad con todo el entrenamiento que llevo de "dar cera quitar cera" pero en versión lija.
Cuando nos aburrimos nos volvimos para Sevilla. Mi hijo se vino en la R1100S y yo en la Rieju.
Las conclusiones, respecto a las cosas que quería comprobar y que puse al principio son las siguientes:
  • La Cota iba más despacio que la Rieju (no se podía pasar de 80-90 por las vibraciones) y tenía el asiento aún mas duro, pero aún así aguantaba el viaje perfectamente. Esta vez, con la Rieju me ha parecido que he ido a Cabo Norte, luego me estoy haciendo viejo a pasos agigantados. De aquí a nada dejaré las motos y me pasaré a las neveras. 
  • El repaso que le hemos dado a la Rieju lo ha notado.
  • Mi hijo ha probado tres de las cuatro BMW, aunque me parece que no ha llegado a saborear ninguna de ellas. Ya aprenderá, y si no, peor para él.
  • La Rieju se comporta bien en carretera, pero hay que armarse de paciencia para ir tan despacio (90-100 km/h) y se echan de menos mas punta y mas reprise para poder adelantar (por supuesto que adelanté a muchos coches, sobre todo en mis zonas)
El fin de semana próximo tengo tarea en casa (una estantería de Pladur) pero también tengo vacaciones, así que podré ir a Ronda entre semana y ver si acabo de arreglar el estropicio de la piel de naranja y por fin puedo volver a coger la R65.

miércoles, 6 de julio de 2011

255.- EMPIEZO CON LA PINTURA DE LA R65

Este fin de semana ha sido bastante cortito de trabajo y no todo ha salido bien, o mejor dicho, no todo lo bien que debería haber salido.
Me fui a Ronda el sábado con la R100RS, que cumplía kilómetros para el cambio de aceite a mitad de camino, así es que en cuanto llegué, y tras los preliminares, la puse a vaciar el aceite del motor.


Mientras se vaciaba iba preparando las piezas que quería pintar, y que, en contra de lo que yo esperaba, estaban sin lijar del todo. No sé por qué, pero tenía la idea de que las había dejado preparadas la semana pasada y solo iba a tener que llegar y pintar, pero no, estaban imprimadas y con un tacto bastante grosero, así que otra vez a lijar, que es tela de aburrido. Una vez lijadas, preparé el kiosco de pintura


a la vez que iba rellenado de aceite el motor de la R100RS. Un paseito a poner piezas y otro a vaciar una jarra de aceite en el embudo.
Una vez lleno y comprobado el cárter, me fui a pintar. Usé la misma pintura que había usado para la R80ST


y una pistola de HVLP (alto volumen, baja presión, creo que significa) que había comprado hace unos meses en el LIDL y que todavía no había estrenado y que me fue muy bien para la pintura,


cubriendo perfectamente las piezas. Ya me las prometía muy felices previendo el resultado final, que apuntaba buenas maneras.
Preparé la laca; a decir verdad preparé excesiva cantidad de laca y ese fue el primer fallo. Di una primera capa ligerita y esperé unos diez minutos a que se secase un poco. Di otra capa ligera y volví a esperar otros diez minutos.


Hasta aquí todo perfecto, y yo más animado que una feria, que veía que aquello empezaba a tener muy buena pinta. Di una tercer capa más cargada y me quedó estupenda. Me veía reflejado en todas las piezas con gran nitidez, aunque empezaba a ver que tenía que haber insistido con la lija en algún que otro sitio, pero sin que se notase mucho, vamos.
A todo esto, como era sábado, estaban poniendo los entrenamientos del GP de Italia en Mugello y no quería perdérmelos  pero me quedaba mucha cantidad de laca en la pistola. Los problemas que se me planteaban eran que tenía que tirar la laca, pero que aun no se había secado la capa que acababa de dar, pero por otra parte hacía calor y el endurecedor seguiría catalizando la polimerización de la laca, de manera que podía encontrarme con que cuando la laca de las piezas estuviese seca la de la pistola podía estar bastante "seca" también  así que no se me ocurrió otra que intentar retrasar la polimerización de la laca disminuyendo la temperatura, como me habían enseñado en química allá por el año del catapúm. Dicho y hecho: la pistola a la nevera, y de paso me sacaba una cervecita y me veía los entrenamientos. Cuando se interrumpieron por la lluvia, hacia los 35-40 minutos, me fui a la nevera, saqué la pistola, la volví a enchufar al compresor y sin hacer siquiera una prueba, confiado en los resultados que había tenido antes, me puse a lacar. ¡Un desastre! la laca salía muy espesa debido a que con el frío la densidad había aumentado y me hacía piel de naranja. Paré enseguida, pero el daño ya estaba hecho. Esperé un rato a que la laca de la pistola volviese a tomar su consistencia previa e intenté salvar la situación echando capas mas cargadas de laca hasta que se me acabó todo el producto. El resultado no es bueno. hay piel de naranja en todas las piezas, así que me va a tocar más lija y pulido, y ya veremos si consigo recuperarlo o tengo que volver a lacar. Afortunadamente creo que tengo suficiente espesor de laca como para que quede bien. Por cierto, la pistola esta de HVLP no parece la más recomendable para tirar la laca; lo tendré en cuenta para próximas pintadas.
Mientras se secaban las piezas me volví a la R100RS, le desmonté los carburadores y los limpié a conciencia, aunque no estaban demasiado sucios.


Volví a montarlo todo y me acordé de algo que había leído en bmwmotos.com la semana pasada respecto a usar como botella para llevar el aceite un bote de los de detergente. Cogí un bote de jabón Lagarto, lo lavé y sequé bien y lo rellené con el bote de aceite Repsol Élite 20W50 que habitualmente llevo bajo el colín de la R100RS y que, dicho sea de paso, no cierra nada bien, de forma que siempre tengo un charquito de aceite en esa zona


Le puse su tapón y lo guardé en su sitio. Queda bastante mejor que antes, porque, además de ser bastante más hermético el cierre que el del bote de Repsol y ocupar menos sitio, de forma que ahora además puedo llevar el kit reparapinchazos y alguna que otra cosa, es mucho mas fácil de verter en el motor sin que se te derrame por todas partes, gracias al tapón que lleva, así que no te va a tirar la mitad del aceite fuera, como ocurría con el otro.


A todo esto, las piezas ya estaban secas, así que me las traje de vuelta y las dejé descansando hasta la semana que viene en que les daré una buena ración de lija del 2500 y pulido posterior.


En esta foto sí que se aprecia bien la piel de naranja. los reflejos deberían ser totalmente nítidos y no desdibujados. A ver si consigo quitarla.
Dos de las piezas que había pintado, los protectores de las manos de la R80ST los coloqué en su sitio y dejé preparada la moto para volverme con ella a Sevilla. Cualquier día le vuelvo a poner las maletas, a ver qué tal quedan ahora.


Y poco más dio de sí el día. Me di un paseo por el huerto de mi hermano a ver cómo iba prosperando y le hice un par de fotos, que sé que él lo agradece


 

le mangué un calabacín, cuatro o cinco tomatitos cherry y dos fresas, que era todo lo que se podía recoger, y me volví a casa pasando un calor de mil demonios.


 

 

La semana que viene, más, e incluso hasta me voy con la Rieju de mi hijo para hacerle una buena revisión. Ya veremos.