lunes, 26 de septiembre de 2011

262.- SIN NOVEDADES IMPORTANTES. LIJA Y MAS LIJA

Sábado. Nueve y cuarto de la mañana. Ya voy tarde. Arranco la R1100S y la dejo calentando mientras me pongo el casco, cierro la chaqueta y me coloco el guante izquierdo. Meto primera y suelto lentamente el embrague. A los tres o cuatro metros hace un clinck-cataclink y se apagan las luces intermitentes del ABS. Eso es así, pero, casi un año después, sigo sin acostumbrarme a ese ruido apenas arrancar. Salgo a la calle y empiezo a notar fresquito. No es que no se agradezca, que después del verano siempre viene bien, pero me parece que voy a echar de menos un poco más de abrigo en el cuello. Efectivamente, en cuanto salgo a carretera la rasquilla me aconseja cerrar las cremalleras de ventilación de la chaqueta y aplanarme un poco sobre el depósito para protegerme del viento. Al rato ya me he acostumbrado y vuelvo a mi postura habitual. Cuando llego a El Cupí de nuevo noto una bajada de temperatura, pero eso es normal; siempre hay varios grados menos en aquella zona, y son apenas tres o cuatro kilómetros. Un poco más tarde estoy en la Guarida. Tampoco ha sido para tanto. Fresquito agradable a fin de cuentas. Todavía queda verano, el de los membrillos.
No tengo ni idea de qué es lo que tengo que hacer. Otros días voy por el camino haciéndome composiciones y planes de todas las tareas a realizar, pero hoy, como la semana pasada, solo tengo que lijar. Y lo que me queda todavía...
No me apetece nada lijar, pero es que es la única forma de que las cosas queden bien después. Voy a dejar las prisas y voy a hacer bien las cosas por primera vez en mi vida, al menos las de pintura. Bueno, esa es, al menos, mi intención. Ya veremos si después no sale el demonio de las prisas.
El cupulín que va a ir en blanco con raya azul está pintado en azul desde hace bastante tiempo. Enmascaro la zona que va a ir en azul y lo dejo listo para pintura blanca.


Le toca el turno ahora al guardabarros. Aun no sé si va a ir solo en blanco o si le voy a poner la misma raya azul en el centro, pero lo que sí que tengo claro es que le sobran un pedazo por delante y otro por detrás. Marco con un rotulador por donde quiero el corte, de acuerdo con las medidas del que está montado en la R65, que está lo suficientemente corto para no quedar demasiado antigüito y lo suficientemente largo como para no ponerse perdido en días de lluvia.



Me pillo la radial con disco de corte y la aplico contra el guardabarros. Un momento más tarde ya tengo dos pedazos menos que lijar.



Y ya no hay quien me libre. Tapo con masilla de carrocero los defectos que voy viendo y lijo hasta igualar. Vuelvo a tapar agujeros que se escaparon antes y vuelvo a lijar. Ya no veo más cosas raras, así que me preparo para imprimar el guardabarros y el colín, que también he lijado mientras polimerizaba la masilla de carrocero. Uso la imprimación que me gusta. Cinco partes de imprimación, una de catalizador y un poco de disolvente para fluidificar.


Cuelgo las piezas del antiguo tendedero que montaba para pintar


Y las dejo bien imprimadas. Apenas acabada la labor ya estoy viendo por donde le falta masilla de carrocero, así que nuevamente a tapar.


Y nuevamente a lijar, pero mientras se polimeriza la masilla cubro las rayas azules del depósito, al que también le he lijado los descolgados de laca que tenía, pero con tanto ahínco que me he llevado parte de la pintura blanca, así que toca un repaso de blanco.


Después de un par de repasos de lija-masilla-lija me doy por satisfecho con el resultado del guardabarros y el colín y recojo todo para marcharme.


Saco la R80ST, que se viene conmigo, y guardo la R1100S. Me pongo la chaqueta, cierro la puerta y estoy poniéndome el casco cuando aparece Joeseph por el carril, que lleva todo el día rodando por esas carreteras. Tengo prisa, porque he quedado en abrirle la moto a Manolo, en Alcalá de Guadaira, que suena a rayos y truenos desde que le hizo un reglaje de válvulas, y me imagino lo que ha pasado. De todas formas, nos da para un ratillo de charla con un refresco. 


Media hora más tarde nos vamos los dos, él para Málaga y yo para Alcalá.
El viaje de vuelta sin incidencias; me salto el primer cruce de Alcalá, el bueno, que pasa por una gasolinera y ya llevo 300 km en la R80ST, así que debe estar cerca de entrar la reserva. Bueno, aguantaré un poco más y llenaré el depósito en Sevilla. Llego a casa de Manolo y está enredando con los caballos. Me pongo con su moto. Ha hecho el reglaje de válvulas de un cilindro y después ha hecho el del otro sin girar el motor, o tal vez girándolo dos vueltas, con lo que las válvulas estaban totalmente sueltas en el cilindro izquierdo. En quince minutos problema resuelto. Cerramos, arrancamos y todo perfecto. ¡Qué buenas son estas motos! con ese antireglaje de válvulas que llevaba y todavía se movía y a buena velocidad. No me extraña que de vez en cuando se les crucen los cables, o las válvulas, y nos dejen tirados; si es que echándoles una mijita de cuenta de vez en cuando van como un reloj.
Me despido, ya de noche, y sigo para casa. Es tarde y tengo que salir un ratillo con mi mujer, así que dejo lo de echar gasolina para otro día. Total, tampoco se ha quejado la pobre y aun no ha entrado la reserva. Ya puestos, voy a ver cuanto aguanta, que todavía no he apurado este depósito. A 6 litros a los 100 km debería durar exactamente 400 km, pero entre la capacidad residual, que debe andar allá por el litro, que no pasa a los carburadores, y que el consumo no creo que sea de tan solo 6 litros, imagino que deberá entrar la reserva a los 320 km más o menos. Así también calculo cuantos litros quedan en el depósito cuando entra la reserva, por si alguna vez toca apurar. A ver si me acuerdo cuando lo llene y lo pongo aquí. 
Bueno, la reserva ha entrado a los 330 km y le he echado 22,63 litros (mil duros mal contados) así que a partir de ahora me pensaré llegar a los 300 km, porque le queda un litro y medio de reserva y no me la juego. A los 250 a buscar gasolinera, eso sí, sin prisas.

domingo, 18 de septiembre de 2011

261.- DIAS QUE NO LUCEN NADA

Pues si, ayer fue uno de esos días que, como dice el título de la entrada, no lucen nada. Te pegas una trabajera de mucho cuidado y cuando ves lo que has hecho en todo el día se te queda cara de tonto, porque sí, de acuerdo que he desbastado el guardabarros y el minicarenado que arreglé el otro día con fibra de vidrio, y además he lijado el pequeño desastre de descolgado que dejé en el depósito blanco de la R65, y que además he rellenado con pasta de carrocero los pequeños huecos que quedaban en el guardabarros y el carenado, pero es que eso apenas si se nota a la vista. Eso sí, el antebrazo derecho lo tengo para dejarlo en reposo una buena temporada, y con una musculatura que nada tiene que envidiarle a la de Orantes en sus mejores tiempos.



Cuando ya conseguí aburrirme de lijar me fijé que la R100RS tenía dos pequeñas gotas de liquido de freno manchando la goma delantera en el lado derecho


Hace unas semanas me estuvo dando la lata la pinza de ese lado. Le cambié la tórica (puse una del Lidl) y limpié todo, pero parece que aun sigue perdiendo un poco. No es mucho, porque no he notado cambios en la frenada, y tampoco se ve sino solo un poco húmeda la pinza por debajo,


pero ya tengo algo que hacer la semana que viene: cambiarle nuevamente la tórica, no vaya a ser que dé la lata yendo a Benidorm. También le he visto unas gotas de aceite debajo de la palanca de cambio, pero no vienen del retén de la palanca, ni parece valvulina, así que ya tengo otra cosa que investigar para la semana próxima.
Para acabar, y antes de volverme a Sevilla, le di un buen fregado a la R65, que me había llevado a Ronda, y a la R1100S, que me iba a llevar a Sevilla.
Total, lo que decía al principio: una pechá de trabajar sin lucimiento alguno. La semana que viene será otra cosa, o no.

martes, 13 de septiembre de 2011

260.- LA R65 VUELVE A RODAR

Mer ha costado tiempo, pero al final vuelve a la carretera. Todo empezó cuando me di cuenta de que no había saneado bien el depósito de combustible con plástico, de manera que había dejado cegado el paso de gasolina en la posición de reserva. Eso hizo que me quedase tirado una noche volviendo de Los Barriles y que al intentar arreglar el problema en plan bruto (soplando aire a presión) lo único que consiguiese fuera separar la capa de plástico de la capa de metal del depósito, reabriéndose las fugas primitivas. Retiré el plástico con disolvente (acetona) y lijé un poco para ver hasta donde había llegado el estropicio, resultando que el daño era bastante acentuado, existiendo varios agujeros importantes (2 a 3 cm) en la parte inferior derecha. Como iba a necesitar tiempo para arreglarlo (soldadura, pintura, etc.) decidí darle un repaso al motor y cambiar todas las juntas. Como se iba retrasando la reparación del depósito también me puse a la labor de añadirle un nuevo disco a la rueda delantera. 
Tras unas cuantas peripecias este sábado le puse su vestido nuevo, en azul y blanco, que no me ha quedado perfectamente pintado, porque tiene algo de piel de naranja, pero que se va a quedar así por ahora, y conseguí, por fin, conectar las dos pinzas de freno con un tubo rígido ahormado al guardabarros. La bomba de freno resultó que tenía poco caudal para tirar de las dos pinzas (era una de 12) así que la cambié por la que tenía puesta la R80ST (de 13) y ambas se han quedado perfectas: la R80ST no tiene ahora la maneta tan dura y la R65 es capaz de empujar perfectamente los pistones de ambas pinzas, y tan perfectamente, como que ahora sí que frena de verdad. El cambio ha sido francamente notable, y si esta pequeña moto ya iba bastante bien antes, ahora, con este refuerzo de frenada, va espectacular. 



Todavía tengo que mejorar algo el freno trasero que perdió efectividad al poner las estriberas retrasadas y parece que se debe a disminución del brazo de palanca, así que habrá que ir probando cosas.
Por cierto, vaya sábado bueno que hemos echado, aparte de lo de poner de nuevo en funcionamiento la R65. Habrá que repetirlo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

259.- UNA MADURITA CON PERDIDAS

El sábado había quedado en echarle una mano a Diegofull con su moto. El objetivo era quitarle unas pérdidas que tenía por la zona trasera del motor. Pensábamos cambiar el retén del cigüeñal y el reten del primario.
Con tal fin salí de Sevilla algo más temprano de lo habitual para poder estar en Cártama con tiempo suficiente para poder desmontar y montar todo. El viaje hasta Ronda, en la R100RS, lo hice perfecto, sintiéndome muy bien con la moto, con muy buen feeling, que dicen por ahí. En Ronda cambié de moto; dejé la R100RS y cogí la R80ST, que para la zona que iba a hacer a continuación es única, pero no acabé de sentirme bien con ella en todo el camino. No entraba a gusto en las curvas, e incluso me dio algún que otro susto de la rueda delantera, cosa que no me había hecho nunca, que si por algo se caracteriza esta moto es por tener una rueda delantera que parece que va por raíles, en tanto que la trasera sí que se permite alguna que otra pequeña derrapada, sobre todo al abrir gas a la salida de las curvas. Así me pasé la ida y la vuelta, con mal feeling, y no fue sino hasta el lunes que descubrí la causa: medio kilo menos de presión en cada goma. Afortunadamente muy fácil de arreglar.
Llegué a Cártama a las once y pico, un ratillo más tarde de lo que había previsto, pero como Diego ya había desmontado media moto, íbamos bien de tiempo.



En menos de lo que se tarda en contarlo quitamos el basculante


y la caja de cambios,


encontrándonos este panorama:


Las pérdidas no solo eran abundantes, sino que llevaban ahí pegadas, amalgamándose con polvo, media vida de esta moto, que no es corta. Desmontamos el embrague marcando cómo estaban situadas las distintas piezas y nos dispusimos a darle un buen fregado a la trasera del motor, previa extracción del retén del cigüeñal.
Para limpiar bien, Diego le pegó una chupadita al gasoil del camión, poniendo la cara que os podéis imaginar ¡qué asco!. Con un buen petroleado la porquería empezó a despegarse.



Al rato de soplar gasoil con la pistola y arrancar porquería con una espátula aquello empezó a parecerse a un motor y la cara de Diego empezó a iluminarse al ver que su moto también tenía aluminio debajo de lo negro.

 


También le dimos un buen repaso al plato de inercia, de forma que a partir de ahora será fácil localizar las marcas de referencia en los laterales del mismo.


Seguidamente extrajimos, no sin esfuerzo, el retén del primario, que estaba duro como un cuerno.


Colocamos el nuevo en su sitio y tras pérdidas importantes de aceite de la caja de cambios por el respiradero, debido a las posturas en que la pusimos, acabamos con ella. Hay que tener cuidado con estas cosas, no por nada, que el aceite se sustituye, sino por cómo se pone todo el suelo de porquería.


A continuación cambiamos la junta de la bomba de aceite,


que también estaba buena... Probad a ver si una junta nueva se queda así.


Para darle forma al retén del cigüeñal, y a falta de una botella de fino La Ina, que tiene la medida buena, usamos el propio plato de inercia, que ese sí que tiene la medida exacta para el retén. Diego había metido el retén en aceite previamente. Hay que recordar que este retén se monta en seco.


Una vez bien amoldado lo pusimos en su sitio con mucho cuidado, golpeando suavemente todo el perímetro del retén hasta que estuvo bien encajado, acabando con la ayuda de un rollo de cinta de embalar que tenía la misma medida.


Seguidamente empezamos el montaje. El plato de inercia lo colocamos suavemente y fuimos apretando en cruz los cinco tornillos que lo fijan al cigüeñal, poco a poco, hasta que se introdujo totalmente en el retén del cigüeñal. Una vez allí los apretamos a su par, que ahora mismo no recuerdo cual es, pero para eso está el Churchill, y para evitar que se moviera el plato al apretar usamos el método cutre: A falta de la herramienta especial BMW que fija el plato de inercia, colocando un destornillador plano entre las paredes del motor y los dientes del plato se consigue fijarlo para poder apretar los tornillos. Eso sí, se corre el riesgo de romper un diente, pero a mí no me ha pasado todavía. Cruzo los dedos.


Montamos el embrague y la caja de cambios y dimos un nuevo repaso de gasoil para quitar los dedazos de grasa que habíamos ido dejando en el montaje.


Finalmente colocamos el basculante 


y la rueda,


descubriendo que durante el montaje del fuelle del cardan, de manera inexplicable porque se montó la parte trasera en el basculante con éste fuera sin usar ningún útil, y después se montó la parte delantera sin usar ningún elemento punzante o cortante, nos encontramos con una rotura en la parte superior y posterior del fuelle. Diego había dicho poco antes que las gomas viejas duraban mucho más que las nuevas ¡y tanto!.


Diego tapó la herida con un poco de silicona, que no sé si dará resultado o si habrá que volver a desmontar, con el inconveniente de que hay que volver a poner tornillos nuevos de la cruceta, que esos son de un solo uso.
La moto quedó montada y con buen aspecto, pero había un ruido raro al mover la rueda con el embrague a medio pisar y con una marcha engranada. Llamamos por teléfono a Resnian que nos hizo el favor de comprobar en su moto (otra madurita de la misma edad, mas o menos) si el ruido era normal o no. Parece que sí, que ese ruido es normal, aunque no las teníamos todas con nosotros, así que montamos los carburadores para probar si había algún funcionamiento anormal con el motor en marcha. La moto arrancó y no hizo ruidos raros ni al embragar ni al engranar marchas, así que dimos por buena la sesión.


Me volví a Ronda un poco tarde y con malas sensaciones de la R80ST y la cambié por la R1100S, con la que me fui a Sevilla, donde llegué a eso de las nueve de la tarde, cansado y con grasa hasta detrás de las orejas. Hoy, cinco días después, sigo con restos en las uñas, y no es porque no me haya dado con todos los cepillos y jabones de la casa, sino porque la grasa de la moto de Diego era especial. Tantos años aguantando ahí la hacen coger una solera que a ver quien se la quita después.

martes, 6 de septiembre de 2011

258.- PASEO POR ANDALUCIA ORIENTAL

Último día de vacaciones. Me sacudo de encima la pereza que me da asomarme al ordenador y con los dedos un poco torpes por la falta de práctica, me dispongo a seguir con este blog, que lo he tenido muy abandonado este último mes y medio.
Como decía en la última entrada, he tenido que pagar el tributo de la estantería con estancia playera, que es una de las cosas que menos me gusta, pero...
De todas formas, intenté sacarle un poco de jugo y disfrutar al menos el viaje, por lo que me programé una ruta sin autovías para poder disfrutar un poco de la R100RS.  No es fácil ir de Sevilla a Granada por rutas, no digamos que tortuosas, pero que al menos tengan unas curvas, ya que prácticamente el 60 por ciento del camino transcurre por el valle del Guadalquivir, y si algo tienen los valles es eso, que suelen ser llanos, con lo que los "inieros" de caminos no se complican demasiado la vida para trazar carreteras. De todas formas, conseguimos sacarle un poco de jugo a la carretera desviándonos un poco hacia el norte de la autovía y además de conseguir hacer unas curvitas, no muchas, anduvimos por paisajes menos conocidos que los habituales.

La diferencia en tiempo es prácticamente inapreciable, apenas diez o quince minutos más que por autovía, y con menos estrés de radares. Además, tuvimos la "suerte" de encontrarnos con la Vuelta Ciclista a España, poco antes de llegar a Granada, con lo que pudimos disfrutar de todo el espectáculo que se monta, que no solo es el de los ciclistas, sino que antes que con ellos te vas cruzando con los coches de los distintos equipos, con publicidad muy llamativa (recuerdo uno que llevaba un reloj enorme en el techo) y sobre todo con los guardias civiles. Posiblemente aquel día no había ninguno en las otras carreteras de España, porque estaba todos allí. Casi llegado a Pinos Puente, por fin nos pararon y nos dejaron aparcados en la cuneta en tanto pasaban los ciclistas, y pudimos apreciar en toda su intensidad el entusiasmo que le ponían los guardias para organizar el trayecto, pasando a velocidades excesivas junto a los coches, y las personas, que estaban en el arcén. Fruto de esas habilidades presenciamos un espectacular piñazo de dos guardias que, gracias a Dios, se saldó únicamente con la rotura de una maleta, pero que podía haber sido mucho mas grave. Y es que no se puede predicar que los demás no corran para después tú ponerte a toda pastilla, por mucha lucecita azul que lleves.



Por fin pasaron los ciclistas y nos dejaron continuar. Unos minutos más tarde estábamos en Granada, en el hotel. Después de una ducha nos íbamos a ir a hacer turismo cuando se nos ocurrió llamar a DavidRC para que nos contase en directo cómo les había ido el viaje a Alemania. Quedamos con ellos en el centro de Granada (casi me meto en el Ayuntamiento con la moto) y ahí empezó un día de cerveceo que para mí se queda. Del centro nos fuimos a El Boliche, un bar de un aficionado a la reconstrucción de trastos viejos de los que nos gustan a nosotros, donde echamos unos buenos ratos de charla admirando las motos restauradas que tenía por allí y que se ven fatal porque les hice fotos con el móvil a calidad ínfima, pero no importa porque volveremos y me llevaré la cámara buena. Es un sitio altamente recomendable para visitar, y no solo por las joyas que tiene allí, sino por la calidad humana del dueño. Se puede ver algo más que lo que yo pongo en http://www.elbolichegranada.com/.



De El Boliche fuimos a los afamados Talleres Salivillas, que no los conocía aún, y que tienen francamente bien montado  estos granadinos. Un muy espacioso local y buenas herramientas ¿qué más quieres? Pues ni así, que el 66% se quedan tirados en cuanto salen al extranjero :-Þ


De allí ya desconozco donde fuimos porque no guardo registro en mi memoria.
Al día siguiente habíamos quedado con Silverio que nos iba a acompañar un rato por la Sierra. Maricruz no iba muy bien, que le estaba pasando factura el movido día anterior, y no iba muy dispuesta al curveo, pero como buena acompañante que es, se resignó, se acopló en la trasera de la R100RS y se dispuso al martirio, que eso es lo que nos preparó Silverio. Es broma ¿eh? que yo me lo pasé como un enano, aunque seguir a Silverio con la Paris-Dakar por aquellas curvas, con paquete y la R100RS no era fácil. Hubo momentos en que eché de menos la R80ST que se mueve por esas zonas como el junco con la brisa (me ha dado por ahí). La ruta que hicimos era esta:


Poco más de 200 km, pero bien movidos. Al paso por el pantano de Quéntar hicimos unas fotos


 

 

y seguimos adelante, hasta La Peza, donde volvimos a parar para hacer fotos y para que Maricruz descansase, que empezaba a tener el estómago revuelto, y si no, véase la carita que llevaba.





En La Calahorra nos despedimos de Silverio, que se volvió a Granada y nosotros empezamos la subida al Puerto de la Ragua. A mitad de camino nos paramos en el Mirador del Marquesado para asomarnos a todo el paisaje que habíamos ido dejando atrás


 


Ya no hicimos más paradas, que el día iba calentándose cada vez más y empezábamos a tener ganas de llegar y tomarnos una cervecita, cosa que hicimos nada más llegar al hotel e inscribirnos, sin subir siquiera a la habitación porque aún no estaba preparada (eran ceca de las dos de la tarde).


El. hotel en el que estuvimos, el Bellavista, tiene que contar, pero para resumir os diré que es muy grande y está excesivamente masificado, por lo que resulta incómodo. Tienen buenos detalles como el habernos dejado en la habitación el segundo día un plato de fruta, que nos vino de miedo


pero, acto seguido, se cargan el detalle no recogiendo los restos en los dos días siguientes.
La habitación estaba bien, pero el televisor solo tenía sintonizados cuatro canales, uno de ellos de venta a distancia, y sin posibilidad de sintonizar más, por haberle capado la función. No me dejaron meter la moto en el aparcamiento cubierto aduciendo que no había espacio, con lo que tuve que dejarla en el descubierto, pero afortunadamente la veía desde la terraza de la habitación, que por cierto no tenía mala vista, como corresponde al nombre del hotel.


 

Y unas cuantas cosas más que no vienen al caso, pero en resumen, el hotel no está mal, pero es mejor irse a otro más pequeño, que seguro que los hay en un radio de menos de 500 metros.
Los días siguientes pasaron sin que pudiese visitar a nadie de los que tenía pensado (Alfonso, Komodoro, Varito y Pantallazo) porque las obligaciones familiares son como son, de forma que cuando llegó el lunes lo recibí encantado porque por fin iba a poder volver a coger la moto y además me iba a quitar de enmedio.
Había quedado con Diegofull en pasarme por Cártama a la vuelta para echar un rato de charla, y hacia allá nos dirigimos. Llegamos sobre la una de la tarde y tras los saludos de rigor nos llevaron a comer (Diego y Noelia, que no la había nombrado) a un sitio que estaba muy bien, ero que no recuerdo como se llama. Ademas es baratisimo, tanto que no nos costó nada porque el mamarracho de Diego se empeñó en que no pagara. Se la debo. Comimos unos filetitos de buey (para los tíos) y de ternera (para las chicas) a la piedra, regados con vino de Ronda y cerveza, que nos supieron a gloria.


 

 

Acabada la comida nos acompañaron en moto hasta Almargen, donde tomamos café y nos despedimos. Quedamos en vernos la semana siguiente para intentar arreglarle un pequeño problemilla de pérdidas a la R90S de Diego, pero eso es otra historia que contaré más tarde.
Llegamos a Sevilla muertos de calor pero contentos del fin de semana largo y, sobre todo, de volver a estar en casa, que se echa de menos.
¿Que como se portó la R100RS? Pues como lo que es: una de las mejores motos del mundo.
Mi agradecimiento desde aquí a los granaínos (David, Silverio, Miguel Angel, Edu) y a los malagueños (Noelia y Diego) por habernos aguantado, y mi más sentido pésame por no haberlos visto a Juan (Komodoro), Alfonso, Varito y Pantallazo, pero todo se andará, y de todas formas, ya estamos al ladito de Halloween, que solo queda mes y medio para que nos veamos en Benidorm.