martes, 10 de marzo de 2009

118.- ¿TIENE QUE MATARSE ALGUIEN PARA QUE ASFALTEN ESTO?

Por aquí paso muy a menudo para volver a casa; saliendo del Puente del Quinto Centenario me desvío hacia los Remedios por el Puerto de Sevilla. Es una zona con muchísimo tráfico pesado, y, lógicamente, el asfalto se resiente, pero no hay razón para que se encuentre en el estado en que se encuentra. Ignoro si su cuidado depende de la Diputación Provincial, del Ayuntamiento o de quién, pero el caso es que esta zona comprendida entre estas dos rotondas, junto al Puerto de Sevilla, es un sinfín de trampas, especialmente para los vehículos de dos ruedas.

Apenas salir de la primera rotonda (la de abajo en el mapa) se encuentra uno este monumental conjunto de grietas, y baches presididos por este enorme agujero

De la profundidad que tiene el agujero nos puede dar una idea la lata de coca-cola que puse en su interior, para que me sirviese de elemento comparativo de tamaño, que no llega a sobrepasar los bordes.

Qué duda cabe de que si uno se mete en ese agujero con una moto se ha metido en un buen lío del que posiblemente salga al menos con un buen susto. Visto desde otro ángulo, su aspecto sigue
siendo imponente.

Y un poco mas adelante hay otro agujero de similares características, por si acaso has podido pasar con bien del primero.

La carretera, hasta la siguiente rotonda, está sembrada de nuevas trampas, que quizás a un vehículo de cuatro ruedas apenas si le suponga un traqueteo mas o menos importantes, o la rotura del cárter, pero que a nosotros los motoristas nos puede hacer mucho daño. Y cuando llegamos a la siguiente rotonda, la de más arriba en el mapa, el aspecto no mejora mucho. A la entrada, este aspecto:

Hasta los peatones deben tener dificultades para pasar por ese paso de cebra. sin ayuda de un piolet. En medio de la rotonda, justo en la trazada buena, otro agujero de muchísimo cuidado, por si has podido esquivar todos los anteriores

y a la salida todo un campo de socavones a cual mas puñetero

para acabar con otra estupenda colección de agujeros, digna de estar en cualquier museo del disparate, a todo lo largo de la calle.

Es de gran innobleza sacarnos los cuartos a impuestos para tener nuestras calles y carreteras así. Como siempre, cuando haya una desgracia se asfaltará la calle y se pondrán los medios para que no vuelva a pasar y, al menos en unos años, hasta que vuelvan a hacer acto de presencia las secuelas de la desidia y la poca vergüenza de quienes nos maldirigen y mangonean, estaremos algo mas tranquilos. Es el vergonzoso tributo de sangre que tenemos que ir pagando los que hemos decidido que no nos gusta ir enlatados.

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