viernes, 20 de marzo de 2009

121.- ¿TORRIJAS Y MOTOS?

Pues no desentonan tanto como se pueda pensar en un principio. Algunos de mis lectores me preguntan, no sé si con algo mas de sorna que de curiosidad, que si no hago algo más que enredar con las motos. Obviamente, hago muchas mas cosas; ya se sabe que las mentes inquietas raramente descansan, pero este blog va de motos y así va a seguir; no obstante, a petición de algunos amigos, pongo aquí la receta de las torrijas, ahora que se acerca la Semana Santa, para que se endulcen un poco la vida y, de paso, añadan unos centímetros a su ya amplia cintura, que esto lleva calorías de las de guardar junto al ombligo. ¡Va por vosotros!
Tomaremos, para empezar, una pieza de pan que habremos preparado previamente (yo hago mi propio pan y ya os contaré otro día las formas de hacerlo) o que habremos comprado a este efecto en una panadería, solicitando al amable tendero que nos lo sirva especial para torrijas. La preparación, para el que no se haga su pan, consiste, exclusivamente, en dejarlo unos dos o tres días hasta que empiece a ponerse incomible (las mujeres dicen que se ha asentado, y así será, si ellas lo dicen). A continuación cortaremos el pan primero en rebanadas de un grosor de 1,5 cm y después volveremos a cortar las rebanadas, o no, según el tamaño torrijero que queramos, a saber: grande (sin cortar), mediano (cortar por la mitad) o pequeño (cortar en cuartos). Yo he preferido, por esta vez, hacerlas en tamaño mediano.

Previamente habremos preparado dos litros de leche que habremos hervido con la corteza de un limón, diez cucharadas de azucar y una rama de canela y habremos dejado enfriar. Una vez fría, la depositamos en una bandeja, y en ella ponemos las rodajas de pan para que se empapen bien.

Mientras el pan se impregna bien con leche batimos tres huevos en los que rebozaremos las torrijas para freírlas. Obsérvese que hasta alguien como yo, capaz de pintar una moto vestido de domingo, se pone un delantal, luego es facil mancharse ¡ojito!.

Una vez rebozadas, solo nos queda freírlas en abundante aceite muy caliente (190 ºC) hasta que queden bien doraditas.

y apartarlas en un plato con papel absorbente para dejarlas bien secas de aceite.

Mientras vamos friendo torrijas, podemos preparar un almíbar con miel y agua en la proporción que nos guste, ya que hay a quien le gusta más espesa, y a quien le gusta más líquida.

Esta mezcla de agua y miel la ponemos al fuego hasta llegar a un hervor ligero y la dejamos enfriar.

Depositamos las torrijas sobre una fuente grande y las dejamos bañándose en el almíbar durante unas horas, regándolas con un cazo de vez en cuando. Y ahí estan nuestras torrijas:

Solo queda hincarles el diente. Por cierto, al ser un dulce propio de Cuaresma y de Semana Santa, goza de bula papal para comérsela con los dedos; eso sí, siempre que se los rechupetee uno.

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