sábado, 29 de noviembre de 2008

93.- UN EMPUJONCITO A LA HONDA EN UN DIA CHUNGO

Hoy quizás no era el mejor día para hacer cosas. He dormido bastante mal y ni me encuentro bien ni me he encontrado bien en todo el día. Supongo que la edad tendrá algo que ver, aunque no todo, porque anteayer solo tenia dos días menos y me encontraba como nunca. Misterios del alma y del cuerpo...
Ayer tarde compré un compresor nuevo, ya que el otro lo voy a jubilar en casita si puedo arreglarlo, y si no, ya veremos qué destino le doy. Este es un poco mas mejor, creo yo. Por lo menos es de marca conocida, Michelin, y pesa bastante más que el otro. Ademas lleva aceite en el motor, que, digo yo, que para algo servirá...
El caso es que tenía que llevar el compresor a Ronda; ademas, quería llevar el asiento de la Honda, que ya está tapizado y ha quedado como nuevo, y la chapa del otro asiento de la BMW, que estaba bastante oxidada y le quería hacer un lavado de cara antes de tapizar. Con estas premisas, y por muy buena que sea la BMW, es mejor llevarse el coche, que no me veo yo tumbando por esas curvas de Dios con un compresor en una maleta, un sillín en la otra y la chapa amarrada a la espalda. Me acompañaban mi mujer y mi hijo, y para allá condujo mi hijo, que yo creo que hasta le gusta conducir neveras, y no lo hace mal. A ver si conduce las motos así...

A pesar de que salimos con un sol casi primaveral, bueno otoñal, bueno invernal, conforme nos íbamos acercando a la "provincia de Ronda" ¿sabéis que en el s. XIX hubo dos intentos de hacer una provincia rondeña? pues ya os lo contaré otro día, que hoy vamos de motos. Decía que conforme nos íbamos acercando a Ronda el cielo se estaba empezando a poner un poco mas bravío. Por Algodonales, mirando hacia Zahara se podía imaginar uno la que estaba cayendo por Grazalema.

Un poco mas allá llegando a El Gastor, el panorama aún parecía mas amenazador, y se podía intuir que nos íbamos a mojar y que el día iba a ser fresquito. Llegando a Ronda vemos nieve en lo alto de la sierra y gran cantidad de ramas esparcidas por la carretera. Han debido tener una noche de viento de las de no desearlas.

Por supuesto, ni una moto. Está claro que cuando hace frío, llueve, o ambas cosas, solo salimos mi moto, la que esté de guardia, y yo.
Llegamos a Ronda y lo primero que hice fue desembalar el compresor, cambiar un tapón que traía por la varilla del nivel del aceite, comprobar que tenía aceite, y ponerlo en marcha. Hace muchísimo menos ruido que el otro; con este se puede trabajar sin problemas, incluso se oye la música cuando está trabajando; por otro lado el calderín es el doble de grande, con lo que me permitirá trabajar mas tiempo seguido sin tener que esperar a que se recargue, y además, es bastante mas rápido que el otro en llenar un depósito del doble de capacidad.

Una vez comprobadas sus virtudes, me puse inmediatamente con la tarea. Para empezar, cambiar las pastillas de freno de la Honda, que ya habíamos visto que estaban fatal, especialmente las del disco izquierdo, porque las otras llevaban muchos años en aceite, y todo el mundo sabe lo que duran estas piezas en aceite..., casi lo mismo que un martillo en manteca.
Repito los pasos por si alguien no se los sabe todavía: después de quitar el tornillito que asegura el pasador y aflojar éste un poco, se quitan los tornillos que sujetan la pinza a la botella de la horquilla.

Sacamos la pinza del disco y nos asomamos dentro. No me sorprendo porque ya lo había visto el otro día: un espectáculo horrible: frenando con los hierros de las pastillas. Un desastre.

Ahora sacamos el pasador con una llave Allen

y ya tenemos libres las pastillas; las quitamos y vemos los pistones o empujadores o como quiera que se llamen.

Las pastillas, si las comparamos con las nuevas, parecen gritar: ¿por que no me habéis cambiado hace un porrón de kilómetros?

Bueno, ahora solo queda poner las pastillas nuevas en posición, volver a colocar el pasador en su sitio

y volver a fijarla a la botella con sus dos tornillos, que, por cierto, deben apretarse a 31 Nm de torque o par.

A continuación seguí el mismo procedimiento en la otra pinza, la derecha. En esta, las pastillas habían estado en aceite por aquello de la rotura del retén de la horquilla, y su aspecto era bastante mejor que el de sus hermanas; de hecho, tenían casi el mismo espesor que las nuevas.

Véase qué diferencia entre las de un lado y las del otro, y es de suponer que se cambiarían al mismo tiempo

Las he limpiado y desengrasado muy bien y las voy a dejar para repuesto del freno trasero, aunque por ahora parece que están bien. Ya lo abriré otro día, y si no tengo que cambiar pastillas, por lo menos limpiaré el circuito y cambiaré el líquido de frenos.

Después de los frenos me fui a cambiar el filtro del aire. De todos es sabido que cuando uno empieza a aburrirse de su moto, los cambios de aceite y de filtros parece que se enquistan un poco, y empieza uno a dejarse los dineros en otras cosas. Esta moto no iba a ser una excepción, así que una de las cosas fundamentales en la revisión postcompra-preestreno tenía que ser cambiar los líquidos y los filtros.
Al filtro del aire se accede a través de una tapa de plástico sujeta por cuatro pequeños tornillos en el lado izquierdo.

Tras retirarla, el filtro de aire, que entra a presión, sujeto por una chapa alargada y ondulada que se extrae tirando suavemente de ella.

Como imaginaba, el filtro no se había cambiado en un golpe de kilómetros, como se dice en mi pueblo. No hay mas que ponerlos al trasluz y ver que el viejo no deja pasar la luz, en tanto que el nuevo resplandece como un San Luis.

Siguiente paso: cambiar el aceite del motor y, por supuesto, el filtro. Antes de nada, documentarse un poco sobre dónde están las cosas, qué lubricante lleva, cuánto, por dónde se echa... todas esas cosas que hacen mas fácil cambiar el aceite.

Gracias a esta labor de documentación, me entero de que el tapón de vaciado está en el lado derecho, en la parte baja del motor, como siempre; es igual que el servicio de caballeros: al fondo a la derecha ¡siempre! Quitando la tuerca sale el aceite: de color negro asqueroso. Por cierto, el recipiente me lo encontré el otro día en la calle; es chulo ¿eh? Y ahora que me fijo... ¿ese tubo del bastidor es así o está soldado encima? Hay que mirar eso bien, no vaya a ser que esté roto y haya que asegurarlo.

Seguidamente hay que quitar el filtro de aceite, que está escondido detrás de los escapes y que en teoría se quita con una llave especial que he comprado, pero que no veo la forma de meter por ningún lado si no es quitando los escapes. Debe ser bonito, de todas formas, hacer el cambio de filtro con el motor caliente... las quemaduras en los dedos tienen que ser de pronóstico reservado. Ya me informaré para el próximo cambio de cómo se hace esto. A falta de la llave especializada he usado una de las de toda la vida, de esas que son un pedazo de cuero que se aprieta sobre el filtro. Ha funcionado perfectamente.

Después de esto, y con gran parte del aceite vaciado, desmonté el radiador de aceite, que el pobre tenía muy mala pinta: bollos, desconchones...

Lo limpié adecuadamente, lo desengrasé, aunque solo por fuera, porque él seguía empeñado en soltar aceite, y quedó así ¿tiene pedradas?

Una manita de pintura y mientras se va secando, me pongo a adecentar un poco la chapa del sillín de la BMW, que quiero tapizarlo esta semana, y estaba de pena, penita, pena.

Maricruz, mientras tanto, combatía el frío, que era intenso de verdad, especialmente para los que no han tenido el privilegio de nacer serranos, con algunos ejercicios malabares que mi hijo recogía con la cámara para la posteridad.

Una vez seca la pintura del radiador (mas o menos, porque tampoco tiene uno toda la mañana), lo he vuelto a montar en su sitio (queda bastante mejor, la verdad, y no es porque lo haya hecho yo)

y he cerrado el orificio de vaciado del aceite. Le he puesto una arandela de cobre, aunque no traía, pero digo yo que daño no le hará ¿no?

De par o torque le he puesto lo que se me ha venido a la mente. He apretado hasta que me ha saltado la neurona de "yastáquetepasas".
Después he pintado el asiento, no sin antes haberle soldado un par de tuercas que le faltaban para la sujeción al colín.

Y finalmente en lo que mas tiempo he invertido: en echar tres litros de aceite al cárter. Necesito un sistema algo más rápido.He hablado con algunos ingenieros y me dicen que tal vez con un embudo algo mas grande y una goma también con un poco mas de luz, es posible que tarde en llenar el cárter de aceite menos de lo que tarda en secarse el asiento recién pintado en un día de lluvia y frío intensos.

Bien, y con esto se acaba la labor de hoy. Hemos llegado tardísimo a comer (perdón, mamá, era una cuestión de orgullo acabar el llenado de aceite), hemos pasado un montonazo de frío, del de caérsele a uno las gotitas de agua de la punta de la nariz y dolerle las manos después de lavárselas, de fría que estaba el agua, pero algo hemos avanzado. Mañana haré algo más y quizás hasta cambie de moto, deje allí la BMW y me traiga la Sprint, que ha estado tontona para arrancar, posiblemente por la terrible rasca que hacía.

domingo, 23 de noviembre de 2008

92.- MERCADILLO DE CLASICAS EN MORON

El amigo Nacho Eguía había avisado en el foro de clásicas de bmwmotos.com de que hoy había mercadillo de clásicas en Morón. Ya he ido en algunas ocasiones a alguno, y siempre salgo con la misma impresión: ¿estos tíos están locos o qué? ¿cualquier pedazo de hierro viejo vale esa pasta? si esas motillos valen lo que piden por ellas ¿cuanto tengo que pedir yo por la mía?. Hoy no ha sido una excepción, pero vayamos por partes: Para empezar, nada mejor que poner el cartelito, que eso siempre viste mucho.

Para seguir, debo comentar que salimos a eso de las diez y media u once menos cuarto y que nos fuimos directamente a Moron, que el dia estaba fresquito, con viento desapacible, pero nada comparado con lo que viene para los próximos días, que apenas si encontramos motos por la carretera, y sí que encontramos un caballo desbocado en dirección contraria perseguido por otro caballo, este montado, que intentaba atraparlo. El susto casi como el de verte venir a un camión de frente por tu carril. Nos escondimos detrás de una furgoneta que llevábamos delante y esperamos a que pasaran. Unos metros mas allá el jinete consiguió coger las riendas del caballo desbocado y se acabó el peligro.
Llegamos a Morón sin más contratiempos y nos fuimos directamente a la alameda, que es la prolongación de la carretera. Allí ya se veía un poco de animación motera. Aparcamos la moto junto al lugar en que estaba colocado el mercadillo, y a nuestro lado aparcó una jovencita K100 amarilla, de tan solo 22 años.

Hablamos un rato con su piloto y coincidimos ambos en que tenemos unas motos muy bonitas. Dimos un paseo por la alameda para ver lo que por allí estaba aparcado, y encontramos algunas motos que me parecieron muy bonitas, y que por eso las pongo aquí.
Una Harley Davidson monocilíndrica,

una Kawa Zephyr (siempre me ha gustado esta moto)

y una vieja conocida: la R100R de Motoroto, otro amigo del foro de clásicas de bmwmotos.com, al que tuvimos el gusto de saludar un poco mas tarde.

Un poco más abajo, una CB 650 matrícula de Canarias. Creo que lo de islas afortunadas les viene porque ellos podían importar motos con las que aquí, en la península, ni se nos ocurría soñar.

Un poco mas allá una Vespa tuneada de esta curiosa forma:

Y petardeando de manera característica apareció una Bultaco Metralla. ¡Qué pequeñas son ahora aquellas motos que de niños nos parecían tan grandes...!

A la entrada del mercadillo encontramos una Guzzi, tambien bastante retocada.

En el interior, y a precios escandalosos, una Puch Minicross entre dos Puch Cobra,

una preciosa Montesa Cappra

y una no menos bonita Montesa Impala Sport ¡qué me gusta esta moto!.

También pudimos ver una Sanglas 500 ¡con arranque eléctrico! se acabaron las lesiones en la pierna por la patada que pegaba aquella palanca de arranque.

Y un poco a la derecha un grupo de motos que parecían haber sacado esta misma mañana del granero donde habían pasado los últimos treinta años. Motos, remedando a Becquer, que estaban "esperando la mano de nieve que sabe arreglarlas". La primera es una vieja conocida de los seguidores de este blog.

Bien, los precios de los recambios exorbitados, al igual que los de las motos. No es posible pedir por ocho tacos de goma de los cilindros (daditos de goma de unos 2 cm de lado) dieciséis euros. ¿A dos euros el dadito de goma? A robar a Sierra Morena, hombre. Total que no he comprado nada y nos hemos ido de nuevo a la calle a seguir viendo motos. Para empezar, una Guzzi 850. Me gustan las Guzzi, y las Montesa, y las Ossa, y las BMW, y...

La Sanglas 500, que antes estaba aparcada en el interior, ahora pudimos escucharla arrancada;

también vimos una preciosa Honda Bol d'Or

y una Montesa Impala, pero ahora andando.

También había varias Royal Enfield haciendo propaganda, conducidas por muchachitas de agradable presencia.

Y no faltaban las chinas de cuyo nombre no me acuerdo, pero que son copias malas de la BMW, y a las que, por supuesto, no les he tirado ni una foto. Y para acabar con las motos, antes de volvernos a Sevilla, pasó por delante nuestra una preciosísima NSU.

No solo los comerciantes de clásicas hacían negocio, porque se nos ocurrió tomarnos una cerveza en el bar de al lado del mercadillo y nos cobraron un euro por botellín (más de 70 céntimos de margen de beneficio, que no está mal). Total que nos hemos vuelto a Sevilla con la alegría de haber visto un montón de motos bonitas. Al final nos hemos ido a nuestro barrio, al bar de siempre, a tomarnos una cervecita a precio normal,

con unas gambitas,

mientras la pobre BMW miraba desde debajo del bordillo y soñaba con sus años de juventud.