La última semana la he pasado en Ronda casi entera, pero no me he podido dedicar a trabajar en las motos porque tenía otras cosas que hacer, fundamentalmente asistir a un congreso relacionado con mi actividad profesional y aprender algo de lo que me da de comer. A pesar de eso, y aprovechando algunos ratos libres, me ha quedado tiempo para hacer alguna que otra cosilla, aunque no todo me ha salido bien.
La semana empezó, como quedó dicho en la última entrada, con la llegada de la Honda. Volví a Sevilla el martes, y el miércoles estaba de nuevo en Ronda. Dejé la Triumph en el garaje y me fui al congreso con la BMW, que quieras o no, me gusta bastante más.
El Congreso me absorbió todo lo que quedaba de semana laboral (miércoles. jueves y viernes) y apenas si me pude dedicar a hacer alguna que otra cosilla como lavar las tres motos y montar los amortiguadores traseros de la OSSA.
Una vez montados me di cuenta de que los cojinetes de la dirección no van nada bien; son cojinetes de bolas con más años y más mal trato que el famoso baúl de la Piquer, y no están buenos; tienen todas las pistas marcadísimas y las bolas han perdido la esfericidad para convertirse en plomillos machacados; en un principio pensaba que se podían quedar así, pero he decidido cambiarlos por unos de agujas; los desmontaré completamente y buscaré unos adecuados.
El trabajo siguió con una nueva puesta a punto de válvulas (sonaban mucho los balancines del cilindro derecho) y reapriete de las tuercas de la culata. Como podía ser que el ruido del cilindro derecho fuese debido a holgura del eje axial de los balancines, lo apañé según las indicaciones de mi amigo Emilio: aflojar las tuercas, darle unos golpecitos axiales con el martillo y volver a apretar. Por cierto, en el último arreglo (casquillos de bielas y segmentos) puse los culatines de válvulas al revés (el izquierdo en el derecho y viceversa) como puede verse en esta foto.
No es nada problemático y pasa en las mejores familias. Lo curioso es que me iba fijando y decía: aquí hay algo raro, pero no acababa de ver el qué, obsesionado como estaba por el ruido del cilindro derecho. A Emilio no le pasó desapercibido; en cuanto la vio en Granada, en la Riders, me lo dijo. ¡No se le escapa una!
Otro apaño que pude hacer fue arreglar la tapa derecha, la que cubre la batería, de la Honda. Tenía rota la cogida superior, la única que va sujeta con tornillo, ya que las otras dos sujeciones son de presión sobre un orificio con una goma.
Con masilla de dos componentes y un poquito de lija para que ajustase la grapilla en que se acopla el tornillo, quedó totalmente sólida.
Me da igual el cambio de color porque es una pieza que pienso pintar, y, aunque así no fuese, queda totalmente oculta a la vista.
El sábado esperaba visita. Los compañeros (del metal) de BMWmotos.com, sector clásicas, subsector noble, habían quedado en hacerme una visita para programar unos actos que tenemos pensados para más adelante, en relación con una válvula que se dedica a viajar por España, por feliz idea de uno de los componentes del citado grupo de BMWmotos.com, sector clásicas, subsector noble, y que, a lo mejor, para la próxima primavera, si los norteños no se duermen, podemos verla por aquí. A lo que iba: que el sábado, mientras esperaba la visita de todo el personal, me dediqué a estos menesteres que antes he descrito, y ademas se me ocurrió mirar cómo estaban los bajos de la Honda. Para ello, cualquiera la habría subido a la mesa elevadora, habría pegado veinte patadas y se habría asomado por abajo. Yo soy un poco especial, y para no marear mucho la perdiz, la tiré al suelo, y no le di la vuelta como cuando arreglo la bici porque mis músculos no dan para tanto, que si no...
En esta innoble postura me sorprendieron mis colegas, que yo creo que aun no se acaban de creer que la tirase intencionadamente para mirarle los bajos, e incluso alguno sigue pensando que
me sorprendieron segundos después de haberme pegado una piña en parado, de esas que se pega uno de vez en cuando en un semáforo y que hace que desees que se hunda el paso de cebra más próximo y nos trague para siempre, o al menos que nos devuelva en otro punto de la ciudad como si de un agujero de gusanos interpasocebriano se tratase.
La imagen era, ciertamente, un poco esperpéntica: seis magnificas motos con sus respectivos jinetes frente a un pobre hombre que se esforzaba levantando doscientos y pico kilos con una sola mano mientras con la otra saludaba a los recién llegados (esto no se lo cree nadie, pero ¿a que suena bonito?).
De izquierda a derecha: Silverio (Silverio, R100RS), José María (Joeseph, R100RS), Juan Carlos (MrTwinFlat, R1100RT), Miguel (Bokis, K75). José Ignacio (El Vecino Misterioso, R100/7) y José Ignacio (Jose Ignacio, R1200GS). Ahí donde los veis, un cuarto de milenio posando para la posteridad...
Las motos ¿qué voy a decir de ellas? pues que son una maravilla. Las dos RS juntitas como dos hermanitas.
La jovenzuela R1100RT mirando altiva cómo sus mayores se reunían a su lado.
La multicilíndrica K75 intentado comprender cómo el resto del mundo puede andar por ahí con tan pocos cilindros y puestos "de aquella forma"...
La mas ancianita de todas, la R100/7, un poco la prima mayor de todas las R100, coquetuela de ojos azules, sonriéndole al sol y mostrándose indiferente al paso del tiempo.
Y finalmente, había una R1200GS, pero como esas las regalan en los botes de detergente Colon y en los paquetes de pipas, el que quiera verla que se compre uno.
Mientras ellos hacían corrillos comentando las jugadas de la mañana, yo me afanaba en bajar la BMW de la mesa de quirófano, en recoger las herramientas y en guardar la Honda en su sitio.
La idea, según pude colegir tras algunas deliberaciones, era la que pergeñamos hace algunos meses, mas concretamente tras la reunión que tuvimos en Iznajar: ir a comer al restaurante que la viuda de Mike Hailwood tenía en un pueblo de la Serranía de Ronda: Gaucín. Nuestros planes eran los de hacer el relevo de válvula en un lugar con altísimo significado motero, pero las cosas se enredaron un poco, como mas adelante os cuento.
A continuación fuimos a recoger a las esposas de Joeseph y Jose Ignacio, que se habían quedado de compras por la ciudad, para bajar juntos a hacer unas fotos con el Puente Nuevo de fondo; es una foto que me encanta y que prodigo con todos los visitantes, porque, a la belleza del paraje se une la dificultad, no escasa, tanto de la bajada como de la subida, especialmente para motocicletas no pensadas para andar por vías empinadísimas y de piso no especialmente agradecido, sobre todo en mojado.
Una vez en el fondo del Tajo pudimos recrearnos con las maravillosas vistas, en especial del "asa de la caldera", y que yo, por no pecar de repetitivo, dejo de poner.
Volvimos a montar en las motos y paramos un par de hectómetros más arriba, para fotografiarnos con el Puente Nuevo al fondo. Bokis, en un alarde de comprensión bicilíndrica, dejó su moto fuera del grupo (en realidad, la dificultad de acceso le motivó mas que la solidaridad, pero dejémoslo así, que suena mejor...)
Desde allí, tras unos cientos de metros (quinientos o así) nos fuimos a tomar un tentempié, que para eso era la hora, sin echarle cuenta a la cara de MrTwinflat, que empezaba a calcular que sus cálculos no cuadraban, y es que es lo que pasa, que quien con infantes pernocta...
Es difícil "pedir a la carta" en un bar "de los de siempre", así que encargamos la carta de montaditos completa y que cada uno pillase lo que quisiese o pudiese. Allí, nuestro sin par Bokis, nos deleitó con sus magníficos relatos ¡qué gracia tiene este tío contando cosas!, y el que no se lo crea que observe con atención las siguientes fotos, que sin palabras, como los chistes, lo dicen todo:
Desde allí nos fuimos a ese lugar secreto de que tanto ha hablado Jose María y que ya he desvelado yo un poco mas arriba: el tugurio de la mujer y el hijo de Mike The Bike. Nos montamos en las motos y nos fuimos carretera de Algeciras adelante por la margen occidental del Valle del Genal. Para el que lo conozca no hay que decirle nada. Para el que no sepa por donde andábamos, algo así como el paraíso de los moteros: curvas, más curvas, buen piso, paisajes, poco tráfico, más curvas, olores maravillosos y más curvas, y todo ello en una carretera retorcida de montaña que hace que te derritas de gusto. ¡Ojo! que no son curvas de las normales, que son curvas que no te permiten un segundo de distracción, pero que te llenan más que una pringá en agosto.
Pasamos por una sucesión de pequeños pueblos blancos, salpicados de historia mozárabe, incrustados en la sierra: Atajate, Benadalid, Algatocín y Benarrabá, cada uno de ellos enseñando sin rubor sus encantos, y llegamos, finalmente a Gaucín, el Balcón de la Serranía, desde donde en los días claros, que no era el caso, se pueden observar claramente el Peñón de Gibraltar e incluso las montañas del Atlas del continente vecino. Nuestro objetivo era buscar el restaurante de la viuda de Mike, que sabíamos que estaba en un paraje llamado La Corchuela y que no atinamos a encontrar en la carretera, de forma que nos dirigimos a los primeros transeúntes que encontramos en el pueblo, un barrendero y un paisano, que charlaban animadamente en la primera rotonda:
- ¡Buenas tardes! ¿Sabe por donde queda la calle Toledillo? - le pregunté al barrendero, mientras Bokis se paraba a mi derecha- Buscamos un bar que se llama Mike's Bar o algo así.
- La calle Toledillo es la que está ahí detrás, pero el bar ese ya no está; ahora hay una pizzería... Tuvieron que cerrar... por su mala cabeza - esta frase, repetida después por Bokis, explicándole al personal por qué volvíamos por donde habíamos venido fue celebrada con amplísimas carcajadas-.
- ¿Y sabe por donde está La Corchuela? Buscamos un restaurante que tenia esta familia...- Tampoco está ya. Cerraron.
Aquí se nos acabaron de golpe las ideas que habíamos planeado para el relevo de la válvula. ¿Qué mejor sitio para intercambiar la válvula que el refugio de Mike, un campeonísimo solo comparable con Agostini? Pues se fastidió; ya idearemos algo nuevo. Lo raro del caso es que la página de internet sigue estando operativa, y eso nos confundió
Bueno, acabada la historia, quedaba reponer fuerzas. A la bajada habíamos visto una venta en la que podrían darnos de comer, así que volvimos sobre nuestros pasos y nos hicimos un hueco en el comedor, aunque no sin esfuerzo, porque solo tenían una mesa para ocho que acomodamos de buena manera para los diez.
El servicio, para desesperación de todos, y en especial de MrTwinflat, a quien se le descuadraban una a una las previsiones de vuelta que había hecho, era desesperadamente lento, y mientras esperábamos la comida nos entreteníamos en animada charla cervecera (hasta niveles permitidos, claro). Era el momento adecuado para hacer algunas fotillos como estas (dio tiempo a hacerlas todas, y algunas más, esperando la comida):
La comida no fue gran cosa, como puede verse en las fotos, y especialmente la mía, un secreto cuya mayor virtud era lograr saber de qué demonios estaba hecho, y que apenas si me llegó a adormecer el gusanillo, pero, bueno, al menos comimos, lo que dadas la hora y la situación geográfica en que nos encontrábamos, bastante lejos de cualquier sitio con viandas, ya era algo.
Para próximas salidas de este tipo deberíamos ser algo mas precavidos y avisar antes de nuestra llegada, pero es lo que digo yo... ¿No somos moteros? ¡Pues a fastidiarse y a pasar calamidades! Y si no.... pues cómprate una nevera.
La salida del restaurante-venta provocó la separación en dos grupos: por un lado se fueron los dos Jose Ignacio junto con MrTwinflat, que se iban hacia Casares, y por el otro lado Joeseph, Bokis, Silverio y yo nos fuimos de vuelta a Ronda. Antes hubo que ayudar a la moto de Joeseph a arrancar, porque se había quedado sin alternador, posiblemente las escobillas, y, claro, eso siempre le toca al mas pringao, o sea, a mi; doscientos metros empujando el bicharraco de la R100RS en tercera hasta que le dio por arrancar. Desde allí hasta Ronda la llevó sin luces y repostó en la primera gasolinera que encontramos. Nos despedimos en la gasolinera y nos separamos un poco mas allá; ellos siguieron en dirección a La Cueva del Becerro y yo me quedé en Ronda.
Al día siguiente la BMW muy baja de batería. Si no fuera porque no es cierto, yo diría que hay un virus que se contagia y que se come las escobillas del alternador. Le volví a regular las válvulas del cilindro izquierdo, que eran ahora las que sonaban un poco, y la dejé montada en la mesa a la espera de que Maxboxer me mande los latiguillos metálicos y las pastillas de freno.
Empieza a acumulárseme el trabajo. Un repasito ligero de lo primero que tengo que hacer para hacerme una idea:
1.- OSSA:- fileteado de depósito y guardabarros
- desmontar la dirección, extraer los cojinetes y sustituirlos por unos de aguja.
- montar la instalación eléctrica
2.- BMW:
- cambiar latiguillos de freno por unos metálicos. Ya los tengo.
- cambiar pastillas de freno. Ya las tengo.
- limpiar y pintar pinzas de freno
- poner escobillas del alternador. Tengo que comprarlas mañana.
3.- HONDA:
- desmontar depósito, colin y guardabarros; lijarlos, repasar defectos, imprimar y pintar en amarillo. Ya tengo la imprimación y la pintura.
- desmontar horquilla, pintar botellas y sustituir retenes. Tengo que buscar los retenes-
- limpiar todo el circuito de freno delantero y sustituir liquido de freno y pastillas. Tengo que comprar las pastillas.
Ya veremos cuanto tardo en hacer todo esto. Por lo pronto tengo para hacer casi toda la BMW y empezar con la pintura de la Honda, pero tambien tengo que desmontar los cojinetes de la dirección de la OSSA para comprar unos iguales. Me veo haciendo tres cosas a la vez, o sea, un desastre.
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