domingo, 8 de junio de 2008

55.- OSSA: ARREGLILLOS DE CHAPA

Esto de que no haya acabado de llegar a los 20.000 km en la Triumph ni a los 110.000 en la BMW, cifras en las que tengo que hacerles las revisiones respectivas, me obliga a concentrar mi trabajo en la OSSA. El último día, hace ya una semana, desmonté las cachas laterales bajo el asiento, y aunque las limpié un poco, todavía quedaba porquería por sacar. Les di un buen fregado y las unté de un "enérgico decapante de pinturas" cuyo nombre no recuerdo,

que después de un buen rato y varias manos no le hizo absolutamente nada, como puede verse en la foto, así que tuve que recurrir a la técnica de siempre: rascado con cepillos de latón de los chinos (son los mejores, porque aunque duran mas bien poco y escupen pelos por todas partes, no rayan). Mientras actuaba (?) el enérgico decapante (!) me dediqué a hacer los agujeros para colocar las cerraduras en las dos tapas. Había comprado dos cerraduras de las de buzón, y la amable señorita que me las vendió, me puso la misma combinación de los cerrojos para que pudieran abrirse con la misma llave. La operación era sencilla, solo había que agrandar el orificio antiguo hasta que coincidiera con el perfil de la cerradura y después recortar la plaquita que hace el cierre. Una lima de media caña y limar

hasta conseguir el perfil adecuado

Seguidamente, cortar la pestaña de cierre

hasta que cuadre para realizar correctamente su función,

poner la tuerca para ver el resultado final, et voilá.

A continuación la otra tapa, cuya dificultad principal estribaba en que tenía hechos dos agujeritos para la sujeción de la anterior cerradura, que había que tapar. Para ello, un poquito de cepillado con latón para retirar la pintura

y relleno de los orificios con esa pasta de dos componentes que se llama Pattex y que para tantas cosas funciona bien, con posterior lijado, una vez endurecida.

Mientras el enérgico decapante actuaba, me dediqué a darle un buen fregado (este sí que fue enérgico) al depósito y a fotografiarlo por todas partes para tener referencias de cómo va la pintura para cuando toque sanearlo, que será dentro de muy poco (creo)

Mientras el enérgico decapante seguía actuando enérgicamente, me dediqué a desmontar mas cosas. Le tocaba el turno al cable del freno trasero, que aunque parezca una cosa fácil, cuando uno se encuentra el panorama que había por debajo de la moto, la tarea se complica. A ver quien adivina dónde está la cogida del freno

¿y aumentando la imagen? ¿se ve?

Pues yo no lo veía, pero tras mucho esfuerzo, y guiándome por la intuición, lo encontré; le saqué la grupilla que lo sujetaba, y tras un buen rato deshaciendo un pegotón de barro con aceite solidificado con algunos restos de Ammonites y Trilobites (típicos de las excavaciones de Guarrapuerca)

conseguí que volviera a funcionar, entrando y saliendo de su sitió, como debe ser.

A todo esto, el enérgico decapante había acabado de no actuar, por lo que me decidí a actuar yo, es decir, coger el cepillo de latón de los chinos y darle hasta quitar la ultima mota de pintura a todas las piezas. El resultado algo mejor que el del enérgico decapante, cuyo nombre pondré en cuanto me acuerde.

Y para acabar, una manita de imprimación a brocha para que penetre bien en todas partes.

Para el próximo día le daré una lijita fina para dejarlo todo uniforme y listo para pintar. Creo que le daré a todo una primera mano de gris claro, y posteriormente iré dando manos sucesivas, bien de gris claro, bien de gris oscuro, según la pieza. Me da pánico, porque es la primera vez que voy a pintar algo serio (en el fondo, lo de las estanterías no era sino una chapucilla).
En resumen: ha sido un duro y largo día de trabajo con pocos frutos visibles, pero estas son cosas que a la larga se agradece haberlas hecho bien, porque buena parte del resultado de la reconstrucción descansa sobre la estética, y la mayor parte de la estética está en la pintura.
Y ya que estamos, saludos a La Puebla del Rio.

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