jueves, 1 de mayo de 2008

47.- UN DIA PROVECHOSO

Llevaba un par de días preparándome para hoy. El viejo motor de arranque de aquella pobre R100 que murió hace muchos años como consecuencia de un ataque de falta de aceite, había sido preparado concienzudamente para probarlo. Le había descascarillado toda la pintura que había podido con los pocos medios que tengo en casa, lo había limpiado a conciencia por fuera y por dentro, había lijado los contactos, y finalmente lo había pintado. Como no quería confundirme con el otro había elegido un color que se viese. Y para eso, como el amarillo, nada.

Ya se que los puristas no aprobarán que una R100RS lleve un motor de arranque que parece una avispa, pero a mi me gusta, así que he decidido que se lo voy a poner. No lo he podido probar, por lo que he ido a ciegas hasta que lo he montado, sin saber si me iba a pegar un resbalón.
Pero antes de eso he acabado de hacer lo que comencé el otro día con la OSSA: he montado toda la horquilla y la he reservado en espera de meterle mano a todo lo demás.

Una vez montada, la he puesto en su sitio, incluso con el faro, aunque está a falta del cuentakilómetros, que precisa de algunos retoques que ya explicaré mas adelante. Tampoco están las bolas de los cojinetes, que ya me dieron el otro día bastante lata, y el resultado es bastante aceptable, aunque no sé lo que durarán los retenes con las barras marcadas como están. Supongo que muy poco y habrá que buscarles un apaño, pero mientras tanto, sigo arreglando cosas.

Entre barra y barra, y tornillo y tornillo, he ido desmontando la BMW y he conseguido, sin demasiado esfuerzo, sacar el motor de arranque, que lleva una temporada que falla más que una escopeta de caña.

He montado el "amarillo"; he conectado un momento la batería, y, aun sin carga, lo ha movido como Machín las maracas. Ha arrancado sin aire, sin gasolina, al derecho y al revés. La sonrisa me ha dado dos vueltas a la cara. Cierto que no queda muy bonito, pero como va tapado...

Me llevo el otro motor de arranque a casa para limpiarlo y hacerle todo lo que le he hecho a este, incluso pintarlo, pero para distinguirlos lo pintaré de rojo, que creo que me queda algún resto de spray. Para eso, lo primero es quitarle la pintura vieja, y aprovechando que tengo herramientas buenas, le pego un lijado y lo dejo la mar de bien.

Una vez hechos los deberes, solo queda montarlo todo muy bien

y brindar con una cervecita por que todos los días salgan tan productivos como este. Y ahora que veo todo esto, me doy cuenta de que sigo trabajando agachado aun teniendo la mesa elevadora. ¡Qué burro que soy!

Para acabar, he hecho una medición del espesor del disco trasero, que me tiene preocupado si está dentro de límites fiables. Lo preguntaré a los sabios y obraré en consecuencia.

Y para finalizar, recogerlo todo y darle una visual al garaje para comprobar que todo está en su sitio, y hasta el próximo día, que espero que sea pronto.

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