lunes, 13 de septiembre de 2010

217.- PINTURA NUEVA EN LA R80ST Y OTROS APAÑILLOS

Nos hemos pasado unos dias, Maricruz y yo, los últimos de vacaciones, en la guarida, y he aprovechado para hacer algo que tenía que haber hecho hace unos meses, pero que hasta ahora no había tenido oportunidad: pintar la R80ST. Pero antes de empezar con la tarea de pintura apañé un par de cosas que se me habían quedado sin hacer el último dia, cuando hice la revisión de la Sprint: el filtro de aire lo había dejado sin la gomita que asegura la estanqueidad por los laterales, que se había quedado en el filtro viejo, cosa que advertí cuando iba a tirar la caja del filtro nuevo, que entre otras instrucciones daba esa: recuperar la goma y ponérsela al filtro. Digo yo que con lo que cuesta un K&N ya podía venir con su gomita ¿no?

Antes de ponerlo en su sitio quité totalmente el filtro del aire y puse bujias nuevas, que el dia anterior no las había puesto porque no tenía una llave adecuada que llegase tan hondo y a la vez fuese estrecha, pero recordé que en la caja de herramientas de la propia Triumph había una llave de bujías, que fue la que usé.

Despues de montarlo todo me puse manos a la obra con la R80ST: desmontar las tapas laterales, el guardabarros trasero y el depósito de gasolina. No hacía falta desmontar el guardabarros delantero porque ya estaba desmontado; el que está en la foto es el de la R65.

A continuación, lija por un tubo; primero con grano grueso, despues con grano fino y finalmente con lija de agua de 500 y posteriormente de 1000. Aunque quedó más o menos bien, todavía había que haberle dado más, lo que pasa es que me puede la impaciencia.

Entre lija y lija iba haciendo otras cosas, como por ejemplo cortar el guardabarros delantero, que para mi gusto es demasiado largo

A las piezas de plástico les puse una imprimación especial para plásticos, y al depósito, fallo enorme, en vez de darle una imprimación le di una capa de aparejo de dos componentes que no le hacía ninguna falta, con lo que tuve que volver a lijar todo. Despues me acordé de que tenía una lata de imprimación sin aparejo, que había comprado expresamente para este depósito y que estaba totalmente nueva, muerta de risa en una estantería. Es lo que tiene planear y comprar las cosas meses antes de usarlas, que se te olvida que las tienes.

Bueno, acabada la nueva ración de lijado, hice una pasada de blanco por donde quería que fuese la raya blanca en las distintas piezas, esperé que se secase (no mucho, la verdad, que soy muy impaciente) y puse una cinta de enmascaramiento que protegiese la raya blanca.

La pintura amarilla que había comprado era demasiado amarilla, o sea, que en la tienda me gustaba más que ahora cuando abrí la lata, así que le mezclé 5 cc de rojo 509 y quedó mucho más bonita, pero eso sí, como tenga que buscar este color de nuevo me voy a ver negro.

Cargué la pistola y me puse a la tarea.

Como el sol había empezado a esconderse, dejamos la tarea para el dia siguiente. Puse las piezas sobre la moto para ver el efecto, que me gustaba con la luz crepuscular,

y nos echamos una cervecita para celebrar que la primera fase de pintura iba saliendo bien.

El dia siguiente amaneció como suele amanecer cuando voy a pintar: levante de fuerza siete. Aún así, y pensando en una inminente ruina de todo el trabajo, me atreví y pinté el guardabarros trasero en azul (ya había decidido el día anterior que no le iba a poner rayitas ni zarandajas, entre otras cosas porque a lo mejor lo cambio más adelante por uno metálico.

Visto el resultado, que no era malo, sino todo lo contrario, me animé y seguí con las tapas laterales, a las que previamente había enmascarado convenientemente

y seguí con el guardabarros delantero

y con el depósito, pero mira por donde, no tengo fotos.
Dejé pasar unas cuantas horas para que se secase bien la pintura, y mientras tanto me dediqué a investigar la avería del chivato del generador de la R100RS, que no se encendía. El arreglo fue bastante más sencillo de todo lo que había experimentado hasta ahora: desmonté el cuadro de relojes y luces, que era donde yo sospechaba que podía estar el fallo, medí con un polimetro todo lo que se me ocurrió, sin llegar a ningún resultado concreto, y entonces se me iluminó la bombilla de las ideas: saqué todas las bombillas y casquillos de los chivatos, los encerré todos entre las manos cerradas y los moví varias veces para desordenarlos. Abri las manos y volví a colocarlos. Cerré el cuadro de relojes y volví a colocarlo en la moto. Puse el contacto y ¡arreglado! ¿Quién no cree en la magia de estas motos?

Por la tarde empezamos el proceso de desenmascaramiento, fase que me gusta especialmente, y si no, veáse la cara que se le queda a uno cuando va descubriendo el resultado del trabajo bien hecho

Poco a poco iba quedando a la luz el resultado de la pintura

Pero no todo era perfecto; había algunas zonas en que la pintura se había venido con la cinta de enmascarar, y ahí estaban unas manos finas capaces de hacer trabajos de calidad donde yo había ido metiendo la pata por la impaciencia.

El resultado, a falta de la laca, era el siguiente

Unas manitas de laca realzaron el brillo de las piezas, que se quedaron listas para montar.

Y entonces me di cuenta de otro fallo enorme: había planeado ponerle a esta moto unos protectores de manos y una careta, que previamente había comprado en ebay. Pues se me había pasado que tenía que haberlas pintado tambien, y de hecho estaban preparadas para pintura, incluso imprimadas, pero tambien se habían quedado en una estantería. Entonces si que me invadió la prisa: quise acabarlas en un momento, porque al dia siguiente nos íbamos a Zahara de los Atunes, y, claro, me salió un churro, porque si en las otras piezas, que había aguardado bastante tiempo de secado se me había venido algo de pintura con la cinta de enmascarar, en esta se venían autenticos pedazos

Asi que no me quedó otra que resignarme y esperar a otro dia para pintarlas. Tengo que comprar pintura azul, que no me queda, y es que aunque parezca que cubre bien, hay que dar varias pasadas para dejarlo bien igualado, y ademas, con la ventolera que hacía, más de la mitad de la pintura se iba caminito de Jerez.
Visto lo visto, y nuevamente dominado por la impaciencia, monté la moto a ver si al dia siguiente me la llevaba para Zahara de los Atunes para chulear un poquillo, pero afortunadamente Maricruz me convenció de que la dejara en reposo, y así se quedó, endureciendo la laca, aunque al dia siguiente estuve todo el tiempo echandola de menos.

El resultado final, en foto tomada dos dias después, con luz natural, poco antes de volverme a Sevilla es el siguiente:

Esta chula ¿eh? Pues ahora vendrán los puristas diciendo que si es una moto que había que dejar como estaba, porque hay muy pocas, pero a mi me gusta así, y desde luego con este diseño me parece que solo hay una: la mía.

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