domingo, 12 de julio de 2009

147.- UNA DE RUEDAS

Acabo de volver de pegarme un palizón de trabajo que para mí se queda, y encima me he vuelto con la insatisfacción de no haber acabado lo que empecé.
El viaje de ida lo hicimos con la R65, que, francamente, se queda algo cortita para viajar a dúo, lo que no quita que sea agradable viajar con ella, pero cuando llegas, miras el reloj y te preguntas ¿de verdad hemos tardado tanto? es cuando te das cuenta de que es una moto con algunas limitaciones.
En cuanto llegamos, nobleza obliga, lo primero que hice fue intentar reparar el error de la semana pasada, así que a la mesa y a cambiarle el aceite de la caja de cambios. El tapón de vaciado tiene un imán para recoger las partículas, y he de decir, con gran alivio, que prácticamente estaba limpio; de hecho tenía bastantes menos partículas que cuando lo vacié la semana pasada. El aceite tampoco tenía partículas en suspensión; incluso dejándolo un rato para que precipitasen, no se veía que hubiese prácticamente nada.

Y ahora, sí; llené la caja de cambios con aceite nuevecito y me quedé encantado de que no hubiese pasado nada más que el susto que me llevé.

Lo siguiente, dado que ya me había llegado la goma trasera nueva para la R65, era cambiarla, y de paso, pintar en negro la llanta, y de siguiente paso, darle un repaso (y van tres) al tercio trasero de la moto.
La goma que traía, ya había visto que es una goma para rueda delantera, luego no se debe poner en la trasera, pero es que, además, estaba puesta al revés, es decir, con el sentido de giro inverso, así que se imponía el cambio lo antes posible, que tenía mas peligro que un tiroteo en un ascensor.

La llanta tampoco estaba muy buena, y ademas quiero ponerlas en negro desde hace tiempo, al igual que un juego de la R100RS. Quité la rueda y dejé al aire el sistema de frenado de tambor, con bastante porquería.

Quité las zapatas, las limpié y las lijé suavemente

Y después, a destalonar la goma

desmontar la cubierta

sacar la cámara

y extraer completamente la cubierta

Un buen fregado para quitar todos los restos de grasa de la llanta

que se queda como para comer sopa en ella.

Siguiente paso: calentarse un poquito más dándole al trompo con un cepillo metálico para quitar restos de pintura.

Y como el calor aprieta, nada mejor que arrimar unas cervecitas (no es propaganda ¿eh? que yo soy de la Cruz).

Y, claro, ya con un poco de menos temperatura en el cuerpo, y aprovechando que la rueda está fuera, se atreve uno a pegarle un pulidito al grupo cónico, quitando antes el silencioso para tener un acceso adecuado. El resultado, tal que este:

También aproveché para desmontar los amortiguadores y darles una limpieza como Dios manda, y limpié el grupo por dentro, pero como había que ir a comer con mi madre, que no perdona eso de que a las dos no estemos sentados, tuve que correr tanto que ni me paré a hacer fotos, y Maricruz, que es la artífice de la mayoría de las fotos de hoy, se había ido de excursión a algún sitio, así que otro día enseñaré los resultados.
A continuación, empapelé la llanta para que no se pringara lo que no se tenía que pringar, y la dejé reservada para cuando llegara la hora de la pintura.

Quedaban por desmontar las dos ruedas que tenía puestas la R100RS y sustituirlas por aquellas dos llantas que dejé preparadas con los neumáticos que compré en abril previendo que me iba a comer los Bridgestone en cuatro días. Pues hasta hoy han durado. Si, es una propiedad innata en mí eso de calcular con tantísima exactitud. Eran unos Continental RB2 delante y Continental K112 para la rueda trasera. Los he montado cuando el cuentakilómetros marcaba 22.145 km. A ver cuanto duran.
Desmontar una rueda y sustituirla por otra resulta bastante facil. Lo complicado es destalonar, quitar la cubierta, quitar la cámara, meter la cubierta, meter la cámara, volver a talonar... pero así, cambiar una rueda por otra, en un momento. Y así quedaron (al fondo, junto a la ventana, las ruedas recién quitadas esperando su turno de desmontaje, limpieza y pintado):

Y después de haber dejado la R100RS en orden de marcha con neumáticos nuevos, acabarse la cervecita con tranquilidad.

Antes de dar de mano por lo que al sábado correspondía (nos quedábamos a dormir, así que tenía otro día de trabajo por delante) aún me dio tiempo a destalonar la rueda trasera que acababa de quitar a la R100RS.

Y con esto se acabó el trabajo el sábado. Un bañito y a dar un paseo por Ronda, pero no muy largo, que estaba reventado. Si es que está uno desentrenado a salir por ahí...
El domingo me levanté a las 7,30 de la mañana y recibí al sol desde la puerta de la guarida, que, por cierto, hay que ver lo rápido que sube en verano... y lo que calienta el puñetero.
Desmonté las dos llantas de la R100RS y me pasé toda la mañana limpiando restos de porquerías y puliendo llantas

Como hacía calor con el mono, según mi mujer, que sabido es que para eso de las temperaturas las mujeres tienen un sexto sentido (otro más, y van...) y si no que se lo pregunten a los críos pequeños cuando les ponen el jersey en plena tarde de septiembre (jersey es lo que le ponen las madres a los niños cuando ellas tienen frío); como digo, como mi mujer pensaba que yo tenía calor, me hizo quitarme el mono y ponerme el bañador, cosa que aprovechó para hacerme un reportaje erótico del que solo voy a poner para muestra de mis muchas admiradores una foto, la más decentita, que hay cada una...

Lo que logró mi mujer con eso es que acabase chamuscado como la paella de un dominguero, que todo el día al sol, para una piel delicada y dulce como la mía es mucha tela.
La cara que se le queda a uno después de lijar viene a ser como esta: pringue negra por todas partes unida a copioso sudor (y eso que ya no llevaba el mono).

Mientras se secaban las llantas estuve ordenando un poco los cajones de la guarida, que estaban bastante desordenados, de forma que encontré un montón de piezas que tenía pendientes de cambiar y que como mi estimación del tiempo que van a durar es tan exacta, por ahí andan todavía (pastillas de freno, válvulas para montar las cubiertas sin cámara, juntas de culatines...). De todas formas, bueno es saber que están por ahí.
Y cuando ya estaba todo seco (menos yo) cargué la pistola de aparejo y les di una mano a las tres llantas (la trasera de la R65 y las dos que había desmontado el dia anterior de la R100RS). Esperé un ratillo a que se secaran, intervalo que aproveché para ver qué demonios estaba haciendo Maricruz, que estaba como el probe Miguel, que hacia mucho tiempo que no salía y que no me estaba sacando reportaje fotográfico de mis labores, y me la encontré repantigada en el sofá viendo los preliminares de la Fórmula 1. ¡Qué mal gusto! todavía si fuesen motos...

Secas las llantas, a pintar. Lo malo es que se me habían olvidado las proporciones de la pintura. Sabía que llevaban catalizador y disolvente, pero no las proporciones, así que lo hice como Dios me dio a entender, encontrándome ademas con el agravante de que el catalizador se había solidificado en parte dentro del bote. Sea como fuere, me puse con la pintura, que la dejo puesta aquí porque me hace falta más, y desde aquí puedo consultarla en cualquier lugar del mundo (excepto en la guarida, que no tengo internet).

Todo iba muy bien. Pinté la rueda trasera de la R65 y la delantera de la R100RS

y cuando iba por la mitad de la trasera de la R100RS, me quedé sin pintura. Otra cuestión de buen cálculo.

Llegados a este punto, decidí que lo mejor era suspender toda actividad hasta la semana próxima, primero para poder acabar de pintar, y segundo porque si montaba la goma en la llanta de la R65 la iba a dejar marcada, como hago casi siempre que pinto, con esa maldita impaciencia que llevo pegada como si fuera una sombra.
Nos fuimos a Ronda, nos despedimos, y para Sevilla. El camino bien, salvo por el terrible calor, y las gomas que he montado, las Continental, una auténtica tortura en curvas enlazadas. Hacen la moto mucho mas pesada en cambios bruscos de dirección. Sin embargo, mientras no se le pidan esfuerzos a la dirección, van muy bien, de forma que en recta, en curvas amplias y, sobre todo, en ciudad, moviéndose por entre dos filas de coches, van bastante bien. Mi consejo: que no se las compre nadie. Sigo con las BT45 que van de lujo para esta moto, aunque duren poco. De todas formas, ya veremos cuanto duran estas...
Antes de volvernos me despedí de la Sprint

y fui al huerto de mi hermano a echarle una visual, que sé que él lo mirará desde la foto que yo le ponga.

De paso recogí unos pimientos y un par de berenjenas. Los tomates todavía no están maduros.

Me ha llamado Miguel hace un rato diciendo que hay mucha carne en esta entrada, pero es que ¡HACÍA CALOOOOORRRRR!

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