Que razón tenían nuestros mayores cuando nos decían aquello de "a Dios rogando y con el mazo dando". No se puede fiar uno ni lo más mínimo. Donde menos te esperas salta la liebre, y tu mejor amigo te la puede jugar un día. Ya me pensaba yo que todo el monte era orégano, y mira por donde, me llevé el chasco. Pensaba que había aprendido a pintar, y de eso nada. Pero, bueno, ya me he desengañado. Ahora a empezar de nuevo.
Mejor comienzo el relato desde el principio, porque si no, parece como si faltara un capítulo: Esta mañana me he ido a Ronda todo ufano, pensando que iba a ser un gran día; bueno eso pensaba en el consciente, porque mi subconsciente sabía, de todas todas, que hoy no iban a salir las cosas bien. Era como dicen por allí, un barrunto.
Me levanté tempranito, desayuné y me vestí de motero de invierno, que habían dicho en la tele que iba a hacer frío. A las nueve y media estaba encima de la moto, en el semáforo de abajo. La carretera bien, un poco húmeda, algún charco en alguna zona umbría, pero como gracias a Dios me la conozco bastante bien, pues de miedo.
Llegué a Ronda a eso de las once menos cuarto, con las manos congeladas y viendo que encima de la Sierra había unas nubecitas poco amigables, aunque después no dieron la lata. Por cierto, toda la Sierra de las Nieves nevada y preciosa.
Monté el mismo tenderete del otro día, poco mas o menos, pero esta vez fuera, y le dí un limpiado con un trapo limpio y disolvente universal a todas las piezas.
Y como ya había perdido la jornada, me quedé cavilando sobre qué podría hacer para aprovechar el tiempo, ya que eran solo las 12,49 horas y tenía que, o hacer algo, o irme a dar una vuelta con la moto a cualquier sitio (pensé en Ubrique, San Pedro de Alcántara, Arcos...). Me decidí por quedarme trabajando y una rápida visual al taller me mostró la tarea a realizar: la mesa elevadora estaba hecha una autentica guarrería, lo que es normal teniendo en cuenta que no se ha limpiado desde que llegó y que se han cambiado aceites de todas las marcas y colores encima de ella, con los consiguientes e inevitables derrames que los papeles de periódico a duras penas habían estado conteniendo. Como a la Honda tambien le venía bien una limpiadita, las saqué a ambas a la calle (de una en una, que las dos juntas habrían acabado en tragedia) y les dí un buen petroleado.Y ya que estaba petroleando, le pegué una rociadita a la BMW, especialmente a la parte de la caja de cambio y al cardan, y después un buen lavado, que estaba algo sucia de las últimas lluvias. Para acabar la faena limpié la Sprint, pero esta vez sin petroleado, mas que nada porque se me había acabado la parafina liquida. Y nada más. Ahí se acabó el día. A las 15,20 marchando para Sevilla bastante desanimado, por más que la limpieza se me hubiera dado bien, pero todo lo demás fatal. Por cierto ¿he dicho lo bonitas que se quedaron la BMW y la Triumph después del lavado?
- comprar 250 g de pintura amarilla dos componentes Nissan 431 para la Honda
- comprar 250 g de pintura negra dos componentes satinada para las llantas de la BMW
- lijar los plásticos y el deposito de la Honda
- pintar los plásticos y el deposito de la Honda
- desmontar rueda trasera, freno trasero y cadena de transmisión secundaria de la Honda, y limpiarlo perfectamente todo
- hacer reglaje de válvulas a la BMW
- limpieza de carburadores a la BMW
- lijado de llantas de BMW e imprimación para pintarlas posteriormente en negro
- lijado de deposito, guardabarros y colín de la BMW para pintarlos en rojo, previa imprimación.
- desmontar el carenado superior de la BMW, reparar pequeñas imperfecciones, lijar, imprimar y pintar en negro metalizado.
- lijar, imprimar y pintar en negro metalizado depósito y colín de la BMW.
A la Triumph, por ahora, no le haremos nada.

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