martes, 6 de septiembre de 2011

258.- PASEO POR ANDALUCIA ORIENTAL

Último día de vacaciones. Me sacudo de encima la pereza que me da asomarme al ordenador y con los dedos un poco torpes por la falta de práctica, me dispongo a seguir con este blog, que lo he tenido muy abandonado este último mes y medio.
Como decía en la última entrada, he tenido que pagar el tributo de la estantería con estancia playera, que es una de las cosas que menos me gusta, pero...
De todas formas, intenté sacarle un poco de jugo y disfrutar al menos el viaje, por lo que me programé una ruta sin autovías para poder disfrutar un poco de la R100RS.  No es fácil ir de Sevilla a Granada por rutas, no digamos que tortuosas, pero que al menos tengan unas curvas, ya que prácticamente el 60 por ciento del camino transcurre por el valle del Guadalquivir, y si algo tienen los valles es eso, que suelen ser llanos, con lo que los "inieros" de caminos no se complican demasiado la vida para trazar carreteras. De todas formas, conseguimos sacarle un poco de jugo a la carretera desviándonos un poco hacia el norte de la autovía y además de conseguir hacer unas curvitas, no muchas, anduvimos por paisajes menos conocidos que los habituales.

La diferencia en tiempo es prácticamente inapreciable, apenas diez o quince minutos más que por autovía, y con menos estrés de radares. Además, tuvimos la "suerte" de encontrarnos con la Vuelta Ciclista a España, poco antes de llegar a Granada, con lo que pudimos disfrutar de todo el espectáculo que se monta, que no solo es el de los ciclistas, sino que antes que con ellos te vas cruzando con los coches de los distintos equipos, con publicidad muy llamativa (recuerdo uno que llevaba un reloj enorme en el techo) y sobre todo con los guardias civiles. Posiblemente aquel día no había ninguno en las otras carreteras de España, porque estaba todos allí. Casi llegado a Pinos Puente, por fin nos pararon y nos dejaron aparcados en la cuneta en tanto pasaban los ciclistas, y pudimos apreciar en toda su intensidad el entusiasmo que le ponían los guardias para organizar el trayecto, pasando a velocidades excesivas junto a los coches, y las personas, que estaban en el arcén. Fruto de esas habilidades presenciamos un espectacular piñazo de dos guardias que, gracias a Dios, se saldó únicamente con la rotura de una maleta, pero que podía haber sido mucho mas grave. Y es que no se puede predicar que los demás no corran para después tú ponerte a toda pastilla, por mucha lucecita azul que lleves.



Por fin pasaron los ciclistas y nos dejaron continuar. Unos minutos más tarde estábamos en Granada, en el hotel. Después de una ducha nos íbamos a ir a hacer turismo cuando se nos ocurrió llamar a DavidRC para que nos contase en directo cómo les había ido el viaje a Alemania. Quedamos con ellos en el centro de Granada (casi me meto en el Ayuntamiento con la moto) y ahí empezó un día de cerveceo que para mí se queda. Del centro nos fuimos a El Boliche, un bar de un aficionado a la reconstrucción de trastos viejos de los que nos gustan a nosotros, donde echamos unos buenos ratos de charla admirando las motos restauradas que tenía por allí y que se ven fatal porque les hice fotos con el móvil a calidad ínfima, pero no importa porque volveremos y me llevaré la cámara buena. Es un sitio altamente recomendable para visitar, y no solo por las joyas que tiene allí, sino por la calidad humana del dueño. Se puede ver algo más que lo que yo pongo en http://www.elbolichegranada.com/.



De El Boliche fuimos a los afamados Talleres Salivillas, que no los conocía aún, y que tienen francamente bien montado  estos granadinos. Un muy espacioso local y buenas herramientas ¿qué más quieres? Pues ni así, que el 66% se quedan tirados en cuanto salen al extranjero :-Þ


De allí ya desconozco donde fuimos porque no guardo registro en mi memoria.
Al día siguiente habíamos quedado con Silverio que nos iba a acompañar un rato por la Sierra. Maricruz no iba muy bien, que le estaba pasando factura el movido día anterior, y no iba muy dispuesta al curveo, pero como buena acompañante que es, se resignó, se acopló en la trasera de la R100RS y se dispuso al martirio, que eso es lo que nos preparó Silverio. Es broma ¿eh? que yo me lo pasé como un enano, aunque seguir a Silverio con la Paris-Dakar por aquellas curvas, con paquete y la R100RS no era fácil. Hubo momentos en que eché de menos la R80ST que se mueve por esas zonas como el junco con la brisa (me ha dado por ahí). La ruta que hicimos era esta:


Poco más de 200 km, pero bien movidos. Al paso por el pantano de Quéntar hicimos unas fotos


 

 

y seguimos adelante, hasta La Peza, donde volvimos a parar para hacer fotos y para que Maricruz descansase, que empezaba a tener el estómago revuelto, y si no, véase la carita que llevaba.





En La Calahorra nos despedimos de Silverio, que se volvió a Granada y nosotros empezamos la subida al Puerto de la Ragua. A mitad de camino nos paramos en el Mirador del Marquesado para asomarnos a todo el paisaje que habíamos ido dejando atrás


 


Ya no hicimos más paradas, que el día iba calentándose cada vez más y empezábamos a tener ganas de llegar y tomarnos una cervecita, cosa que hicimos nada más llegar al hotel e inscribirnos, sin subir siquiera a la habitación porque aún no estaba preparada (eran ceca de las dos de la tarde).


El. hotel en el que estuvimos, el Bellavista, tiene que contar, pero para resumir os diré que es muy grande y está excesivamente masificado, por lo que resulta incómodo. Tienen buenos detalles como el habernos dejado en la habitación el segundo día un plato de fruta, que nos vino de miedo


pero, acto seguido, se cargan el detalle no recogiendo los restos en los dos días siguientes.
La habitación estaba bien, pero el televisor solo tenía sintonizados cuatro canales, uno de ellos de venta a distancia, y sin posibilidad de sintonizar más, por haberle capado la función. No me dejaron meter la moto en el aparcamiento cubierto aduciendo que no había espacio, con lo que tuve que dejarla en el descubierto, pero afortunadamente la veía desde la terraza de la habitación, que por cierto no tenía mala vista, como corresponde al nombre del hotel.


 

Y unas cuantas cosas más que no vienen al caso, pero en resumen, el hotel no está mal, pero es mejor irse a otro más pequeño, que seguro que los hay en un radio de menos de 500 metros.
Los días siguientes pasaron sin que pudiese visitar a nadie de los que tenía pensado (Alfonso, Komodoro, Varito y Pantallazo) porque las obligaciones familiares son como son, de forma que cuando llegó el lunes lo recibí encantado porque por fin iba a poder volver a coger la moto y además me iba a quitar de enmedio.
Había quedado con Diegofull en pasarme por Cártama a la vuelta para echar un rato de charla, y hacia allá nos dirigimos. Llegamos sobre la una de la tarde y tras los saludos de rigor nos llevaron a comer (Diego y Noelia, que no la había nombrado) a un sitio que estaba muy bien, ero que no recuerdo como se llama. Ademas es baratisimo, tanto que no nos costó nada porque el mamarracho de Diego se empeñó en que no pagara. Se la debo. Comimos unos filetitos de buey (para los tíos) y de ternera (para las chicas) a la piedra, regados con vino de Ronda y cerveza, que nos supieron a gloria.


 

 

Acabada la comida nos acompañaron en moto hasta Almargen, donde tomamos café y nos despedimos. Quedamos en vernos la semana siguiente para intentar arreglarle un pequeño problemilla de pérdidas a la R90S de Diego, pero eso es otra historia que contaré más tarde.
Llegamos a Sevilla muertos de calor pero contentos del fin de semana largo y, sobre todo, de volver a estar en casa, que se echa de menos.
¿Que como se portó la R100RS? Pues como lo que es: una de las mejores motos del mundo.
Mi agradecimiento desde aquí a los granaínos (David, Silverio, Miguel Angel, Edu) y a los malagueños (Noelia y Diego) por habernos aguantado, y mi más sentido pésame por no haberlos visto a Juan (Komodoro), Alfonso, Varito y Pantallazo, pero todo se andará, y de todas formas, ya estamos al ladito de Halloween, que solo queda mes y medio para que nos veamos en Benidorm.