domingo, 20 de abril de 2008

45.- DIA DE LLUVIA Y OSSA

Las ocho y veinte de la mañana. Me asomo a la ventana y el sol me acaricia la cara. Mirada arriba y abajo; cielo despejado. Un poco de fresco, pero eso no es nada. Tenía yo razón: hoy no llueve. Miguel está hecho un medianena. Desayuno y me visto de moto. Blanco, azul y negro, que voy con la BMW y hay que ir conjuntado. Mensaje de Miguel en el móvil: vete tú, que yo iré mas tarde. Me extraña que coja la moto, incluso me extraña que venga. Llévate el mono de agua, me dice mi mujer. ¡Qué tontería! Ya he mirado al cielo y no hay ni una nube, y ademas he mirado en internet y hay algunas nubes, pero no muchas. Lo dejo aquí, y ademas me tengo que llevar una llave inglesa gigante para quitar la tuerca de la tija superior de la OSSA, le digo a mi mujer a modo de excusa, cuando en realidad ni yo mismo me la creo, porque en la BMW, con dos maletas y la bolsa de depósito cabe lo que le eches. Bajo al garaje y acabo de vestirme: pañuelo al cuello, casco y guantes. Meto la llave en la cerradura de la moto, abro el grifo de la gasolina y le doy al contacto. Cierro el aire y aprieto el botón de arranque. Dos toses, cof, cof, y ¡bruuummm!. Hasta la moto tiene ganas hoy de dar un paseito. Salgo hacia Ronda y echo gasolina en el cruce de El Tomillar. Todo perfecto. Un poco de fresco, pero ya mejorará mas tarde, pienso mientras me acuerdo de que había rehusado ponerme un jersey quince minutos antes.
En Montellano me caen tres gotas y veo a la única moto que me he encontrado en el camino parada en el arcen derecho. Paso despacio por si necesita algo, me saluda y veo por el retrovisor que se da la vuelta. Parece que hay más mediasnenas que Miguel.
Desde luego, mirando hacia el sureste, que es hacia donde voy, el cielo tiene un aspecto algo mas que chunguillo. Si no fuera porque he dicho que voy, y voy, me daba la media vuelta. Bueno, tampoco será para tanto. Como mucho me caerán dos gotas más. Sigo el camino y llego a Ronda sin más problemas. La carretera esta mojada, pero me han caído eso: dos gotas más. Me alegro de haber acertado en mi pronóstico y me acuerdo de Miguel: ¡Vaya pedazo de medianena!
En fin, que yo a lo mio. Saco la llave inglesa tamaño familiar y consigo abrir la tuerca que sujeta la tija superior, con lo cual puedo sacar el cojinete de bolas, no sin antes tirarlas todas al suelo, y sacar la barra de la dirección y las dos botellas.

Intento sacar las barras pero es imposible. En realidad, una vez quitadas las tuercas de arriba deberían salir facilmente. Las golpeo con un martillo de nylon y no se mueven. Intento ganar algo de tiempo lijando la pintura vieja de los embellecedores y los soportes del faro, y mientras tanto le echo aceite a la barra a ver si consigo que se desbloquee.
En el ínterin, llega Miguel. Obviamente, no viene con moto. Se ha venido en el Land Rover, y me dice que le ha caído toda el agua del mundo por el camino.

Miro para el oeste, y sí; parece que viene agua para acá. Ni diez minutos después empieza a llover a cántaros. Son las doce y pico de la mañana y la pinta que tiene es de no parar. Ya veremos qué pasa. Mientras tanto, al trabajo. Miguel a montarle una radio chulísima (ahora tienen hasta tele) al Land Rover, y yo a mis barras de horquilla. Cuando se aburre se mete conmigo diciendo que parece que el cielo va a abrir. Pienso para mí que lo que está abriendo son las compuertas del diluvio.

Aburrido ya de rascar pintura, me decido a sacar las barras, entre otras cosas, porque si no, me va a resultar muy difícil pintar esto con las barras puestas. Unos golpes (doscientos o trescientos) con el martillo de nylon sobre la tija inferior mientras apoyo la barra en un tronco de madera, y finalmente consigo que una de las barras se mueva. Unos pocos golpes mas (cincuenta o cien) y con la ayuda de Miguel, que gira la tija mientras yo sujeto la barra de la horquilla, consigo quedarme con ella en la mano. No me extraña que se quedase atascada. Está completamente oxidada y hecha casi una pieza con la tija inferior. Esta moto parece que la han sacado de unas excavaciones del Cretácico o algo así. ¡Que cantidad de barro petrificado!

Tras un buen rato de lija consigo dejar todo el conjunto mas o menos limpio.


A todo esto, cayendo agua a cántaros. Cada vez que tengo que ir a lavar una pieza a la pila vuelvo chorreando, y eso que apenas si estoy un par de minutos. Mal pinta la vuelta. Miguel insistiendome en que deje la moto y me vuelva con él en el Land Rover. ¡Ni loco! Sigo trabajando y paso a imprimar las piezas antes de pintarlas. La tija inferior

y los embellecedores y soportes del faro

Cuando llega el turno a las botellas, me encuentro que la izquierda tiene este curioso remiendo: un trozo de cámara de caucho sujeta por dos bridas de polietileno.

No alcanzo a comprender para qué demonios sirve, porque una vez retirada no veo ninguna rotura que pudiera estar tapando. Deben ser secretos de la alta competición. ¡Qué cosas!
Repito las mismas operaciones y acabo pintando las piezas que he desmontando, lijado e imprimado. El próximo día las montaré, pero las dejaré fuera a la espera de que el chasis esté pintado. Como dicen los cocineros, las reservaré a un lado.

Acabadas estas operaciones nos fuimos a comer algo a una venta. Por supuesto en el Land Rover, que seguía cayendo agua a espuertas. Lomo con huevos fritos y papas fritas y dos jarras de cerveza le ponen a uno el cuerpo a tono, así que vuelta al trabajo.
Solo quedaba poner las defensas de la BMW, que llevaban fuera de juego un montón de tiempo, en parte porque me gusta mas la moto sin ellas y en parte porque quería pintarlas de negro, cosa que conseguí finalizar esta mañana, ya que el otro día se me quedaron a medias. Aparte de que hemos tenido que soldar uno de los soportes y modificarlos todos para que entrasen, la cosa ha sido fácil. Un par de horas nada mas... ¡Menudos mecánicos estamos hechos! Mientras mas fácil parece una cosa, mas difícil se pone. Es como aparcar el coche en un aparcamiento grande.
El resultado de la operación, a continuación. No es como mas me gusta la moto, pero después de la experiencia del otro día con la Sprint... Mejor ponerle las defensas.

Acabado el trabajo y son las seis y poco, pero el cielo parece que marca el inicio de la noche. Está negro de verdad, y sigue lloviendo.
El final, el esperable: me monto en la moto y me cae agua, pero agua de verdad, hasta Algodonales, donde me he tomado un café con Miguel y he seguido solo. Ya se sabe, las velocidades no son las mismas en una R100RS que en un Land Rover, y ademas tenía que secarme, aunque gracias al magnifico carenado de la BMW casi ni me mojo, a pesar de que la cantidad de agua que caía era muy considerable. Pero también gracias a mis inventos de quitarle la parte de abajo del carenado, me ha entrado agua en las botas hasta el punto de llevar un charco dentro. No ha llovido más, al menos de esa manera tremenda, hasta Sevilla. Algunas gotas que hasta se agradecían para limpiar las salpicaduras en el casco, y poco más. Hay que destacar que solo me he encontrado una moto en todo el día, señal de que el mundo esta lleno de mediasnenas o de que yo estoy bastante majarón. Pero me lo he pasado bien conduciendo en agua. ¡Lástima de no haber llevado el mono de agua! me habría pasado el día debajo de las nubes.

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