Ayer, sábado, opté por no ir a trabajar; como motivos que aún quedaban algunos restos de inestabilidad atmosférica (obviamente no es mía la frase, la he sacado del telediario) y que la Sprint estaba limpia como una patena, que no en vano, cuando volví la semana pasada hizo un viento tremendo, tanto que ni los insectos se atrevían a volar, así que no pillé ni uno. Como decía, el sábado amenazaba lluvia, asi que me dije que mejor para el domingo, que estaría mejor el tiempo. Y no; esta noche han pasado unas cuantas nubes plañideras que lo han dejado todo empapado. Cuando me levanté, lo primero que hice fue asomarme al balcón y ver que, efectivamente, todo estaba mojado; charcos a tutiplén. Bueno ¿qué le vamos a hacer? que se ensucie un poco, que tampoco es tan grave. Me duché, me vestí de motero (mi traje de motero a fuerza de no quitármelo para pintar empieza a parecer cualquier otra cosa) y me monté en la moto. En efecto; los primeros kilómetros (hasta Utrera) todo chorreando, y las neveras poniendome perdido de salpicaduras. No me importa mojarme, pero que me guarreen la visera, y más con el sol de frente, me pone malo. Supongo que será por esa catarata incipiente del ojo derecho.
En Utrera la carretera empezaba a secarse y ya me las prometía muy felices, pero en El Coronil me dí cuenta de que estaba persiguiendo a una nube llorona que me iba dejando todo mojado antes de llegar. Un poco antes de Cuatro Mojones me llevé un susto con un perro bobo (si, bobo, no lobo) que andaba descolocado por la carretera mojada. Pasado el susto me apuré en seguir a la nube llorona, y tanto me apuré que la pillé en Ronda. Me paré para hacer una foto, porque me olía que me iba a llover encima, y en efecto, así fué; unas gotas, pero lo justo para que me empezase a mosquear.
En Utrera la carretera empezaba a secarse y ya me las prometía muy felices, pero en El Coronil me dí cuenta de que estaba persiguiendo a una nube llorona que me iba dejando todo mojado antes de llegar. Un poco antes de Cuatro Mojones me llevé un susto con un perro bobo (si, bobo, no lobo) que andaba descolocado por la carretera mojada. Pasado el susto me apuré en seguir a la nube llorona, y tanto me apuré que la pillé en Ronda. Me paré para hacer una foto, porque me olía que me iba a llover encima, y en efecto, así fué; unas gotas, pero lo justo para que me empezase a mosquear.

A mayor abundamiento, que dirían los abogados, o "pa mas INRI", que dirían por aqui, ni una pizca de viento en todo el camino, pero todo fue empezar a subir a Ronda cuando se desataron todos ellos: del norte y del sur, del levante y del poniente. Ya me imaginaba que no iba a poder hacer nada, y eso que hoy estaba decidido a, por lo menos, pintar las llantas de la BMW, que para eso llevaba la pintura y la laca en la bolsa de depósito.
Cuando llegué, me bajé de la moto e inspeccioné el panorama: desolador para mis propósitos. Todo mojado, viento fuerte y sin dirección determinada (variable, según los meteorólogos). Se me descolgó la cara. ¡Que cabreo! Pero me daba igual, no pensaba haber hecho el viaje en balde. Me hice una recomposición de la situación, le dí un tiempo a los dioses para que dejaran su furia para otro día y no me entorpecieran mi trabajo, y me puse a empapelar (enmascarar) las dos llantas.









Guardé las llantas en su sitio, a la espera de que lleguen las cubiertas, que ya están pedidas, y me volví con la Sprint, que, total, ya estaba sucia y el cielo seguía amenazando con mojarme...
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