Martes. Festivo en Sevilla. Suena el despertador; son las 7 de la mañana. Lo apago y enciendo la radio. El locutor dice que la temperatura en Sevilla es de 14 ºC y que no hay nubes. Me levanto, me ducho y mientras preparo el desayuno decido ir a Ronda a pintar o a lo que sea. Ayer por la tarde compré la pintura y la laca. Sigo sin aclararme si es monocomponente o bicomponente, monocapa o bicapa. Por más cosas que leo, cada vez me lían más. Por un lado me dicen que tengo que dar la laca apenas media hora después de la pintura, que eso de dar pinturas de dos colores, ni se me ocurra, que en todo caso una pegatina... Aburrido me tienen. Al final haré lo que me dé la gana y ya veremos cómo queda la cosa. Como decía, compré ayer la pintura. Me he decidido, después de investigar los rojos Ferrari, por el Rosso Ducati, que después de todo era el color de mi ST2 ¡qué tiempos aquellos...!Me vuelvo a poner el uniforme de ir a Ronda (pantalón de cuero, viejo como él solo, con más manchas que la escalera de un pintor, un polo ensuciable y el tres cuartos de cordura) y me monto en la BMW, que se despereza unos segundos cuando le doy al botón de arranque y enseguida saca a enredar a los demonios que viven en los Hoske, que en el silencio del garaje todavía arman más jaleo. Los que hayan vuelto tarde del "pescao frito" deben estar oyéndome. Salgo a la calle y ¡nublado!... ¡y frío! (12 ºC marca el termómetro de la moto al rato de andar). Es frío relativo, pero es que solo con un polo...
En fin, como dirían algunos... para qué llorar... A lo hecho, pecho. Me encojo un poco detrás del carenado y andando para Ronda. Un poco más allá la temperatura baja a 10 ºC, e incluso un grado menos he visto en algún momento. Los pezones, como timbres de castillo, amenazando con romper el tres cuartos de cordura en su lucha contra el viento...
Llego a Ronda muy tempranito, más que la mayoría de los días, pero el ambiente no está como para pintar: hace viento ¡qué raro! y está muy nublado; parece que va a llover en cualquier momento. Por si acaso dejamos lo del rosso para otro día, y hoy vamos a empezar a hacer otras cosas.
Tenía pendiente el cambio de pastillas de freno de la Sprint, que ya tiene 28000 km y deberían estar gastados. En la otra Sprint, la 955, a los 17523 km cambié las pastillas traseras, y ya estaban mordiendo el metal; el segundo cambio lo hice a los 35000 km. Las delanteras las cambié a los 36000 y a los 67900 y no estaban demasiado gastadas. Si, lo sé; abuso del freno trasero; es un vicio lo de timonear en mitad de las curvas...
Siguiendo con lo que estaba, había que ver cómo estaban las pastillas, y de paso quería cambiarle el color a las pinzas, ponerlas doradas, como las Brembo que llevaba la Ducati (estoy ducatista total hoy).
Lo primero, subir la Sprint a la mesa, que no era fácil, porque había que mover la Honda para llegar a ella. Una vez arriba, desmontar las pinzas. Para ello se quitan los dos tornillos que la sujetan a la botella de la horquilla, se retira la pinza del disco con cuidado
y se desconecta el latiguillo, con lo que todo el líquido del circuito, gracias a la ley de la gravedad, se cae poco a poco, de ahí que sea conveniente poner debajo un recipiente que lo recoja, ya que es muy corrosivo.

A continuación hay que extraer las pastillas (conste que si solo se van a cambiar pastillas no hay que desconectar el hidráulico, que después tiene su conque para rellenarlo y sangrarlo) para lo cual, en esta moto se extrae con una llave Allen el tornillo que lo sujeta todo (parece de un anuncio): el muelle y las dos pinzas. Una vez extraído el tornillo, la placa que hace de muelle y las dos pastillas salen solas, así que atentos, que se caen al suelo.


A lo que iba: una vez bien limpias, me las llevo fuera para pintarlas; las pongo encima de un tronco y empiezo a repartir estopa.

Mientras se secaba la pintura me fui por la Hondita y, uno tras otro, le desmonté, lijé, enmascaré y pinté los amortiguadores, incluso haciéndole un pequeño descolgado, que se habían quedado espantosos con el color amarillo aquel que le puse en el depósito de gas.

Mientras se secaban los amortiguadores me fui a la pinza trasera de la Sprint. Dado que está muy escondida, creo que no vale la pena cambiarle el color, así que la voy a dejar en negro, pero lo que si que hay que cambiar son las pastillas. El desmontaje es bastante mas complicado que en las delanteras, por lo incómodo del sitio, de ahí que no haya hecho fotos pero básicamente es lo mismo: quitar los dos tornillos que la sujetan al basculante y sacar la pinza a donde podamos verla (sin trastear en el circuito hidráulico). Estas pinzas no son iguales las dos; una de ellas lleva una sujeción a la pinza en forma de pico, pero ambas llevan dos orificios por los que pasan dos tornillos que las sujetan. No llevan muelle; eso que se ahorra uno. Extraídos los dos tornillos pasadores salen sin ningún problema.

Estas pastillas sí que estaban bastante gastadas. De hecho una de ellas, la mas larga, estaba a punto de rozar con el metal.

Como había dejado de llover me animé a hacer algo de pintura "gorda" y saqué el carenado y le dí una rociada interior de pintura negra; si, esa que no se ve mas que cuando estas montado encima de la moto y que siempre tiene un dedo de polvo por más que la limpies. La rociada, dado que no había lluvia, tenía que presentar algún problema por otro sitio, y ese ha sido la pistola, que no iba ni a la de tres, y cuando iba escupía la pintura. Un desmontaje de pistola, nueva limpieza (ademas de las del otro día) y por fin tiró la pintura de modo mas o menos decente.

A partir de aqui, y mientras se secaba el carenado, volver a montar las pinzas de freno y los amortiguadores, rellenar y sangrar el circuito de freno y probar la moto. Todo correcto. Unas fotos para ver el efecto:

La vuelta de nuevo en la BMW, con frío y agua, chispeando, hasta Algodonales. Le quedan 500 km para revisión de los 20000, así que ya la haré el próximo dia, que los habrá cumplido.