Está cayendo la gorda, y no me refiero a mi prima, claro, sino a la cantidad de agua con que nos obsequian el calentamiento global y el cambio climático. ¡Estoy hasta los genitales masculinos de invierno y de agua! y no es cosa mía, que si se le pregunta a la gente, una elevada proporción comparte mi queja. Hemos tenido un otoño frío y desagradable y eso nos hace sentir que el invierno se está alargando en demasía. Bueno, ya solo queda febrero, que es cortito, para la primavera, y me temo, y lo digo en plan predicción, que este verano será muy caluroso.
Bien, con este tiempo, lógicamente no voy a estrenar la Honda, y no porque me dé miedo el agua, que no me lo da, y de hecho, ayer me mojé, sino porque no quiero sacarla el primer día y ponerla perdida, después de la de desmontar-limpiar-montar que me he pegado en los últimos tres meses. Así, pues, lo que haré es que si la meteorología tiene a bien concedernos un día de tregua, aprovecharé para escaparme a Ronda a la salida del trabajo y cambiar de moto, y si no, pues el fin de semana que viene ¡que remedio!
Ayer, como decía antes, me mojé, y es que fui a Ronda con la BMW a cambiarle la goma a la Sprint. Eso era trabajo atrasado de la semana pasada. Aproveché tambien para comer con mi madre, y ese es el motivo de que apenas hiciese más que el cambio de goma.
A eso de las once llegué a Ronda después de que me cayeran lo que los meteorólogos llaman chubascos intermitentes, es decir, me llovía un poquito y se me limpiaba la visera del casco; dejaba de llover y las neveras que iba adelantando se ocupaban de guarrearme otra vez la visera, hasta que casi no veía; entonces otro poquito de agua me devolvía la vista. Había salido preparado, vestido de Guantánamo (mono impermeable Dainese) así que llegué totalmente seco. Ni que decir tiene que no me encontré ni una sola moto por el camino.
A lo que iba, que se me van las letras para otro lado: que me puse enseguida a trabajar, sin ni siquiera quitarme el mono de agua; llevé la rueda y la cubierta al taller de neumáticos, donde me hicieron el cambio y el equilibrado. Volví enseguida y le di un buen fregado a la llanta.
Una vez limpita la llanta, hay que pintar las letras de la cubierta. Al principio lo hacía solo porque me parecía bonito, pero ahora me he dado cuenta de que me permite ver grosso modo el estado en que deben encontrarse los neumáticos por cómo se va perdiendo la pintura con el tiempo. Por supuesto se ve mejor mirando el dibujo, pero si la veo de lejos y las letras de una rueda están muy desvaídas, ya me hago una idea de cómo debe estar el dibujo. Y ademas, que compré dos rotuladores de neumáticos por un euro y hasta que no se acaben sigo pintando, que estamos en crisis y aquí no se tira nada.
Todavía me sobró un poco de tiempo antes de la comida, así que le dí una mano de decapante al depósito secundario de la BMW para quitarle la pintura.


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