Mañana muy agradable, casi primaveral. Maya esperando en el garaje a que me decida si me voy hacia el norte o hacia el sur. La calle cortada porque hoy hay carrera pedestre, de esas que organizan de vez en cuando y cortan toda una ciudad dejando a unos sin poder salir y a otros sin poder entrar, y si además los corredores fuesen más o menos parejos, pero lo que unos recorren en dos horas los últimos lo recorren en seis; total, que toda la mañana bloqueados, y si quieres salir, o te peleas con el guardia, que al final casi siempre cede, o te haces una pirula empujando la moto por un paso de cebra, con lo que al final estorbas más que si cruzaras rápidamente usando el motor, pero se ve que eso es lo que les gusta.
Finalmente, y una vez pasado el primer escollo, que no fue difícil porque como la carrera aun no había llegado, el guardia prefirió dejarme pasar en vez de darme cuarenta mil explicaciones sobre cómo llegar a la carretera. Me decido a dejar por una vez el sol a la espalda, que siempre lo llevo de frente, y me voy a la Sierra Norte. De Sevilla a Alcalá del Río, Cantillana y El Pedroso; me vuelvo por el Pantano de los Melonares, Castillblanco de los Arroyos, Burguillos, Guillena y Sevilla.

A la vuelta me he encontrado el camino cerrado por la carrera y he dejado la moto a unos 100 metros de casa, en la puerta de un bar al que voy algunas veces. Ahora cuando acabe con esto iré por ella y de paso me tomo una cervecita, que es mano de santo para el dolor de cuello.
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