
Y por fin ha llegado el dia. Ayer, día uno de diciembre, volví a cogerla pero de verdad, no dando un paseito por el carril.
Y me la he traído; en realidad me ha traído ella, pero yo conducía.
Y me sigue queriendo como antes, y yo a ella, y no se ha olvidado de mí en este tiempo, y me venía susurrando por la carretera: apriétame la oreja...
Y bueno, y como aun no está vigente la nueva reglamentación de penar con cárcel las velocidades excesivas... ¡Quién no le da un gusto a la niña..! Tenía muchas ganas de estirar las ruedas.
Por cierto, ¡manda güevos! lo de criminalizarlo todo... Si hicieran los deberes no se les complicarían las cifras de muertos en la carretera y no tendrían que andar mintiéndonos sobre quienes son los culpables de tantas muertes ni amenazando continuamente con penas desproporcionadas por infracciones menores. Pero eso es lo que "hemos" elegido.
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