Después de una noche que para nosotros se queda, en la que la temperatura en Sevilla no bajó de los 32 ºC y en mi dormitorio de los 28,9 ºC, y agradecido porque hubiera amanecido, con lo que podía dejar de hacer el molinillo en la cama, me levanté, me duché y me puse en camino a Ronda con la R100RS, a la que seguía sin encendérsele el piloto de carga, esa lucecita tan simpática que hay en el cuadro y que debe encenderse cuando no se está cargando la batería., pero que si está apagada de continuo tampoco es bueno, porque en estas circunstancias la batería se va descargando progresivamente hasta que dice que se acabó lo que se daba y te deja tirado. Como tengo una batería buenísima, pero de verdad, ha aguantado un montón de tiempo sin hacerme nada raro, arrancando tres o cuatro veces al dia como mínimo, circulando con las luces encendidas, etc, pero hoy, al llegar a Algodonales paré a echar gasolina y al acabar puse el contacto, pisé el embrague, apreté el botón de arranque y... ¡clack!. Le doy otra vez, y de nuevo un ¡clack! A la tercera arrancó como siempre, en cuanto movió minimamente el cigüeñal.
Cuando llegué a Ronda lo primero que hice, despues de subirla a la mesa fue medirle la tensión de la batería: 11,9 v. Esto, después de un viaje de 135 km no es normal, así que la puse en carga en tanto averiguo qué es lo que le pasa para que no se encienda el piloto de carga cuando debería encenderse, es decir, cuando no está cargando. AL poco rato de cargar marcaba 12,8 voltios.
En teoría debe ser algun cable suelto en algun lado, porque cuando hay algun componente del sistema electrico estropeado lo que hace es encenderse, no permanecer apagado. Por cierto, esto está pasando desde que desmonté el cuadro de relojes allá por abril de 2010, día en que también me cargué la rodilla derecha, así que no me extrañaría que hubiese estropeado algo aquel día, aunque por otro lado me extraña que la batería haya durado desde entonces hasta ahora sin cargarse, porque no recuerdo haberla puesto en carga.
Una vez colocado el cargador, me puse con la tarea del dia: la revisión de los 10.000 km. A las BMW les hago una revisión cada 5.000 km, en la que cambio únicamente el aceite del motor, y una revisión cada 10.000 km en la que cambio todos los aceites, los filtros y las bujías, limpio carburadores y hago puesta a punto de válvulas y de carburación. Como suele ocurrir que el kilometraje lo cumplo cuando vuelvo de Sevilla, cosa que ademas me viene muy bien para que los aceites esten calentitos y salgan con facilidad y arrastrando todo lo que tengan que arrastrar, la puesta a punto de valvulas la dejo para la semana siguiente, con el motor frio. Obviamente, la carburación la hago después del reglaje de válvulas, aunque antes ya he dejado más o menos afinado el ralentí y compensados los carburadores.
Bien, pues empecé la tarea abriendo el tornillo del cárter y dejando salir el aceite del motor.
Y ahí me llevé la sorpresa. ¿Sabeis por qué se encendía el chivato de insuficiente presión de aceite al ralentí? Pues aquí estaba la respuesta: porque no había tórica; la famosa tórica blanca, que ahora me parece que es negra, no estaba puesta. Esto es lo que había:
Alguien (y no me señalo a mí mismo porque esta feo eso de señalar) no había puesto la tórica cuando cambió aquel termostato que se había roto. Lo que no sé es por qué no lo puse, porque la arandela plana que comprime a esta tórica sí que estaba.
Descubierto el origen del fallo, y arrepentido por actuar en vez de pensar ¡si es que uno es primario! me puse a corregirlo. Primero limpiar todo bien
Despues, poner la junta de perfil rectangular en el termostato (lo pondré detallado, a ver si así me lo aprendo, que estoy comprobando que soy muy burro)
y a continuación solo queda poner la arandela que presiona la tórica blanca, que como es más chula que un ocho, se cayó al recogedor de aceite, con lo que me puse los guantes preciosos para encontrarla ¡y calentito que estaba el aciete, oiga!
Después de colocar la arandela en su sitio, se coloca la junta tórica blanca, pero como no tenía ninguna nueva me fui al cajón de las piezas desechadas y allí había unas cuantas. Cogí la que mejor pinta tenia, la lavé perfectamente, la sequé y la coloqué,
Ni que decir tiene que quedaba un poco holgada, pero la vida es así, no siempre te quedan bien las mangas de la chaqueta ¿verdad, José Luis?
Seguidamente, coloqué el termostato con su junta (la vieja, que tampoco tenía una nueva, porque, a todo esto, el filtro que le puse es el que me tocó en Halloween del año pasado, y ni me había preocupado de ver si llevaba o no juntas) y apreté los tres tornillos, de forma que aquello quedo estanco (o al menos, así lo creo).
De aquí me fui, antes de que se disipara el calor del motor ¡anda que se iba a disipar con la que estaba cayendo! a la caja de cambios. Aflojé el tornillo e intenté extraerlo totalmente, pero ahora sin guantes, que los que estaba usando ya los había lavado y estaban secándose, pero con tan mala pata que me quemé los dedos y se me cayó el tornillo al mismo sitio que la arandela de antes, solo que ahora no estaba dispuesto a mancharme. Cogí el submarino magnetico y lo saqué; lo limpié y lo reservé para posteriores usos.
Antes de rellenar los aceites evacuados tuve ocasión de comprobar hasta donde había llegado la grasa que usamos el otro dia para engrasar los rodamientos del basculante ¡buen invento el de fjmarotillo!
Con eso debe ir bien. No cambié los aceites del cardan ni del grupo cónico porque llevaban muy poco tiempo funcionando, desde que cambié el embrague, o sea, unos cuatrocientos o quinientos kilómetros, poco más o menos.
A continuación desmonté los carburadores, los limpié, los soplé y los volví a montar. No hay fotos porque estaba solo y he perdido la práctica en esto de ir fotografiando a la par que trabajando. Esto ya no es el monasterio de meditación motera que era antaño...
Ni falta que me importa, que aunque trabajar solo es muy placentero, las buenas compañías tambien se agradecen.
A partir de aquí, dediqué el dia a intentar quitar la pintura de las placas laterales de la R80ST, primero por las buenas
y despues por las malas, con líquido de frenos, el mejor decapante del mundo, sobre todo para los plásticos, porque los respeta, al contrario de lo que hace con la pintura.
Parece mentira, pero despues de dejarlas un rato con líquido de frenos, y dándole con una brocha de pelo corto a modo de espátula, arranqué un montonazo de pintura, lo que pasa es que se me olvidó fotografiarlo, pero ya se verá la semana próxima, antes de pintar.
Y ahí se acabó el trabajo, que el calor me pudo y me rendí. Puse cada moto en su sitio
y me volví en la Sprint, a la que, por cierto, le toca revisión dentro de nada, y aprovecharé para ponerle un filtro de aire de calidad, un K&N.
¿Que si he pasado calor a la vuelta? Sarpullidos me salieron en los muslos del calor del motor de la Sprint. Eso sí, llegué a punto de ver la clasificatoria del mundial de MotoGP y Moto2.