No tenía yo muy claro que esta moto, la R65, fuese apropiada para viajar. En primer lugar, por motor ya que es una cilindrada pequeña que te obliga a llevarla un poco alta de vueltas si quieres hacer ritmos medianamente aceptables en trayectos largos. En segundo lugar porque no tiene maletas, ni falta que le hacen, que con una bolsa de depósito y una mochila se llega a todas partes; eso sí, sin acompañante. Y en tercer lugar porque con las pequeñas modificaciones que le he hecho (fundamentalmente estriberas retrasadas y manillar clubman invertido) la postura es un poco mas deportiva, y eso, a ciertas edades, se nota un poco, aunque, particularmente, prefiero cargar los brazos, que gracias a Dios los tengo fuertes, que la espalda.
De todas formas, había decidido que ésta iba a ser la que me llevaría al último relevo de la válvula, aunque las carreteras no eran las idóneas para ella, que prefiere las carreteras reviradas donde se mueve como pez en el agua a pesar de su pequeño motor y gracias a su gran manejabilidad, así que quedé a las 8 de la mañana con Spinner a la salida de Sevilla para irnos juntos, él con su R65 último modelo (de verdad, de las últimas que se hicieron) y yo con la mia. Tras un par de peripecias equivocándonos de camino, salimos por fin a la carretera nacional. Habíamos calculado que íbamos a pillar a los participantes del relevo entre Linares y Hornos, basándonos en que 250 km nos los chupábamos, en una estimación pésima, en dos horas y media, y ellos habían previsto salir de Linares hacia Hornos a las 10 de la mañana, de forma que deberíamos estar en Linares sobre las 10,30 en el peor de los casos, esto es, dándoles como mucho, media hora de ventaja. Si tenemos en cuenta que un grupo es tan rápido como el mas lento de sus miembros, no nos iba a ser difícil enjugarles media hora en 100 km, que es lo que había desde Linares hasta Hornos, así que deberíamos pillarlos sin muchos problemas.
Los kilómetros iban pasando sin mas novedad que el frío que hacía, que unido a mi imprevisión, al no haber cogido ropa de abrigo confiado en el aspecto despejado del cielo, me estaban ocasionando un importante dolor de espalda del tembleque que llevaba, a pesar del esfuerzo que hacía por controlarlo e intentar relajar la musculatura lumbar.
Los kilómetros iban pasando, la espalda seguía temblando y el cielo, cada vez mas plomizo, amenazaba con enfriar aún mas el ambiente e incluso mojarnos. Llegamos al desvío del Pantano de El Tranco y aún no habíamos pillado a los demás. La carretera, una vez abandonada la general de Albacete, se empezó a volver sinuosa, estrecha y con el piso húmedo. Pasamos las curvas, una tras otra, hasta llegar a la presa del pantano, que estaba lleno hasta arriba, y sin rastro alguno de los demás. Bordeamos el pantano por su flanco oeste y, finalmente, llegamos a Hornos de Segura, un pequeño pueblo donde suponíamos que deberían estar los otros, dado que no los habíamos adelantado. Recorrimos el pueblo casi entero y no los encontramos, de forma que nos fuimos a la entrada, a un bar restaurante que se llama El Cruce, a calentarnos y llamarlos por teléfono a ver si había habido cambio de planes, o si estaban en otro lado. Llamé a todos los que tenía en la memoria del teléfono (Joeseph ha desaparecido de la agenda en el último cambio de teléfono) y ninguno contestaba, luego estaban todos conduciendo. Al rato escuchamos sonidos de moto (en realidad solo sonaba Berta, la R100RS de Bmwero), salimos y allí estaban todos; un montón de caras conocidas y alguna nueva.
Tras los saludos, a ver las motos. Una preciosa R45, con lo que se demuestra una vez más que el que no se mueve con estas motos es porque no quiere, porque ellas sí que pueden.
Más allá dos ilustres veteranas, una /6 y una /7, aunque ésta última con menos kilómetros que muchas modernas,
la de Chicho Boxero, a quien quizás le copie el diseño de la pintura para mi R100RS con algunas modificaciones,
y la 50/2 de MrTwinflat,
que intentaba, sin éxito, al igual que yo el miércoles pasado, poner a punto de carburación la moto de Motoroto.
Y es que hay que limpiar los carburadores de vez en cuando.
Una vez saludado todo el mundo, al interior, a comer, que en el fondo es lo que nos gusta (voy por 82 kg; esto no puede ser). Digamos que la comida no fue lo mejor del día, pero afortunadamente, con las cervezas que habíamos tomado antes Spinner y yo esperando a los demás, y dado que en esta zona la ponen con tapa, ya estábamos medio comidos.
Tras los postres se rifaron unas cuantas camisetas de Max Boxer, que, curiosamente, salvo un par de ellas, tocaron todas en la misma mesa:
Una vez en la calle instalé en la moto una camarita que he comprado en ebay por cuatro duros,
y que el otro día funcionó bastante bien, con la finalidad de ir recogiendo un vídeo de todos los participantes, pero mi gozo en un pozo, la camarita, que el otro dia tenía una autonomía de una hora aproximadamente, se apagaba continuamente y no llegaba a tomar imágenes.
Del restaurante nos llevaron a dar un paseito de no sé cuantos kilómetros (lo menos 50) por la sierra. Carreteras preciosas y todo divertido, pues en mi inocencia, que pensaba que la cámara iba grabando, me dediqué a pasar a todo el mundo y a dejar que me pasaran para ir recogiendo todo lo que pasaba por detrás, con lo que el paseo se me hizo bastante animado. De aquellas zonas tengo algunas fotos que he recogido de las que hicieron los demás.
Después de un montonazo de kilómetros de curvas salimos a la carretera general, donde nos dimos un pequeño desahogo Varito, Bmwero y yo, y tengo que decir orgullosamente que la R65 se defendió bastante bien. Como consecuencia del estirón perdí de vista a Spinner, así que paramos frente a una gasolinera a esperarlo y ya, desde allí nos fuimos los dos juntos para Sevilla. Llegamos a Córdoba de noche, y aunque la tarde no me había molestado por el frío, en cuanto el sol empezó a caerse volvió a aparecer la tiritera lumbar y el dolor, así que paramos en una gasolinera y me compré un polar de Repsol para quitarme el frío. Con eso medio pudimos llegar sin mucha molestia hasta Sevilla, donde llegamos a eso de las 11 de la noche.
Del restaurante nos llevaron a dar un paseito de no sé cuantos kilómetros (lo menos 50) por la sierra. Carreteras preciosas y todo divertido, pues en mi inocencia, que pensaba que la cámara iba grabando, me dediqué a pasar a todo el mundo y a dejar que me pasaran para ir recogiendo todo lo que pasaba por detrás, con lo que el paseo se me hizo bastante animado. De aquellas zonas tengo algunas fotos que he recogido de las que hicieron los demás.
Después de un montonazo de kilómetros de curvas salimos a la carretera general, donde nos dimos un pequeño desahogo Varito, Bmwero y yo, y tengo que decir orgullosamente que la R65 se defendió bastante bien. Como consecuencia del estirón perdí de vista a Spinner, así que paramos frente a una gasolinera a esperarlo y ya, desde allí nos fuimos los dos juntos para Sevilla. Llegamos a Córdoba de noche, y aunque la tarde no me había molestado por el frío, en cuanto el sol empezó a caerse volvió a aparecer la tiritera lumbar y el dolor, así que paramos en una gasolinera y me compré un polar de Repsol para quitarme el frío. Con eso medio pudimos llegar sin mucha molestia hasta Sevilla, donde llegamos a eso de las 11 de la noche.
Conclusiones:
- Hay que ir vestido adecuadamente para ir en moto. Tan desagradable es pasar frio como calor.
- La R65 es un pedazo de moto y no es incómoda para viajes largos. Me gusta mi motillo.
La semana que viene más, entre otras cosas limpieza de motos y preparos de pintura, a ver si consigo dejar bien el traje rojo de la R65.
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