La tarea de este fin de semana era mas de intendencia que otra cosa. Ayer habíamos llevado en el remolque de Manolo un par de mesas que habíamos recogido en un Instituto de Sevilla y que iban a tirar para poner unas nuevas. Las mesas tienen unos años, pero estan perfectamente usables; son muy estables, recias y con una tapa de madera de unos cuatro centímetros, así que me vienen al pelo para sustituir la vieja mesa que estaba usando hasta ahora, que tenía las patas vencidas y la tapa de aglomerado con formica, mas falsa que un duro de chocolate.
Esta mañana me he ido yo solo en la Sprint, aprovechando la tregua que nos ha dado la meteorología, a ordenarlo todo. He quitado la mesa de taller vieja y la mesa de mi suegro, donde tenía el ordenador, que, por cierto, con el traqueteo ha dicho que se acabó y se ha negado a arrancar, y he puesto en su lugar las dos mesas del Instituto.
Tambien me he traído (estos tios lo tiran todo) un banquito que me va a venir al pelo para algunas tareas que exigen, o al menos aconsejan, tener las posaderas en reposo, como la limpieza minuciosa de carburadores, por ejemplo. De todas formas no he podido acabar de montarlo todo, porque los tornillos de mesa, por ejemplo, precisan de tornillos de al menos 8 cm para sujetarlos, que los que tenía no llegan ni a asomar por el otro lado.
En el lado opuesto de la guarida he colocado la mesa de mi suegro, que va a servir de almacen de repuestos ¡benditos cajones! y de soporte del ordenador, y ademas, he dejado la antigua mesa de taller para pintura; de hecho ya se me han vuelto a venir las ganas de volver a pintar el carenado de RS aquel que tan birrioso me salió con la pintura rojo Ducati.
Tambien me acordé de que había comprado hace unos dias el amortiguador del muelle del freno trasero de la R65, que no estaba muy bueno la última vez que desmonté la rueda, así que la subí a la mesa y le desmonté la rueda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario