Sábado por la mañana. Llevamos varios dias en Ronda aprovechando el final de las vacaciones para pintar la R80ST y hacer algun que otro arreglo que quedaba pendiente. La tarde anterior había quedado todo terminado, a excepción de algun pequeño detalle respecto a la pintura de una careta y unos protectores de manos que se han quedado aplazados para más adelante. Me hubiera gustado llevarme la R80ST, que para el camino que pensábamos hacer, carreteras estrechas y muy reviradas, es la moto ideal, pero por otra parte tambien quería probar el arreglo eléctrico de la R100RS y tampoco era conveniente que con la laca aún fresca sacásemos la 80ST, así que la decisión estaba clara: nos vamos en la R100RS, a la que, por cierto, le va atocar pintura dentro de nada. A ver si me sale como la R80ST, por lo menos.
Decidimos ir por el Parque de los Alcornocales, no confundir con el Parlamento, por aquello del curveo y la menor densidad de tráfico (casi nula), y volver por la carretera de Ronda a Algeciras, muy bonita y muy recomendable a excepción de un pequeño tramo en Gaucín en el que hay cuatro o cinco enormes bañeras seguidas que casi nos sacan de la moto a la vuelta. Por cierto, sin señalizar, costumbre muy de por aquí, en que no se señaliza nada hasta que no hay un muerto, o dos.

Al rato llegamos a Zahara de los Atunes, y no lo he dicho todavía, pero el motivo del viaje no era otro que reunirnos los Niños de la Cruz para una barbacoa, cosa que se andaba gestando desde hacía muchas semanas y que finalmente se iba a hacer. Cuando llegamos ya estaban allí Roberto, Spinner, Angeloso y Luigi Bogser en cuanto a componentes de los Niños de la Cruz, pero tambien estaban las Niñas de la Cruz: Eli, Flor y María, y los Niñitos de la Cruz: Isabel y Luis. Más tarde se unieron, por este orden, Nieves y Spbit, Maria Luisa y Alvata y Mak.
Como contar todo lo que pasó en el tiempo que estuvimos reunidos (Maricruz y yo nos fuimos por la tarde, pero algunos de ellos siguieron todo el fin de semana) sería muy largo, lo que voy a hacer es poner algunas fotos para dar una pequeña idea del rato tan agradable, divertido y alimenticio que pasamos.
Para empezar, las motos se quedaron recogidas y guardadas por el Mercedes de Roberto, que impedia que salieran al bloquear la puerta, asi que no había peligro de choriceos.

La vuelta, más de lo mismo: viento por un tubo hasta Ronda. Cuando llegamos, mi hermano nos había dejado unos magníficos tomates de su huerto;
En resumen, una magnífica jornada. Terminé con agujetas en los brazos de pelearme con el viento, pero sobre todo en los abdominales, por la pechá de reir que me dí. Hay que repetir, y así, además no nos acusan de que nos movemos poco.
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