Por fin llegó el día. Debo confesar, ahora que ha pasado la aventura de la válvula, que cuando me tocó hacer el relevo ya había perdido gran parte del interés que en un principio había creado la idea original. Han existido multitud de retrasos, de forma que lo que debió haber acabado en unos meses lleva ya un par de tacos de almanaque, y aún no ha acabado; además, me vi muy presionado por el foro de clásicas de bmwmotos.com para hacer un relevo que se había retrasado notablemente una o dos etapas antes y que no me apetecía hacer, ni lo más mínimo, por las fechas que corrían (tercera semana de julio) y por el poco aliciente que presentaba el darse un paseo con todo el calorazo únicamente para recoger una caja que muy bien nos la podíamos haber pasado por correo, visto lo ocurrido en el relevo que hicimos en Fregenal de la Sierra. Pero, bueno, se hizo y ahí está. Ahora me tocaba a mí darle la válvula al siguiente relevista: Joeseph.
Este relevo, lógicamente, iba a ser otra cosa, porque los participantes nos conocemos bien, hacemos muchas actividades conjuntas a lo largo del año, estamos en contacto muy a menudo, y, lo que es mas importante, somos amigos y no tenemos que andarnos con excesivas zarandajas para hacer las cosas.
Hechos estos preliminares, empiezo a narrar lo que hicimos ayer, aunque antes, quizás convenga decir que durante las dos últimas semanas estuvimos en contacto Joeseph y yo, planeando un poco por encima dónde, cuándo y quienes íbamos a ir al relevo. Lógicamente, de lo planeado a lo que pasó después, se modificaron un poco las cosas, que para eso están los planes, para desbaratarlos.
Habíamos quedado en un principio en Ronda para, después, hacer una ruta en moto, comer juntos, hacer la entrega oficial de la válvula, etc., pero a Joeseph le habían tocado en un sorteo un par de noches en un hotel cercano a donde vive Jose Ignacio (Conde) la noche antes del evento, de forma que quedamos en que ellos dos, junto a Jose Ignacio (Vecino Misterioso) se irían a Gaucín juntos, y que yo recogería en Ronda a todos los demás, y me los llevaría a Gaucín, donde nos reuniríamos. En resumen, las instrucciones, en plan escueto, eran: a las 10 en Ronda y a las 11 en Gaucín.
Para quedar en Ronda, en principio, desde Sevilla iríamos Miguel (Garou) con Elisa, y yo con Maricruz. De Alcalá de Guadaira saldrían Manolo y Carmen; de Málaga, Bokis, y de Granada Silverio y quizás DavidRC . Al final Miguel (Garou) se cayó de la lista porque su moto estaba algo baja de nivel de aceite (por la parte baja del ojo de buey) y no sabía qué tipo de aceite era el que llevaba, de forma que no podía rellenarlo (!). DavidRC, al final tampoco vino, aunque tampoco estaba seguro desde un principio.
Maricruz y yo salimos temprano (a las 8 de la mañana) en la R100RS a fin de estar pronto en Ronda y que si alguien llegaba antes de tiempo (iluso que es uno) no tuviera que esperar. Llegando a Utrera, mensaje al móvil; Silverio que dice que acaba de salir de Granada y que nos vemos en Gaucín. A las 9,30 estábamos en Ronda; aproveché para darle un repaso a la junta de culatines del lado izquierdo, que había tirado algo de aceite desde el repaso que le hice el último día, y también para enderezar el manillar de la R80ST con una barra ad hoc, que el pobre venía tocado desde que compré la moto.
A eso de las diez y cuarto me llama por teléfono Silverio: que está en una gasolinera a cuatro kilómetros de Ronda. Quince minutos después llega a la guarida. Tras los saludos de rigor le dejo la R80ST que la pruebe. Indudablemente le queda chica, pero es que Silverio es muy grande (por fuera y por dentro). Le parece un juguete, y coincido con él: es un juguete; un precioso juguete. Ya contaré experiencias en ruta en otra entrada. Me ha dejado entusiasmado, pero ya habrá tiempo de comentar eso, que hoy toca válvula.
A las once menos diez, hartos de esperar, y tras haber llamado a Carmen y Manolo sin poder comunicarnos con ellos, decidimos que nos vamos para Gaucín, y que el que no haya venido, tiempo ha tenido. No hemos recorrido ni 300 metros cuando nos cruzamos con Manolo y Carmen en la Ducati, totalmente despendolados. Les levanto la mano para avisarles de que somos nosotros, me saluda en plan motero y sigue despendolado. Este no nos ha conocido. Nos paramos en la cuneta, esperamos a ver si da la vuelta, y nada. Me doy la vuelta yo y me los encuentro a la entrada de la guarida, con los cascos quitados y teléfono en mano. Que no me han conocido, vamos...
Por fin, podemos ponernos en marcha, pero todavía hay que echar gasolina a la Ducati, que como tiene poco depósito va repostando una gasolinera sí, dos no. Apenas empezamos a andar después de repostar, cuando me llama por teléfono Bokis. Que está en Gaucín aburrido, que allí no hay nadie. Que había pasado por Ronda a las diez y cinco y pensando que ya nos habríamos ido para Gaucín, había seguido camino. ¡Esto de la impuntualidad sería conveniente erradicarlo de las costumbres nacionales!
Por fin podemos ponernos en camino. La carretera de Ronda a Gaucín, para el que no lo sepa, es una de las mejores carreteras para moto que se podían inventar: una curva tras otra, con buen piso y paisajes preciosos; una pega, únicamente: que la gente empieza a conocerla y empieza a tener mucho tráfico. Yo voy primero, que para eso me conozco la carretera; me sigue Manolo y cierra Silverio. Al poco rato estamos en Gaucín. Entramos en el pueblo buscando la plaza donde hemos quedado y cuando vamos pasando por el Cuartel de ja Guardia Civil, a menos velocidad que el paso de un paisano cansado, oigo vociferar a Silverio, dirigiéndose a Manolo (la voz de Silverio también es grande): ¡Que llevas el piloto fundido, y la luz de freno también! Menos mal que en ese cuartel no hay destacamento de tráfico, que si no, salen, cuadernillo en mano, a ponerle una receta a Manolo.
Por fin, llegamos a la plaza.

Pero todavía nos faltaba un incidente para llegar a destino. En La Línea, en el paseo marítimo, Jose Ignacio (el Vecino Misterioso) tuvo un pequeño encuentro con uno de esos cochecitos sin carnet, que en Cádiz llaman, con toda la razón del mundo, "estorbito". A este respecto, sería necesario recordar que en las rotondas, por más que diariamente se haga todo lo contrario, lo estipulado es circular como si de carriles distintos se tratase. Ya hablé algo sobre esto antes, en este mismo blog, y sería interesante que todos le diéramos un repaso al tema. Afortunadamente, todo quedó en un susto, ya que el estorbito no tiene chicha para mover a una BMW, y la defensa de la BMW es capaz de arrancarle medio parachoques al estorbito, como puede verse en la foto de los implicados.

Los demás, mientras los implicados rellenaban los papeles del siniestro, esperábamos en el paseo marítimo, charlando, inspeccionando motos, descubriendo las herramientas originales en la R100RS del Conde...






Seguíamos yendo con muchísimo retraso a comer, de forma que nos volvimos a poner en marcha, con alguna que otra parada para hacer una foto,


Sobre las cuatro de la tarde llegamos al chiringuito donde íbamos a comer. Algunos aprovecharon para remojarse por fuera antes de comer. Yo, francamente, llevaba deshidratados los higadillos y preferí remojarme por dentro con unas cuantas cervezas, y digo bien, unas cuantas porque eran dedalitos lo que ponían allí. ¡Cómo echaba de menos esos vasos en que te entra la nariz entera y no tienes que beber de medio lado...!


La sobremesa estuvo amenizada por Bokis; creo que ya os he dicho que el tío es genial y que cuenta las cosas de otra forma, pero para que os hagáis una idea, ahí os dejo un par de cosillas que le pude grabar cuando me dejó la risa:
Un par de minutos para despedirnos, que aún nos quedaba volver a Ronda, cambiar de moto y regresar a Sevilla, y de nuevo encima de las motos.
El regreso lo hicimos por la carretera que sube desde San Pedro de Alcántara a Ronda, que, posiblemente, sea una de las mas apreciadas en el mundo motero. Todo fue muy bien, a excepción de lo congestionado del tráfico, hasta que el paisaje empieza a quedarse despoblado, allá por el kilómetro 21, en que las nubes que habíamos estado viendo amenazantes desde abajo dejaron de ser amenazantes para convertirse en una preciosa a la vez que tremenda tormenta con gran aparato eléctrico y mayor carga hídrica.
De todas formas, llegamos a Ronda sin mojarnos tanto como presagiaban los gestos de los que bajaban hacia la costa, que nos advertían de lo que ya veíamos y que, irremediablemente nos iba a alcanzar.
En el camino habíamos comprado un par de bombillas para arreglar el piloto trasero de la Ducati, que no es muy conveniente ir en moto (ni en ningún vehículo, sea el que sea) siendo invisible, y mucho menos tal y como estaba la tarde que se había convertido prematuramente en noche por la tormenta. Aunque no pudimos arreglarlo completamente, sí que, al menos, pudimos dejar encendida la luz de posición.
Afortunadamente, todo lo malo se acaba, y en los últimos kilómetros hasta nos dio tiempo a secarnos lo que nos habíamos mojado (solo las piernas, en mi caso, que ya se sabe que el carenado RS es otra cosa, aunque vaya en minifalda).
El paseo que nos dimos queda recogido en este mapa:
Entrando en el garaje, recibo un SMS de Silverio diciéndome que ha pasado un taco de frío, que no se ha mojado, y que ya está en Granada.

Y aquí, después de soltar este ladrillazo, dejo de escribir la crónica de la entrega de la válvula a los malagueños. La semana que viene los acompañaré en la Riders, en Granada; lo que no me ha quedado claro es si aprovecharán para hacer el siguiente relevo o no. Allí me enteraré.
Resumen: magnífico día, magnífica gente, magníficas carreteras, y ¡vaya la que nos ha caído!, pero la semana que viene, más.
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