El domingo me levanté con esa sensación de descontento que se le queda a uno después de que no le salgan las cosas bien, pero no estaba dispuesto a ponerme a trabajar otra vez. Aprovechando que tenía la Sprint en la cochera lo que más me apetecía era darme un paseo agradable hasta que empezasen las carreras de Superbike, así que me enfundé el mono de fundir (sí, de la época de Barry Sheene, ya lo sé, pero a mí me gusta) y salí con la idea de hacer curvas, pero pudieron más mis ganas de ver cómo había quedado la tarea de ayer, especialmente en lo referente al color de la pintura con la luz del sol, y casi sin darme cuenta me planté en Ronda, a pesar de que tenía pensado ir a cualquier otro sitio. Mañana agradabilísima para pilotar la moto: sol, poco viento y temperatura agradable. A las 11,30 estaba en Ronda dispuesto a repasar el trabajo de pintura de anteayer. Esta moto es un gustazo para trazar curvas, aunque al principio me parecía un poco sobreviradora, pero es que estaba acostumbrado a la otra Sprint, la 955, que era completamente distinta, con una horquilla más lanzada, subviradora y dando siempre la sensación de inestabilidad en el tren delantero.



A falta de diez vueltas para el final de la primera carrera de SBK estaba en casa. Por cierto, vaya carrerón que nos brindaron y que mala suerte la de Spies, romper en la última curva cuando iba primero y destacado. Las carreras son así, dirá alguno, pero los que creemos en el gafe pensamos de otra manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario