domingo, 24 de agosto de 2014

357.- CARRERAS EN LA BAÑEZA Y UN PASEO POR EL NOROESTE

Hacía cinco años que no íbamos a La Bañeza, y ya iba tocando volver a una de las mejores carreras que se celebran en España, incluidas las de MotoGP y las de SBK, así que programamos unos cuantos días de paseo en moto por el noroeste español. 
8 de agosto de 2014: hemos quedado con Felipe Pío que se viene con nosotros. Nos dice que como él va mas despacio se nos va a adelantar y ya lo pillaremos por el camino. Quedamos en ir por la N-630, entrando lo menos posible en la autovía, y en caso de no encontrarnos, el que llegase primero a Hervás esperaría al otro. Aunque teníamos previsto salir a las 8, ya se sabe, entre unas cosas y otras, nunca hay forma de salir a la hora prevista. El motivo de salir temprano es algo que suelo hacer en los viajes de cierta duración, y es llegar a la hora de comer, lo que no quiere decir llegar a las dos de la tarde, sino que hasta que no lleguemos no se come, para evitar el modorreo postprandial. Pensaba que íbamos a tardar un buen rato en pillar a Felipe, pero ¡qué va!, en el cruce de Gerena ya lo teníamos a la vista, y al paso que iba se presumía un viaje largo. Primera parada a los pocos kilómetros a repostar. La moto de Felipe, una Yamaha Diversion 900 parece que consume un poco (bastante) más de lo normal y encima no tiene mucha capacidad en el depósito, de forma que tenía que repostar cada 180 ó 200 kilómetros, en tanto que la Sprint, al paso que íbamos tenía autonomía para unos 400 km (normalmente unos 320). En Hervás, con un retraso importante respecto a lo que tenía previsto, paramos a tomar un refresco. Desde allí hasta La Bañeza lo mismo: parando cada muy pocos kilómetros para repostar. Cuando faltaban unos cincuenta o sesenta kilómetros noté un pinchazo fuerte en la cara interna del tobillo derecho y enseguida otro, y otro; dolor muy intenso, quemante y agudo. Aunque llevaba puestas las botas solo podía ser una avispa o similar que se hubiese colado por la parte alta de la caña. Como pude golpeé el tobillo contra el cárter, contra el reposapies y contra la palanca del freno hasta que ¡por narices! el bicho tenia que estar muerto, aunque de todas formas el dolor seguía. Maricruz no tenía ni idea de lo que estaba pasando porque se había acabado la batería de los comunicadores, pero aquello de verme pegando patadas contra el motor no era muy normal. Cuando llegamos a La Bañeza confirmé mi sospecha. Allí estaba el bicho muerto.


El tobillo, afortunadamente no estaba muy hinchado.
Veinte kilómetros antes de llegar el cielo estaba bastante encapotado y se veía que estaba lloviendo más adelante, de forma que nos estábamos oliendo que nos iba a caer la gorda, y así fue, muy poco antes de llegar, como a dos kilómetros, nos cayó agua como para poder decir que nos había llovido. No eran dos gotas, era un autentico chaparrón, y llegamos chorreando a la gasolinera ¡cómo no! de la salida hacia Astorga.
Nos paramos en el bar de al lado y ya ni había comida ni había de nada, como que eran las cinco de la tarde. Nos conformamos con un par de cervezas y un par de paquetes de patatas fritas y nos dispusimos a irnos al hotel a descargar las maletas, que lo teníamos a unos cuantos kilómetros, en Santiago Millas. La moto empezaba a secarse fuera, pero por poco tiempo, porque el cielo seguía amenazante.


De todas formas, al mal tiempo, buena cara, la mejor.


Felipe, por su parte, tenia pensado irse al camping y, a tal efecto, se había comprado una tienda de campaña que resistía 4000 litros de agua en dos horas, o algo así, pero después de ver lo que nos había caído en diez minutos no tenía muy claro aquello de dormir en una tienda, así que le preguntó al del bar si conocía algún sitio donde dormir el fin de semana y ¡milagro! en el propio bar tenían una habitación. No hay habitaciones en La Bañeza desde un año antes y llega Felipe y la encuentra en el día.
Nos fuimos a Santiago Millas, que, todo hay que decirlo, está en el quinto pino, aunque en el mapa me había parecido que estaba cerca, y nos volvió a caer agua a espuertas en el camino. Por fin llegamos a la Hospedería de Guts, un sitio tranquilísimo (según nos dijo Guts eran ocho vecinos y seis perros en el pueblo).
La hostería es una antigua casa de arrieros que ha sido restaurada y convertida en un pequeño hotel sin excesivos lujos pero al que no le falta nada imprescindible. Eso sí, un poco lejos de La Bañeza, pero bastante cerca de Astorga. En la puerta de la Hospedería nos encontramos una moto, y mira por donde, una Triumph. Son raras, pero mas raro es encontrarse dos en un pueblo como este. Como veis, problema de aparcamiento no había.




La habitación muy mona; como digo, sin excesivos lujos pero acogedora.



El paisaje de fuera, pues lo típico de la zona, casas maragatas, nubes amenazando con descargar y un reloj que daba dos veces las campanadas cada hora. Por cierto, es lo único que se oye en toda la noche. Se duerme de lujo.




El principal "problema" de la Hospedería es el propio Guts, que no para de hablar. Es un tipo muy simpático pero como te pille no te deja irte; te cuenta cosas y más cosas, te filosofa... en fin que si, como nos pasaba a nosotros, habíamos quedado con Felipe, siempre llegábamos tarde, y eso cada vez que intentábamos irnos. Guts el mudo, le dicen.
La moto esperando en la puerta y en el cielo apareció un arco iris doble que parecía prometer que no nos iba a llover más.



Cuando conseguimos escaparnos de Guts y llegar a La Bañeza por unas carreteras de cuarto orden que dudo que pudiera volver a hacer sin la ayuda de la señorita del GPS, encontramos a Felipe en el mismo bar en que lo habíamos dejado, aburrido de esperar, el pobre. nos dimos una vuelta por elpueblo, tomamos unas cervezas y algo de comer y descubrimos que a mi magnifica cámara nueva (Olympus OMD EM10) no le funciona el flash. Habrá que llevarla al cortinglé a que la vean.



Al rato, reventados como estábamos, decidimos irnos a dormir. Quedamos al día siguiente en Astorga a las diez de la mañana para ir a León de visita turística.
9 de agosto de 2014: el día vuelve a amanecer nublado y amenazando lluvia. Mientras Maricruz se prepara salgo a dar una vuelta y hacer alguna foto (en blanco y negro, para que resulte más dramática).


Después de desayunar en la Hospedería y con esfuerzo, conseguimos llegar a la catedral de Astorga a las diez en punto.


Enfrente de ella el Palacio Episcopal, obra de Gaudí.


Y un poco más allá, sin ni siquiera haber advertido nuestra presencia (y eso que aparcamos enfrente) Felipe después de desayunar viendo cómo unos italianos arreglaban el faro de una moto.



Nos cuenta que ha tenido habitación pero que no se ha atrevido ni a quitar la colcha, por si acaso había "gremlins" debajo.
Nos marchamos hasta León por la nacional, nada de autopistas, y aparcamos en el centro.


Los mapas de León ni se pueden doblar ni tienen los nombres de las calles pero, eso sí, son en tres dimensiones.


Aparece destacada la Catedral, que ha tenido episodios complicados a lo largo de su vida, y hacia allí nos dirigimos.




Y esta vez sí que salgo yo en alguna foto, gracias a Felipe.



Entramos en la Catedral pagando, claro, tras comprobar que el carnet de profesora de mi mujer, que en teoría es para entrar gratis en museos y similares, no sirve absolutamente para nada, cosa que ratificamos días después en otras visitas culturales.
Y bueno, no os voy a contar la historia de la Catedral de León, que estamos en un blog de motos, pero sí que os voy a poner unas fotos y recomendaros que la visitéis, que vale la pena.







Salimos de la Catedral e íbamos a seguir la ruta turística, pero a Felipe se le antojó comerse una empanada, y allá que entramos en una "empanadería" donde, además de la susodicha, conocimos a Laura, una motera argentina que , aunque la veáis así vestida con la batita, lleva nada más y nada menos que una Kawa 1400 GTR.




A ver si coincidimos algún día por esas carreteras.
De allí nos fuimos al Barrio Húmedo a humedecernos un poco por dentro. Empezaba a hacer calor, por lo que Felipe se quitó el forro del pantalón... y se lo dejó en uno de los bares. Por suerte lo pudo localizar llamando por teléfono desde La Bañeza y recuperarlo el lunes cuando viajaba hacia los Picos de Europa.






En León recibo una llamada de teléfono de Juan (Norick) que suponía, acertadamente, que debería andar por allí. Quedamos en vernos por la tarde en los entrenamientos.
De vuelta en La Bañeza encontramos como aperitivo esta preciosa Ducati élite aparcada delante de una moderna Multistrada. Cincuenta años de diferencia entre una y otra que, si no recuerdo mal, la élite dejó de fabricarse en 1965.


Y por la tarde, los entrenamientos.


Mientras intentábamos encontrarnos con Norick, cosa que no era fácil, porque cierran el circuito y no hay forma de llegar a según qué sitios, íbamos contemplando las evoluciones de los distintos corredores.



También las tengo en aspecto antiguo, con más sabor a La Bañeza,




Acabados los entrenamientos pudimos encontrarnos con Norick, Israel, Gabriel, Piedad y María del Mar y nos fuimos al Salón del Motor, creo que se llamaba, un lugar destinado a exposición de modelos antiguos y venta de repuestos nuevos y de segunda mano para las clásicas. Allí nos encontramos tambien a Alvaro "elbmw" que no estaba de espectador, sino trabajando, aunque eso no le impedía darse una escapada que otra al circuito, que para eso está al lado.


En el Salón del Motor me gustaron especialmente estas dos motos:



Pasados unos minutos volvimos a los entrenamientos, y esta vez íbamos cambiando cuando se abría el circuito, así, por ejemplo, empezamos en la recta de atrás. Para que os hagáis una idea os pongo el mapa del circuito (la recta de atrás es la que está en la parte superior izquierda del circuito)


Allí hice algunas fotos como estas




Nuestros vecinos de hotel, los de la Triumph Tiger, estaban en la otra acera.



Y Juan (Norick) tambien andaba por allí pululando (da susto con esas barbas)


Mientras, yo seguía haciendo fotos, que hay que probar la cámara nueva.




De la recta trasera nos fuimos, aprovechando el parón entre entrenamientos de una y otra categoría, a las eses de antes de esta recta, donde seguí haciendo fotos, claro.




Y aunque lo de las fotos está bien, es mejor verlos y oírlos en directo. Algo parecido a este vídeo.



Nuevo cambio de sitio aprovechando el parón entre una y otra serie de entrenamientos. Ahora nos vamos a la curva tres, curva a derechas, rápida, tras una pequeña recta en bajada- Algunos espectadores se van al tejado siete en vez de a la curva tres.


Yo, por mi parte, sigo con las fotos.





Acabados los entrenamientos, una foto del grupo de espectadores (excluido yo, claro, como siempre)


Y nuevamente cambiamos de sitio. Ahora nos vamos al inicio de la recta de meta; salida de una curva en subida a derechas y recta en subida. Es impresionante cómo aceleran por aquí estos bicharracos. Da miedo a la velocidad a la que pasan y lo cerca que están.
Felipe aprovecha para quitarle la silla a uno de los espectadores (sin violencia ¿eh?)


Las motos, como digo, a toda pastilla para arriba





Mientra tanto, una señora se limpia su portal. Son las cosas que se ven por aquí.


Aunque el vídeo no da una idea real de cómo es aquello, ahí lo pongo como aproximación.


Acabados los entrenamientos nada mejor que darse una vuelta por los boxes, donde se pueden ver cosas tan curiosas como esta "Bultaco" con motor bicilindrico de dos tiempos refrigerado por agua que en realidad corresponde a una Yamaha RD350.


Estuvimos en el box de Javier López Cuervo que llevaba la Ducati nº 40, una moto que, literalmente, volaba. No sé qué le tendrá hecho, pero aquello andaba una burrada.


Un paseo por el pueblo, una cervecita sentados en una calle peatonal y oímos ruido de motor pequeño que se acerca con esfuerzo entre una humareda. Aparece una estructura de andamio con una minimoto en su interior tirando de ella con un tipo vestido de motorista. Sobre la estructura del andamiaje una moto roja carenada como las Derbi de Angel Nieto y un maniquí con sombrilla como si fuese una de las chicas de la parrilla de salida de una carrera.



Ante los aplausos de los asistentes el conductor de la minimoto se sale de la estructura y se sube a todo lo alto.
- Os voy a hacer un caballlito, nos grita.
Arranca la moto, se sube, acelera,



y con algún engendro hidráulico que tiene montado al chasis de la moto, nos hace un caballito encima de la plataforma.


Aplausos y más aplausos.
- Como habéis sido un buen público ahora os voy a hacer un invertido.
Y lo hizo, lo que pasa es que me pilló descuidado y no le hice fotos.
Y ahí se acabó el espectáculo. Volvió a meterse en el interior de la estructura, arrancó la minimoto y se fue entre aplausos de todo el personal que se había congregado allí.
Después de aquello decidimos dar por cerrado el día y volvernos a la Hospedería. Ni que decir tiene que si no llega a ser por la señorita del GPS no la encuentro por aquellas carreteras de cuarto orden. Media hora mas tarde estábamos en la cama durmiendo plácidamente con el único ruido de las campanadas dobles cada hora, pero creo que solo escuché las de las siete.
10 de agosto de 2014: día de carreras. Hay que prepararse que esto empieza en nada. Con esfuerzo conseguimos escaparnos de la Hospedería después de desayunar ¡lo que habla ese hombre...! Hemos quedado con Felipe en el bar de su alojamiento, donde tomamos un segundo café y nos vamos hacia la curva número seis, en la que hemos quedado con los sevillanos. Llegamos un poco pillados de tiempo (lo normal con Guts) porque ya ha empezado el warmup y tenemos que esperar a que acabe para pasar hacia el interior del circuito.



Como podéis ver hay quien se baja sus sillas para ponerse en primera fila y sentado.
El domingo hay mucho más público y va elevándose la asistencia conforme pasa la mañana, así que en grupos grandes hay pocas posibilidades de moverse porque es difícil encontrar sitio para diez personas y cuando vuelvas, harto de buscar, no vas a encontrar vacío el sitio que dejaste, así que hemos tenido que ver todas las carreras desde la misma curva. No está mal porque era una bonita curva, pero nada que ver con el día anterior en que se podía recorrer todo el circuito comparando como iban en cada sitio.






Las motos pasaban tan cerca que ni con un gran angular las pillaba enteras


Pero echándose un poco hacia atrás sí que salían bien.





Entre motos y motos, más fotos.





Hasta que llegan como locos los coches cerrando el circuito. Es un espectáculo verlos a toda pastilla gritando por los altavoces con las dos Ducati Diavel detrás.


Y empieza la carrera de clásicas dos tiempos.


Vencedor: Sergio Fuertes, a quien he pillado movido porque corría mucho


Segundo Juan Carlos Espí. Ambos nos ofrecieron una muy bonita carrera.


Acabada la carrera de dos tiempos, mientras todo el mundo se mueve, es momento de tomar un refrigerio.


Porque empieza, enseguida, la carrera de clásicas de cuatro tiempos. Todo el mundo a su sitio, que vienen.



Y tanto que vienen, como que hasta tenemos una caída múltiple a la entrada de la curva en que estamos.




Y a la siguiente vuelta una nueva caída. Parece que nos hemos puesto en un sitio puñetero.



Vencedor Hugo Carlos Lacunza, pero no encuentro ninguna foto suya. Se ve que no lo tenía entre mis favoritos.
Para acabar el día, la última carrera, en la que se mezclan motos de dos tiempos (125GP) con motos de cuatro tiempos (Moto3) y que es una carrera muy bonita por la variedad de sonidos y de comportamientos de las motos. Vencedor Daniel Saez, a quien pillé descabezado de mala manera en esta foto, y es que por más fotos que haga uno, siempre te falta la que necesitas.


Acabadas las carreras nos despedimos de los sevillanos, que se volvían a Sevilla haciendo noche a mitad de camino, creo recordar que en Cáceres, y nos fuimos a tomar algo de comer. Las calles seguían ambientadas, que aunque se acaben las carreras en este pueblo sigue la marcha.


Nos tomamos unas cervezas y unas tapas y aprovechamos para seguir viendo motos, el gran premio de Indianapolis, que nos lo ofrecían por la tele.




Aunque, todo hay que decirlo, Felipe se durmió los momentos mas importantes, es decir la casi totalidad de las tres carreras.


Acabadas las carreras de la tele nos dimos un paseo por el pueblo, que había dejado la decoración motera para pasar a vestirse de Edad Media, y es que son así; ellos siguen con su fiesta, de la que la carrera no es más que una muy pequeña parte.




Eso sí, aún quedaba algún que otro rezagado, como nosotros.


A la hora de irse a la cama nos despedimos de Felipe, ya que al día siguiente seguíamos caminos separados; no obstante nos seguimos comunicando los días siguientes por teléfono, contándonos las pequeñas aventuras hasta que se volvió a Sevilla obligado por luctuosas circunstancias.
11 de agosto de 2014: Salir temprano de la Hospederia es imposible, máxime si, como era el caso, había que pagar. Casi tres cuartos de hora de reloj después de sacar la cartera pude volver a metérmela en el bolsillo tras escuchar todo lo escuchable. Decididamente, es un sitio para ir sin prisas. No está hecho para mí por muy bien que se duerma.
Partimos camino de Oviedo pasando nuevamente por León. Hace un día magnífico hasta que llegamos al Puerto de Pajares. Justo desde el cartelito de Principado de Asturias una niebla espesa como un puré de patatas nos esperaba y nos acompañó un larguísimo trecho, casi hasta Oviedo.


No me lo habría creído si me lo hubiera contado alguno de mis amigos moteros, pero durante la bajada del puerto llevé encendidos los calentadores de los puños ¡en pleno mes de agosto! No es un verano especialmente caluroso, pero hasta este punto...
Nada más llegar a Oviedo nos fuimos al hotel, el Favila, al lado de la estación de ferrocarril, por si no arranca la Sprint. Es un hotel con unos cuantos años, pero no está mal. Desde la ventana vemos el Monte Naranco y una de las calles más comerciales de la ciudad. Sigue nublado y amenazando lluvia, como todo el tiempo que estuvimos en Asturias.



Nunca habíamos estado en Oviedo, de ahí que la eligiésemos como punto de parada, para patearla un poco y poder decir que estuvimos allí.
Mientras Maricruz se acicala yo me voy a tomar una cerveza al bar de la esquina. Dos euros un tercio. No es barato esto. Le pongo un whatsapp a Rafasturias, a quien no conozco personalmente, solo del foro de clasicas BMW y con el que he acordado tomar una sidrina en su ciudad. De paso le pregunto si hay mucho problema por aparcar en las aceras, y aunque me dice que no suele haber problemas prefiero dejar la moto en un aparcamiento de motos que encima puedo ver desde la ventana del hotel. Quedo con Rafasturias para vernos por la tarde que está en Mieres haciendo cosas serias.
En estas estaba cuando aparece Maricruz. Nos vamos andando hacia la zona de la catedral buscando el Bulevar de la Sidra, del que nos han hablado muy bien. También queremos encontrar un Cortinglé para ver si me pueden solucionar el problema de la cámara, que todavía no tiene dos meses y no le funciona el flash.
Por el camino nos encontramos con la Iglesia de San Juan el Real




justo al lado del Cortinglé que íbamos buscando y en el que nos atendió una amable señorita que incluso me llevó a lo oscuro (para probar el flash). Muy puesta en cámaras pero no me pudo solucionar el problema, así que tuve que apechugar. De todas formas, mi agradecimiento por lo solícita que fue.
Al lado nos encontramos con la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, también conocida como de las Salesas, de ahí que el centro comercial tenga el mismo nombre, porque está situado donde se ubicaba el antiguo convento de estas religiosas, que se trasladaron al Naranco, un sitio más tranquilito.



Ya empezaba a dejarse notar el gusanillo del hambre, así que empezamos a buscar un sitio donde comer algo. Por el camino encontramos este edificio que no sabíamos exactamente qué era y seguimos sin saberlo.


Una cervecita y una tapita en un bar moderno cuyo nombre no recuerdo y en el que nos orientaron hacia el Bulevar de la Sidra, del que estábamos muy cerca, pero es que Oviedo es pequeño y está todo a un tiro de piedra.





Bajando un poco por la calle Carbayón nos encontramos con más edificios ¡Oviedo esté lleno de edificios bonitos!


y un poco más allá el Bulevar de la Sidra. Ya tenemos hambre.


Y ¿qué se puede comer en Asturias? pues un cachopo regado con sidra es lo más propio, de hecho vengo soñando con el cahopo desde Mérida. Y nada, allá que nos metimos en una de las atiborradas sidrerias, Viva la Pepa, creo que se llamaba, y nos pedimos nuestra sidrina y nuestro cachopo imperial. El escanciador de sidra es esta simpática palmera que te la van recargando según les indicas. Ni que decir tiene que la rellenamos al menos tres veces.


El camarero que nos tocó era primo de Nacho Eguia por lo menos


y el cachopo estaba de lujo. No dejamos ni las migas.


A la salida de la sidrería una foto con una estatua de una paisana de las de por allí


y rumbo a la Catedral, de la que veíamos sus cúpulas por entre las calles circundantes.






En la puerta de la catedral el rey Alfonso II el Casto con una pose un poco... ¿cómo diría yo? parecida a la de Pedro Romero en la Alameda de Ronda.


Y ya, la parte cultural. Visita a la Catedral con ese invento moderno que te va contando cosas conforme te guía por el interior. Comprobamos nuevamente que el carnet de profesora de Maricruz no sirve para nada.







Los ángeles no tienen sexo, posiblemente por un problema nervioso después de una fractura importante de columna vertebral, porque a ver que es esto si no...


Seguimos con la parte cultural.













Por la tarde habíamos quedado con Rafasturias a tomar unas sidrinas, como ya dije antes. No nos conociamos más que de habernos leído ocasionalmente en el foro, pero tenemos muchos amigos comunes, y me alegré mucho de conocerlo personalmente. Vive con autentica pasión el mundo de las motos y se ha hecho todos los kilómetros que a mí me hubiera gustado hacer; es más, tiene prevista una ruta por sudamerica en R65 para finales de este año que podría ser mi sueño para los próximos quince años. Además de agradecerle la atención que tuvo para con nosotros y el agradable rato de charla que pasamos,  en el que me dejó recogiendo baba de todo lo que nos contó, le deseo mucha suerte en su aventura y espero volver a verlo lo antes posible.
12 de agosto de 2014: segundo día en Oviedo. Tenemos pensado ir a visitar a mi colombroño Carpintero, con quien tengo comprometido un cachopo con queso de cabra en Casa Paquín que está para quitar el sentido. El tiempo, como desde que entramos por el Puerto de Pajares, un rato con neblina, otro rato nublado y otro rato chispeando. Aquí parece que no han descubierto el verano todavía. Despues de desayunar programo el GPS para que nos lleve a Perdones pero sin coger autopistas. Esta señorita no sé lo que entiende cuando yo le digo las cosas, pero el caso es que nos hizo dar quinientas mil vueltas por carreteras de todo pelaje y al final nos plantó en Avilés. Segunda intentona y ya sí que nos lleva a Perdones. Llegamos a casa de Alejandro y tiene la carpintería abierta pero por allí no hay nadie. Me meto dentro, curioseo todo lo que puedo y finalmente lo llamo por teléfono diciéndole que le están robando en la carpintería. Aparece enseguida, que estaba en su casa haciendo no sé qué.
Está como siempre: enredando en cuarenta cosas a la vez, y encima le salen todas bien. Nos enseñó los últimos proyectos en motos, como esta que está preparando para circuito.


Fuera, un pequeño estanque con peces que se ha montado, aunque éste ya lo conocí porque me había enviado fotos por teléfono. Es que no para de inventar...


Un culín de sidra para abrir boca no puede faltar en la sede de Ritmo Sidrero. Esta vez no me dejó escanciarla a mí, que sabe que la tiro toda fuera.


Dentro, en la verdadera fábrica de Ritmo Sidrero, se están cocinando algunas preciosidades.









Este chaval trabaja bien. Eso hay que reconocérselo. Lástima que esté tan lejos...
Después de recorrer el taller subimos a su casa, donde también nos dio un repaso de todo lo que había hecho. Todo lo que hay de madera en su casa se lo ha hecho él (armarios, camas, cocina, escaleras, muebles diversos...) ¡qué envidia! Saludamos a mi simpatiquísima amiga Andrea, que andaba por allí con una amiga


y otra vez a la moto. Ahora de vuelta a Avilés, pero esta vez no nos llevaba la señorita del GPS así que había menos probabilidades de perderse.
Llegamos a Aviles y aparcamos las motos; mi colombroño en un sitio de motos y yo en la acera de enfrente.


No hicimos mucho turismo por Avilés, ya que habíamos ido a recargar la tarjeta de teléfono de Andrea, pero sí que nos dio tiempo a ver, aunque solo fuera por el exterior, la Iglesia de Santo Tomás de Canterbury que, mira por donde, está en Avilés. Una bonita iglesia neogótica.



Por entre callejuelas nos llevaron a tomar una sidrina a este sitio


escanciada por este señor que, por cierto, es argentino ¡lo que es la vida...!


Tiene su cosa esto de echar la sidra:

  • Ni se te ocurra mirar al vaso mientras la echas
  • El brazo bien elevado, que si no, no rompe y te regañan
  • No eches mucha, es solo un sorbo
  • Bébetela ya, que te va a crecer un manzano en el vaso
  • Hay que dejar un poquito para tirarla
  • Hay que dejar tiempo entre culín y culín

Y mas cosas que no recuerdo, pero como para pensarse un rato si pedir una sidra o una cerveza.
A la salida un mosquito gigante atacó a Maricruz y le hizo este tremendo habón en el brazo ¡pabernos matao!


De allí, nuevamente a Perdones a comernos el cachopo con queso de cabra que me tenía prometido mi colombroño desde hacía unos meses. No recuerdo el nombre pero, desde luego, no era Casa Paquín y ya habíamos cenado allí la última vez que nos vimos, hará un par de años. Descubrí que mi cámara tiene una opción de algo así como dibujo en vez de foto y estuve experimentando.




No queda mal del todo. Seguiremos investigando opciones.
En estas estaba cuando llegó el primer plato


que duró muy poquito en la mesa, porque estaba tan bueno como aparenta en la foto.
Y después vinieron dos magníficos cachopos (uno para cada pareja) dignos de fotografía.



Tengo que reconocer que no pudimos con el nuestro. Dos cachopos en dos días es mucho para unos andaluces. Nos sobró este poquito.


Un cafelito y a seguir.




Por cierto, ya sabéis, si queréis salir en las fotos poneos enfrente de mí. Parece que tengo tortícolis, que no hago fotos para los lados ni por casualidad.
Después de comer ¿qué mejor que un paseo para bajar el cachopo? Pues eso, un paseo... hasta Gijón, que tampoco lo conocíamos. Nada que ver con Oviedo; son la noche y el día, la seriedad y la chanza. Me quedo con Gijón de todas, todas. Un paseo por el puerto





donde nos encontramos un divertido perro de agua español que jugaba a recoger una pelota del mar. Se tiraba al agua, la cogía y se la llevaba a alguien del público, a quien más gracia le hacía en aquel momento, para que se la tirase, pero algunas veces, si no veía a nadie de su gusto se la tiraba el solo y se arrojaba al agua detrás de ella.


Gijón tiene mucha vida, no como Oviedo, que parece estar sesteando desde que se fundó. Dimos una vuelta por el centro




e incluso fuimos a un mercadillo que había instalado por allí. Las mujeres, como locas con tanto cachivache.



También vimos el Pozo de la Barquera, donde, según el letrero, se hacía pública la elección de los cargos del Concejo, y digo yo que ya que estaba el hoyo hecho, lo mismo servía para tirar a los que se lucraban ¿no? Hola Jordi.


La tarde se fue vistiendo de nubes negras


y decidimos volvernos a Oviedo, que no llevábamos protección contra la lluvia. Así y todo, cuando llegamos, nos dio tiempo a subir el Monte Naranco pero con fuerte amenaza de ponernos pingando







Y, de hecho, cuando empezamos a bajar empezó a chispear, y en nada nos cayó la gorda, pero ya estábamos al lado del hotel, así que no nos mojamos mucho. A Mar y a Alejandro sí que les cayó algo más de vuelta a su casa pero, según me dijo después, nada preocupante.
Última noche en Oviedo. Al día siguiente nos íbamos a Galicia. Salimos un rato a cenar algo y nos cayó toda el agua que habíamos podido evitar durante el día.
13 de agosto de 2014: La mañana amaneció nublada ¡que raro! pero no parecía que nos fuésemos a mojar demasiado. Un desayuno rápido y andando para Galicia por la costa. A Maricruz le gusta el mar, así que iba disfrutando. Un chubasquillo por aquí, otro por allá, poca cosa; entre uno y otro nos daba tiempo a secarnos con el aire.
Primera parada en Ribadeo, en el Faro de Illa Pancha









Un poco más allá, por carreteras de cuarto orden, llegamos a la Playa de las Catedrales, muy concurrida, tanto que parecía mismamente la Costa del Sol.



¿Cosas que pintan poco en una playa? Pues un gaitero. Como este:


Y paisajes rocosos con el mar al fondo.
















Y un poquito de emoción. ¿podrá saltarse el arroyo o se caerá en él?


¿Se mojará todo lo que no se ha mojada hasta ahora? Redoble de tambores y...


¡Conseguido! Fuertes aplausos de la concurrencia que premian el extraordinario valor de la saltadora.
Nada, a colocarse de nuevo las gafas de sol y seguimos para adentrarnos en Galicia.



Empieza a hacer calor, e incluso en la moto se nota. Es curioso cómo hemos pasado del frío intenso, con los puños encendidos a que nos sobre de todo.
Nos metemos hacia el interior. Pasamos por Mondoñedo y Abadin y paramos en Villalba a comer algo. Se nota que estamos en Galicia; todo está bueno.
Reemprendemos la marcha después de comer y del tirón hasta Noia pasando por Santiago de Compostela. De allí hasta Sierra de Outes, donde dejamos el equipaje y nos volvemos a Noia a pasear un rato y a buscar unas gafas en un chino, que no veo nada de nada en los mapas.










Y, ya puestos, nada como echar una primitiva, por si toca, que nunca toca. De todas formas se lo iba a llevar el vampiro de Trebujena para dárselo a los nacionalistas...


Ea, pues una vez cumplida nuestra obligación para con Hacienda, una cervecita.



Y otro paseo por el pueblo.






Vuelta a Outes, cena y cama, que al día siguiente había que hacer cosas serias.
No dormimos demasiado bien, todo hay que decirlo, que el hostal al que fuimos dejaba mucho que desear. Es lo malo de reservar por internet, que te puedes equivocar con facilidad. En fin, todo fuera eso...
14 de agosto de 2014: Salimos temprano, recorriendo todo el litoral desde Noia hasta Sanxenxo para reunirnos con un paciente. En Sanxenxo pasamos el día hablando de cuestiones técnicas. Aun así, nos dio tiempo a visitar un poco el pueblo.






Por la tarde-noche volvimos a Sierra de Outes. Una cena ligera y a la cama.
15 de agosto de 2014: Teníamos previsto haber pasado el día con un colega y amigo, José María, pero nos dijo que iba a tener ocupado medio día con una reunión familiar, así que quedamos en vernos por la tarde, lo que le vino de perlas a Maricruz para llevarme a la playa. Después de todo fue un buen día en una playita muy agradable.




Comimos en un merendero al lado de la playa, bastante bien; ya se sabe que en Galicia se suele comer bastante bien en cualquier sitio.






Después de comer nos fuimos camino de Palmeira, despacito, disfrutando del paisaje, a reunirnos con José María.





Un rato de charla de asuntos médicos delante de una cerveza, subida al monte Nosequé a ver las rías desde lo alto y un paseo al Castro de Barona llenaron la tarde. Pongo unas fotos para que os hagáis una idea,



















Después, vuelta al hostal a dormir rápido, que al día siguiente había que volver a casita.
16 de agosto de 2014: Nos levantamos temprano, tanto que aún no estaba abierto el bar del hostal y tuvimos que esperar un buen rato para desayunar. Al menos el equipaje estaba todo hecho y guardado y en cuanto desayunamos solo hubo que subirse a la moto y tirar millas. Hasta Benavente parecía que íbamos en una manifestación de helvéticos, de la de coches suizos que había. Lógicamene, todos emigrantes que volvían del puente. Parece mentira que tengamos una constitución de 1978 en la que se insistía en uno de sus puntos en que la legislación debía orientarse hacia la vuelta a España de los emigrantes en el extranjero. Treinta y tantos años después me parece que tenemos más emigrantes que entonces y una o dos generaciones de nuestros hijos que lo van a pasar bastante peor que nosotros gracias a nuestros magníficos dirigentes, que esos sí que no van a tener problemas después de haberse llevado todo lo que se han llevado ¡ríete del tesoro de los incas!
En fin, del tirón hasta Guijuelo, donde nos tomamos un bocadillo de jamón tan grande como la alpargata de Godzilla, y desde allí hasta Sevilla, con parada en La Pañoleta y relajación delante de unas cervezas y unas gambas que nos supieron a gloria bendita.
Estadísticas: El ordenador de la Sprint, al llegar a casa, marcaba 2974'6 km, hechos en un total de 38 horas y 43 minutos, de forma que le sale una velocidad media de 87 km/h (para que veáis lo despacito que hemos ido) y el consumo medio de gasolina ha sido de 5'4 litros a los 100 km. Me gusta esta moto.
Lo que no me ha gustado es lo que he tardado en escribir la crónica. Menos mal que volvemos a la rutina del blog, con entradas cortas y de mecánica sobre todo, aunque por ahí empieza a asomar la Halloween.