Y es que ya estoy empezando a estar harto de ir a pintar. Me está haciendo falta como el comer un día para mí solito. Hoy podía haber sido, pero no. Siempre hay algo que lo estropea. ¡Qué le vamos a hacer...! Otro día me lo dedicaré exclusivamente para mí. Me voy a pillar la moto, la que sea, la voy a llenar de gasolina y voy a hacer curvas hasta que se acabe el depósito, y cuando se gaste la lleno otra vez y me vuelvo a casa por el mismo sitio. Y digo yo... ¿por qué me gustarán las curvas? Sí, esas tambien, pero ahora me refiero a las de asfalto. Es bonita esa sensación de trazar por el sitio, sin que la moto se mueva; notar como empieza a cargarse el peso en la rueda delantera al entrar, tumbarte hacia el interior buscando el vértice y darte la impresión de que te va a derrapar de delante, y en ese momento abrir el gas y sentir como se levanta la rueda delantera y se acaba la sensación de riesgo, enderezar la moto mientras abres el gas a tope y enfilar la siguiente curva; y una vez y otra y otra, bailando con tu amiga un vals.
Bueno, no me enrollo. Vamos a lo trabajado. Se me había acabado la pintura amarilla el ultimo día, así que tocaba comprar un poco más. Pero ademas he comprado un cuarto de kilo de pintura negra para ir pintando las cosas que me apetezcan (llantas, chasis, botellas de horquilla, etc). Para que no se me olviden las referencias, las pongo aquí.
En cuanto he llegado me he puesto a lijar las piezas; a matizarlas, como dicen los expertos. Después las he limpiado con un trapo limpio y disolvente, y he vuelto a montar el tenderete de pintura.
A continuación he preparado la pintura (otra vez) pero esta vez me lo he tomado en serio: dos partes de pintura, una de catalizador y nada de nada de disolvente. Lo he movido todo muy bien, lo he echado en el depósito de la pistola y me he tomado mi tiempo para regular la salida de pintura. Cuando he considerado que estaba bien, me he puesto a pintar, dando muchas capas pero dejando secar un poco de tiempo entre una y otra. Me he aburrido de dar capas. No sé si le habré dado ocho o diez, y siempre siguiendo el método de cuadricular: primero pasadas horizontales y después verticales. Cuando he acabado de dar capas he puesto las piezas a secar al sol, y allí se han quedado un buen tiempo, hasta que me he vuelto a casa. Afortunadamente hace tanto frío que las mosquitas ávidas de pintura no han tenido narices de salir.
Para qué engañarnos... perfecto, lo que se dice perfecto, no ha salido, pero está bastante mejor que el primer día y por supuestísimo, mejor que el segundo. Ahora, con la decoración, creo que quedará de lujo.
Mientras esperaba, entre mano y mano, me he dedicado a lijar un poco las llantas de la BMW que quiero pintar en negro, pero me he convencido de que voy a usar un decapante químico y después lijaré a mano. Estoy muy mayor para tanta lija.
Mientras se secaban las piezas he estado haciendo un par de cosas: por un lado le he dado un buen petroleado a la transmisión secundaria de la Triumph y después he engrasado la cadena. No me acordaba que el plato era de color metálico, de acostumbrado que estaba a verlo negro... Ha quedado muy limpita. Por cierto, la llanta tambien se ha llevado su ración, y tambien lo ha agradecido.
Todavía seguían secándose las piezas, así que me he metido en faena y he desmontado la rueda trasera de la Honda. Esto de desmontar limpiar-montar, ademas de dejarlo todo bonito, engrasado, etc, te permite apreciar pequeñas averías y defectos, como me ha pasado hoy.
Empecé por desmontar la pinza de freno, y ya puestos he vaciado todo el circuito, como hice con el delantero, para poner líquido limpio. La pinza, como todo, llena de porquería y óxido.
Se desmonta igual que la delantera, pero esta tiene un solo pistón, frente a los dos de las pinzas delanteras. Las pastillas creo que tampoco son las mismas, aunque no me he puesto a compararlas. Se quita el pasador, que tiene un tornillo de seguridad, y salen las pastillas.
Si metemos un poco de aire a presión por el orificio que comunica con el latiguillo, sale el pistón.
Se limpia todo muy bien con líquido de frenos limpio, y se vuelve a montar. Primero el pistón y después las pastillas, sin olvidar el muelle del fondo (esa chapita cromada).
Después se deja la pinza en su sitio y se extrae la rueda quitando la tuerca del eje y golpeando suavemente el eje con un martillo de nylon.
Apenas sacar la rueda me llamó la atención que había un cojinete en el lado de la transmisión con las bolas montadas una encima de otra, y asimétrico. El retén tampoco tenía buen aspecto: estaba cuarteado. Ni que decir tiene que allí no había ni una gota de grasa, ni la había habido en mucho tiempo.
Saqué el retén y el cojinete y el aspecto era deplorable: las bolas estaban machacadas, unas solo un poco, otras hechas perdigones irregulares y otras totalmente laminadas formando un tapizado de la superficie interior del buje.
Por cierto, este cojinete no es el habitual que va apoyado en el eje, por lo que imagino que sirve para facilitar la transmisión en los movimientos bruscos, porque el plato va amortiguado sobre unas piezas de goma. Todavía no he entendido muy bien como es el sistema, pero amortiguador si que debe ser. Me enteraré cuando vuelva a montarlo en su posición correcta.
Después de un buen limpiado, la rueda quedó así de bonita, y eso que tiene el neumático hecho polvo. Habrá que cambiarla a los pocos kilómetros de empezar a rodar con ella. Pero eso no es prioritario por ahora, y menos la trasera.
Cuando he vuelto a Sevilla me he ido a Honda y les he pedido el cojinete, el retén y unos cuantos tornillos que le faltan (sujeción de tapas laterales y colín). Como es habitual, no los tenían y me los han tenido que pedir. Menos mal que son rápidos. Para el próximo dia, que será cuando me los traigan, me queda montarlo todo otra vez, pero antes hay que limpiar como Dios manda toda esta porquería.
Como no hay fecha fija, lo mismo me dedico ese día para mí que pensaba al principio, si no me lo arruinan con algún invento.
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